sábado, 28 de febrero de 2009

Who's there?

'It took me nearly a year to get here. It wasn’t so hard to cross that street after all, it all depends on who’s waiting for you on the other side'.

Elizabeth, My blueberry nights

viernes, 27 de febrero de 2009

Provocación

Uno de los -muchos- comportamientos infantiles que detesto es la provocación. Sí, aunque yo también haya sido niña y tal vez la haya usado aunque no lo recuerde ahora.

Básicamente provocar consiste en quemar al de al lado. En molestarle continuamente hasta que salta, y luego ir corriendo a decirle a la "seño" que mire lo que nos hizo fulanito... Claro, el pequeño detalle de que previamente ese niño que ahora solloza había estado, y a conciencia, no sin querer ni inocentemente, pinchando a su compañero justamente para disfrutar viendo su reacción ante el estrés y la frustración que él mismo le estaba provocando, lo omite delante de la maestra.

Odio ese comportamiento, pero en fin, son sólo niños... Realmente repugnante es verlo en adultos, y por desgracia me toca hacerlo cada dos por tres. Luego todos son unos angelitos para con los "profesores" y a los demás nos intentan pasar por locos... Pero deberían tener cuidado con lo que buscan provocando: puede ser que llegue el día que el resultado sobrepase sus expectativas. Puede llegar el día en que a los provocadores se les quiten las ganas de seguir provocando.

Creo y sé

Ya hace tiempo que descubrí que hablar de algo de lo que uno no tiene ni puta idea es un salto tan estúpido como innecesario a hacer el ridículo y estamparse de cara contra la propia ignorancia. Por eso desde entonces suelo hacer una pequeña gran distinción cuando empiezo una frase: algunas empiezan con "sé"... y la gran mayoría con "creo".

Opiniones sí. Tonterías las mínimas.

jueves, 26 de febrero de 2009

Caminante...

Da igual que gires la cabeza a tus fallos: siguen estando ahí. El camino es largo. Es mucho más largo de lo que imaginaste al principio. Te entiendo... Sé que querías hacerlo todo bien. No torcerte, seguir siempre tus propias reglas y actuar conforme a ellas. Pero da lo mismo, no te preocupes. Tus propias reglas van cambiando. Te has traicionado antes incluso de haber pensado en ellas. Vas a maldecirte más de una vez por cada falta, por cada error, y haces bien... Pero no te tortures por ello. Son normales. ¿A quién no le tiemblan las piernas en algún momento durante una larga caminata?

Es más, a veces te exiges demasiado. Te exiges tanto que te cuentas como fallo algo que en realidad no lo era. Y déjame decirte que pierdes mucho tiempo lamentándote, que podrías invertirlo en darte cuenta de que sólo es otra parte del proceso. Darte cuenta. Darte cuenta... Darte cuenta de que nunca dejaremos de crecer. Cada paso que das deja atrás uno más y tiene siempre otro delante.

No intentes retroceder... No quieras volver atrás y deshacer lo andado para rehacerlo todo. Sigue caminando, porque querer dar la vuelta ahora y perderte todo lo que tienes delante sí que sería un error.

Todos

Todos. Supongo que todos hemos tenido alguna vez un sueño. Algo que nos impulsara a seguir cada día, una meta que actuase como motor de nuestras vidas. Una vez hecho realidad, quizás hayamos tenido otro... tal vez más de uno. Pero cuando pasa el tiempo y no trae aquello que deseamos a veces pasa que se nos olvida.

Esa voluntad que un día nos movió se vuelve del mismo etéreo que los sueños de verdad: esos que se aprovechan de que el cansancio nos venció para hacernos alguna que otra visita. Nos olvidamos, o nos podemos llegar a olvidar, de qué es lo que soñamos.

¿Qué es lo que queremos y por qué? Sin apenas darnos cuenta vivimos dentro de esa pregunta. Todo lo que somos y todo lo que queremos ser se encuentra ahí encerrado.

Todos. Supongo que todos tenemos un sueño. A veces sólo hace falta recordar cuál era. A veces sólo necesitamos recordar quiénes somos.

martes, 24 de febrero de 2009

Hacía tiempo...

Creo que se llama congoja. Sí, se llama así. Intentas coger aire y tragar saliva y te das cuenta de que tienes el corazón encogido. Si ni siquiera estás llorando... Pero no te faltan ganas.

La mirada la dejas fija en un punto que observas como si pudiera ayudarte y estuvieses pidiéndoselo por favor. Entre tanto, empiezas a notar como tus ojos arden y sientes una suave presión en las sienes.

Después sientes frío... pero también que no puedes temblar. Aparte del suspiro que desveló tu estado, te crees incapaz de mover un sólo músculo... Ese latigazo helado te recorre los brazos y la espalda, pero no te puedes ni estremecer.

Lo siguiente es el corazón. Late igual, sí, pero sientes como si se hubiera detenido durante unos instantes, o que al menos su marcha se hizo más lenta. Tan lenta que empezó a dolerte y llegaste a sentir la sangre entrar y salir de él. Del mismo modo que algo entró dentro de ti y ahora parece querer salir.

Hacía tiempo... Hacía tiempo que no tenía esa sensación.

Confianza

De los icebergs sólo puedes ver la punta. Con algunos problemas sucede lo mismo. La parte que cubre el agua nunca la ven los demás, y a veces cuesta un mundo cogerles de la mano y sumergirlos contigo para que puedan ver el fondo, para que conozcan los entresijos de todo lo que te sucede: por qué te preocupa y por qué te duele algo.

A veces procuro desviar el barco cuando intuyo que mi acompañante y yo vamos en dirección a uno de mis bloques de hielo, pero a algunos tripulantes les he dejado contemplarlos. Con pocos contuve la respiración para que viesen el resto. Porque la confianza es así, y a mí me cuesta darla y suelo temer equivocarme al repartirla. Por desgracia muchas veces lo hago.

¿Qué ánimo puedes tener de enseñarle algo tuyo, que además es profundo, a alguien, si ya menosprecia lo poco que ve en la superficie? No es difícil contestar: ninguno. Por eso me veo al final navegando sola...

Imposible

No diré que no hay nada imposible, porque hay cosas que lo son... pero eso no lo es. En realidad no lo ha sido nunca... sólo que ahora yo también lo sé.

Don't mess it up now, please...

lunes, 23 de febrero de 2009

Todo está conectado

"Cuanto más sabe uno, cuanto más comprende, más se da cuenta de que todo gira en un círculo".

Johann Wolfgang Von Goethe

sábado, 21 de febrero de 2009

Vueltas

De pronto un día alguien acude a nosotros pidiendo consejo sobre qué hacer. Se lo damos, como buenamente podemos, pero esa persona no parece estar conforme. Nos pregunta por qué escogimos la opción que escogimos y qué tiene de malo la otra, a lo que sigue una larga enumeración de los inconvenientes de la primera y de las ventajas de la segunda. Cualquiera diría que trata de convencernos de que la opción que nosotros desechamos es la mejor, y que aquello está tan claro que está extrañado de que no nos hayamos dado cuenta...

Pues sí. Vueltas y más vueltas para acabar dándonos cuenta de que esa persona no quería un consejo: quería que le confirmásemos que algo que ya había decidido era lo mejor. Y ni siquiera importa si acabamos dándoles la razón o no, porque las que damos apenas las escuchan si no coinciden con lo que quieren oír.

No entiendo a la gente que da todas esas vueltas, cuando la línea recta es, dicen, el camino más corto. Y el que yo siempre intento tomar.

viernes, 20 de febrero de 2009

Blanco y negro

Tu vida puede cambiar cuando menos te lo esperes. Ni siquiera hace falta mucho tiempo para ver grandes cambios. Unos años, unos meses e incluso unos días y, en algunos casos, unos segundos, son suficientes para que todo gire completamente. Algunas decisiones puntuales pueden condicionar lo que nos ocurra en adelante, y sucede que a veces una ni siquiera sabe cuáles son las que tienen ese poder.

Cualquier paso que demos en cualquier sentido puede dar en explosionar ese artefacto, y desde hace un tiempo parece que contemple esa posibilidad más de la cuenta.

Las cosas pueden salir bien, o pueden salir mal. Pues ya hace meses que paseo en una especie de noria desde la que, en algunos puntos, veo el maravilloso paisaje de que todo vaya como debería ir (o a mí me gustaría que fuese), y en otros contemplo la ruina y la devastación que podrían ser sembradas en mi vida si todo, cada cosa que pudiera torcerse, lo hiciera.

Parece que no hay término medio, o al menos yo no lo puedo ver. Quizás sólo sea que me gusta fantasear con el blanco pero a la vez quiero tener bien presente que puede volverse negro. No tengo ni idea, o igual un poco sí... Pero lo que sí sé es que en esa rueda, que se me antoja a veces una ruleta, yo voy a apostar por el blanco.

Cine y vida

Es curioso conocer qué criterios sigue alguien para valorar una película. Yo no sé nada de cine ni de interpretación, pero como todo el mundo, prefiero unas cintas a otras, y aunque a veces hay películas que me gustan por su argumento, o por la ambientación que tienen, o incluso porque los actores me "caen simpáticos", otras necesitan menos que eso para encandilarme.

Hay algunas películas que me llegaron a aburrir en determinados momentos, pero que me supieron compensar de algún otro modo: dándome por ejemplo, en algún momento, un mensaje que me pareció lo suficientemente valioso. Otras son malas malísimas y hasta una ignorante como yo es capaz de darse cuenta, pero ni siquiera eso las hace ir directas a mi lista negra: muchas de esas, hasta por lo cutres que eran, me han llegado a gustar, porque me han hecho reír más que, precisamente, las típicas comedias (que, a decir verdad, creo que son las pelis a las que menos gracia les veo).

Sin embargo hay mucha gente que es bastante más ¿profesional? y únicamente se guía por cuestiones técnicas. Y de gusto un poco, claro, pues supongo que también influye siempre.

Me pregunto si igual que en el cine tendremos unos y otros esa misma tendencia en lo demás... Y viendo el mundo que me rodea la verdad es que creo que sí. Mucha gente se basa sólo en lo que hay, en lo que se ve, en los productos finales de cada cosa o de cada situación. Otros añaden sentimientos, emociones...

Yo lo prefiero así. Creo que sólo de esa forma se llegan a apreciar las pequeñas cosas... Por eso guardo tantas tonterías que para mí significan tanto. No es que tengan sentido, es que yo se lo he ido dando... Y lo mismo que me pasa con el cine, me pasa con la vida: no quiero lo más bonito, ni lo más nuevo, ni lo más reclamado... sólo lo que, de un modo u otro, por una razón o por otra, me llena.

jueves, 19 de febrero de 2009

Hasta aquí

Para que luego digan que no tengo paciencia... Pues sí, tenía. Tenía.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Como un niño...

A veces las personas a las que más quieres son las que más te sacan de quicio. Te gustaría tanto verles triunfar en la vida que si te cuentan sus planes y ves que es probable que si los siguen se acaben estrellando te acabas enfadando con ellos. Anhelas tanto estar con ellos que, si algún problema lo hace imposible, te pones de los nervios y, nuevamente, con quienes discutes es con ellos. Deseas tanto, tanto tanto compartir casi todo lo que te ocurre con esas personas, que sientan lo que sientes y sentir tú lo que ellos, que cuando por la razón que sea te sientes incomprendida o son ellos los que te dicen que tú no eres capaz de entenderles, la rabia se apodera de tu boca y habla por ti, y les dice cosas que tal vez ni siquiera pensabas. Otra vez.

Porque tú sólo quieres que consigan todos sus sueños... Estar ahí para ver cómo los cumplen. Saber qué les pasa, y por qué, y cuándo, y que ellos sean los primeros en enterarse de todo lo que pasa en tu vida y en tu cabeza.

Pero al final, son como un niño... Somos como un niño. Uno que no entiende las riñas de sus padres cuando sólo se retrasó un par de horas. Uno que se pregunta por qué se empeñan en que debe estudiar. Uno que no sabe qué hay de malo en que salga a la calle y vea el mundo y se divierta, ni por qué están siempre encima de él.

Porque le quieren. Porque les queremos. Esa es la clave del gran pequeño enigma. El motivo de tantas peleas por una y otra parte. Y es que el amor -o el cariño, como se prefiera...- es el sentimiento más complejo de todos y a la vez el más sencillo. Tantas vueltas para acabarlo resumiendo todo en un te quiero.

lunes, 16 de febrero de 2009

Wasting time...

'It's such a shame to waste time. We always think we have so much of it'.

Pauline Benetto, For one more day

Matemáticas

No se admiten calculadoras para la realización del ejercicio. Pero me consta que más de uno las utiliza. Y de qué manera: suman, luego restan, y, por último, dividen. Dividen. Pero hay cosas que no tienen por qué ser perfectas. Que no deben ser perfectas. Que no quieren ser perfectas... y es por eso que no hay cálculo que valga para ellas.

La lógica tampoco cabe en todas partes, aunque algunos se empeñen en meterla en cualquier sitio a empujones, y hay problemas que nunca tienen una única solución, no siendo, por tanto, ninguna de ellas válida y siéndolo todas al mismo tiempo.

Allá ellos quienes no sean capaces de ver más allá de un montón de operaciones. Algún día se darán cuenta de que no las pueden resolver... Y cuando levanten la vista de sus anotaciones, no habrá nadie más allí.

domingo, 15 de febrero de 2009

El ladrón...

Nunca entenderé ese vicio que tienen algunos por los espejos. Colocan uno en cada persona que conocen, y con el tiempo acaban hartos de ver su reflejo. Tan hartos que culpan a los que lo llevan de lo que ven en ellos, cuando los otros rara vez son siquiera conscientes de la carga que les han colocado.

Esto, cómo no, genera muchas discusiones. Cada parte habla de una persona diferente: la que lleva el espejo de ella, y el que habla con su propio reflejo, de sí mismo en realidad, y así nunca llegan a ninguna parte. En fin, acaba creyendo el ladrón que todos son de su condición...

Dicen que romper un espejo da siete años de mala suerte... Pues a mí me encantaría poder destrozar el mío.

sábado, 14 de febrero de 2009

About love

Loved you once,
Love you still.
Always have,
Always will...

Anonymous

viernes, 13 de febrero de 2009

Cansancio

He empujado un coche, he andado varios kilómetros a paso ligero para volver a casa, me he levantado un día a las nueve de la mañana con dos o tres horas de sueño a las espaldas y no he vuelto a acostarme hasta la noche del día siguiente, he montado andamios y he cargado cubos de quince kilos a pares... pero nada, ninguna de esas cosas ni las que me quedaron por contar, me agotaron tanto como me agota buscar el equilibrio. Y, evidentemente, no me refiero al que se pueda necesitar sobre una cuerda floja, sino a uno que no puede observarse en los propios movimientos ni en los de los demás.

Se van. Se va. Vuelve. Se va. Se va él de nuevo. Vuelve. Se vuelve a ir. Ahora ése otro. Vuelve. El anterior también. Aquél de allá no vuelve, pero se asoma. Me faltan manos para controlarlos a todos. Sumo, resto, divido y multiplico. Tiene que haber una fórmula. Yo la ignoro pero seguro que la hay. Paso noches en vela buscándola, y sólo descanso cuando parezco estar cerca... Pero no la llego a encontrar. Cuando creo que ya casi está, se desarma todo otra vez y tengo que volver a empezar. ¿Desde dónde? No lo sé, pero ya habrá noches para descubrirlo...

Supongo que por eso prefiero trabajar a estudiar. El cansancio del cuerpo me dura unas horas. El de más arriba no se va. No hasta que se soluciona lo que ha dejado de funcionar. Y, además, mi cuerpo no arrastra a mi cabeza, pero ella sí se lo lleva a él por delante.

Dormiré. O no. Por eso empecé a leer, para dejar de pensar un rato. Para mitigar el cansancio acumulado. Pero no funciona...: yo necesito dormir.

jueves, 12 de febrero de 2009

Frustración

Hay ciertos tipos de sueño que se dan en casi todo el mundo, o, como mínimo, los comparte mucha gente. Uno de ellos está gobernado por la frustración, y como todos, tiene sus variantes. Creo que la más común es esa en la que tratas de andar pero sientes que tus piernas pesan mucho más de lo normal. Lo intentas con todas tus fuerzas pero apenas consigues avanzar y el poco camino que recorres lo haces prácticamente a rastras. Es muy desesperante.

Otra vez soñé que me raptaban en un callejón oscuro. Quería gritar y, aunque abría la boca y hacía el esfuerzo, mi voz no salía de mi cuerpo. La impotencia misma creo que fue la que me despertó.

No sé qué dicen que eso representa, ni tampoco qué significará en realidad, si es que tiene que significar algo... pero desde luego que lo que innegablemente consigue dibujar con un trazo, diría, perfecto, es la sensación de ahogo, de rabia, de decepción incluso, que produce la frustración. El querer hacer algo, el desear alguna cosa... mover cielo y tierra para conseguirlo y seguir con las manos vacías, en el punto de partida...

martes, 10 de febrero de 2009

Acrofobia

En realidad lo mío no puede llamarse así. Una fobia es un miedo intenso e irracional, y a mí las alturas no me dan miedo. Me dan respeto. Además, no dejo de hacer nada importante por eso ni me supone un problema en ningún ámbito. Diría, incluso, que alguna vez me ayudó...

Mi padre suele decir que hay ciertas personas que sienten "atracción por el vacío". Con esa forma de llamarlo sí que me siento identificada. Cuando me asomo a un balcón o a una ventana, o cuando paso por un puente, especialmente si el muro que me separa del suelo más abajo es bajo (ni hablar ya de cuando no existe...), siento que si no me agarro a algo me caeré sin remedio. O a alguien, de ahí que a veces esa sensación en principio poco agradable me haya ayudado alguna vez...

El caso es que me expongo a ese "miedo" cada vez que tengo ocasión. Me subo en la noria, en otras atracciones que suben muy alto... Incluso en una de esas que suben un montón y después te dejan caer de golpe. Y debo decir que superé con éxito mis propias pruebas. Sólo lo pasé un poco mal en uno de esos columpios que giran y giran a muchos metros de altura en la pasada feria, porque hacía un montón de viento y además vi pasar a los bomberos cerca... pero por suerte iban hacia un puesto y no a mi atracción.

No quiero que me domine ninguna situación, ni perder el control ante algo que en realidad no es tan peligroso. Por eso me enfrento a ello... aunque a veces tengo que hacerle frente sí o sí, y no por voluntad propia. Como por ejemplo para cruzar las vías del tren: ahora pusieron una valla alta alrededor del puente, pero durante años apenas me llegaba a la cintura. Y tenía que pasar por ahí o dar un rodeo tremendo... así que sentía ansiedad pero pasaba. Nunca dejé de pasar por ese motivo, y hasta me molestó que subieran la valla porque me estaban quitando la forma más barata, rápida y cercana de exponerme a mi respeto por las alturas. Aunque ayer volví a pasar por ahí y sentí esa sensación, leve pero ahí estaba otra vez. En el fondo estoy acostumbrada a ella y diría que me llega a gustar...

En fin, al menos nadie como yo podrá ayudar a determinados pacientes a enfrentarse a una exposición en vivo. Y dudo que otros puedan garantizar el éxito con tanta certeza... porque hay quien no se lo cree, pero funciona, y es como pasar por ese puente: sí o sí.

¿Ahora?

Ahora ven, que llevas mucho tiempo fuera y te echo de menos.

Tren

Creo que es la forma más barata de viajar. Y no, no lo digo por el euro y pico que cuesta subirse a uno, ya que hay medios (al menos en mi ciudad) menos caros de desplazarse. Es porque, precisamente por esa razón, aquí apenas subo en uno un par de veces al año. Sin embargo, cuando estoy allí, me desplazo básicamente en metro y en tren, porque allí sí me merece la pena.

Por eso me basta entrar en uno para volver. Todo, estando en un tren, me transporta hasta esa otra ciudad.

Es el olor... el estampado de los asientos. La música y la voz que anuncian las paradas del tren. Se me hace raro que el otro idioma no sea el catalán, sino el inglés, pero ya lo susurro yo y dejo de echarlo en falta.

Me trae tantos recuerdos un simple vagón... Mi cara, reflejada en el cristal, hace que me acuerde de cuando fui por primera vez a aquel pueblo: vi también entonces mi sonrisa en la ventana mientras me lanzaba a la aventura. También cruzamos ella y yo miradas cómplices en el cercanías cuando pasamos por la parada a la que "su" pueblo da nombre. Luché contra el sueño mientras le enviaba mensajes una de esas veces en las que a punto estuve de quedarme allí.

Así, me gusta no pensar y quedarme mirando a ningún sitio. Por lo menos de ese modo vuelvo allí un rato. Un rato en el que siento que sólo nos separan un par de paradas y algún autobús, otra vez.

domingo, 8 de febrero de 2009

Gambas

Bubba: ¿Has estado alguna vez en un barco de gambas?

Forrest: No, pero he estado en un barco de personas.

Forrest Gump.

Sólo quedo yo

Con permiso de la canción, que me gusta... Llevan meses en nuestro territorio. Primero debió caer la más débil, allá por Octubre. En Noviembre le siguió la otra, y en diciembre pudieron con él. Sí, aunque parecía invencible, él también cayó. Después todo ha sido un ciclo de recuperaciones y posteriores recaídas, hasta ahora, que están todos afectados. Todos menos yo, que llevo rodeada desde hace cuatro o cinco meses y aún no me he rendido. Aún no han podido conmigo... Ni el agua fría al final de cada ducha, ni la ropa fina en invierno, ni salir desabrigada, ni que me llueva encima y pase horas empapada. Y no pienso caer. No pienso resfriarme yo también.

Puentes

Éste creo que es colgante y además está en mal estado. Llevo tiempo meditando qué hacer con él... y si lo hago es porque lo construí con mucho cariño y me da pena no poder volver al otro lado. Podría cortar las cuerdas que lo unen a esta parte del acantilado y acabar con lo poco que queda de él. O quizás intentar repararlo, aún sabiendo que tiene pocas posibilidades de sobrevivir. Pero mi naturaleza -tal vez estúpida por humana- me empuja a cruzarlo así, tal y como está.

Sé que me puede tirar al vacío, pero no me importa, estoy acostumbrada a él. Yo... soy vacío. Y creo que gano más si consigo cruzarlo, sea sana y salva, con el agarrotamiento del miedo en el cuerpo o con algunas magulladuras por agarrarme a las cuerdas en mal estado, porque lo que no me da igual es vivir sin volver a visitar ese otro lado.

Las vistas desde aquí son muy bonitas... pero no me basta. Y ese puente en medio tan deteriorado lo hace peor aún. Que nadie me dé un paracaídas: confío en que llegaré. Y si no lo hago puedo aprender a volar.

jueves, 5 de febrero de 2009

Sólo necesitaba...

La lluvia dejó de caer para lanzarse estrepitosamente contra el suelo, con toda la fuerza que fue capaz de reunir. Las sábanas de mi cama, revueltas, estaban teñidas del negro de lo oscuro de la noche y sólo recuperaban su color cuando los relámpagos interrumpían la quietud de aquel cielo convertido en mar: en un mar de lágrimas.

No tenía miedo, pero me faltaba algo. Los golpes de cada gota en mi ventana se traducían en otros tantos pensamientos irrumpiendo en mi cabeza. Al principio no lograba descifrarlos, porque llegaban deshilvanados, pero justo antes de que aquel desorden consiguiera desesperarme encontré el hilo con el que tejerlos todos juntos y la tela resultante llevaba tu nombre escrito. Entonces lo entendí: te echaba de menos.

Sólo necesitaba que el próximo destello de aquel cielo ahora encabritado iluminase tu cuerpo junto al mío. Que estuvieses allí aquella noche haciéndome compañía. Ni palabras, ni besos, ni caricias... Sólo necesitaba tu presencia. Sólo necesitaba saber que estabas conmigo.

lunes, 2 de febrero de 2009

Diez años

Diez años, y míralos... Y míranos. No sé qué debes pensar... Ni si te sentó aquello tan mal como a mí. Supongo que estarás contenta, al menos en cierto modo, al ver cómo han ido yendo las cosas. Todo se puede mejorar, desde luego, pero no creo que tú pidieses más. Dada la vida que te tocó vivir nosotros ahora estamos en un sueño. Esto debe ser muy diferente de lo que hubieses imaginado... Estoy segura de que te sorprendería todo de lo que hemos sido capaces. A veces me sorprendo hasta yo.

¿Y él? ¿Lo ves? Sigue aquí, con nosotros. Yo creo que si te viese aún te recordaría... Porque aquí nadie te ha olvidado. Ni a ellas tampoco, desde luego... Es una pena que entonces la tecnología estuviese tan verde -o, al menos, bastante más que ahora-, porque apenas pude coleccionar recuerdos que tuviesen que ver contigo. Ni con ella... Así que tengo que conservar los pocos que tengo con sumo cuidado para que no se estropeen... Pero, ¿sabes? No necesito ninguna fotografía para ver tu cara. Y creo que en este tiempo no oí tu voz más que en mi cabeza pero sigue ahí... intacta... No se ha borrado. Como tampoco lo hizo el tacto de tus mejillas cuando te despedíamos con dos besos.

Espero que estés bien... Ah, y me llegaron tus mensajes. Gracias por todo, pero creo que estaré bien... Y haré lo que pueda por que los demás también lo estén. Aunque ya sabes lo que pienso de... Bueno, eso. De todos modos sigue viniendo de vez en cuando, y ya sabes que te las puedes traer cuando quieras. A él también... tengo ganas de conocerle. Al otro lo vi y fue bastante curioso. En fin... ya nos veremos. Y ya sabes que espero que tarde.