miércoles, 31 de marzo de 2010

El precio de la amistad

No nos damos cuenta, pero continuamente se le pone precio a la amistad. Más concretamente, los amigos se ponen precios entre sí.

Cuando le retiras a uno la palabra por orgullo, lo estás vendiendo por él. Tu orgullo vale más que tu amigo. O cuando un amigo deja de quedar contigo porque se echó una nueva novia y ahora tú ya no le interesas hasta que lo deje con ella. Te ha vendido por ella, aunque ojo, no te ofendas demasiado: no descarta volver a adquirirte. Cuando mientes a un amigo que confiaba en ti le pones precio a su confianza. Eso devalúa considerablemente el valor que le das a él.

Yo, en realidad, soy muy barata. Una vez me vendieron por setenta míseros euros. Entonces descubrí que aquello que suele decirse no sólo era cierto, sino que su aplicación era totalmente literal: los amigos, los de verdad, no tienen precio. Y además tampoco te lo pondrán a ti.

Lo que no sabemos o hemos olvidado

Ellos aún no saben que, cuando tengan mi edad y miren atrás, estos años se habrán teñido del amarillo de un periódico muy antiguo. Y a mí... A mí parece que ya se me ha olvidado que esos años son los que luego mejor y durante más tiempo se recuerdan.

A little pain

Travel to the moon
君は眠り 夢を解く
誰もいない
星の光 操りながら

強くなるため
忘れた笑顔
きっと二人なら 取り戻す

気づいて
I’m here waiting for you
今とは違う未来があっても
I’m here waiting for you
叫び続けて
きっと心は つなぐ糸をたぐってる
あの頃の私 目を覚ますように
No need... to cry...

Travel in silence
手をのばせば 触れるのに
君は遠い
それは 思い出の中のこと

声が聞こえる
目を閉じれば
小さな痛みさえ いとしくて

見つめて
I’m here waiting for you
風に吹かれ 一人迷っても
I’m here waiting for you
空を見上げて
ずっと心は 手を広げて守ってる
あの頃の君が 振り返るまで
No need... to cry...

Feel something...
(wide open ears)
Feel nothing...
(disarm the dream tickler)
Listen closely...
(in the constant moment)
Listen closely...

You will find me...
(let the blood flow)
Where it’s quiet...
(through all the spaces)
Listen closely...
(of the universe)
Listen closely...

気づいて
I’m here waiting for you
今とは違う未来があっても
I’m here waiting for you
叫び続けて
きっと心は つなぐ糸をたぐってる
あの頃の私 目を覚ますように
No need... to cry...

Olivia Lufkin 'inspi LAYLA, A little pain

Obras maestras

Cuando una obra es buena suelen venir problemas. A la gente le gusta tanto que algunos deciden copiarla, para tratar de emular su éxito de una forma poco o nada honrosa, y normalmente poco o nada efectiva. Otros deciden versionarla, cosa que también raras veces sale como al público le gustaría. Ni que decir tiene que, muchas veces, el mismo autor la continúa, pero no siempre la segunda parte -o las sucesivas- tienen la calidad de la primera.

Afortunadamente, no se cumple esto sí o sí, y de vez en cuando podemos disfrutar de buenas versiones, aunque sean minoría, o de continuaciones que superan a la obra inicial, aunque también sean raras. Las copias, buenas o malas, me repugnan.

Pero de todo esto, lo peor es que se desvirtúe una obra aclamada deliberadamente. A veces se intuyen intentos con una buena intención detrás pero que, simplemente y por la razón que sea, fracasaron. Pero otras veces es tan descarada la falta de preocupación por continuar con el espíritu que suscitó el interés del público, y tan grande el afán por aprovechar el tirón de un nombre que atrae a la gente, que da hasta vergüenza ajena.

La mayoría de las veces, cuando algo sale bien, es mejor dejarlo como está. Para tocarlo hay que saber hacerlo, ser un fanático que se conozca al dedillo todos sus detalles, y tener la cabeza suficiente como para imaginar esa obra más allá del fin que se le dio en un principio. Y pocos, muy pocos, son capaces de eso. Desgraciadamente, son muchos, demasiados, los que se creen que lo son.

lunes, 29 de marzo de 2010

Así me gusto

-¿Sabes pelar patatas?
-No, pero aprenderé hoy.

Enfréntate a tus sueños

Enfrentarse a los sueños es bastante complicado. Mientras no se intentan, siempre se puede uno escudar en la falta de oportunidades para explicar no haberlos cumplido. Por eso es frecuente tenerlos delante y no enfrentarse a ellos, por mucho que se desee.

Y es que el miedo a intentarlo y no conseguirlo es casi tan grande como las ansias por verlo realizado, y además solemos intuir que un fracaso arrasaría con lo que durante tanto tiempo, si no toda nuestra vida, ha sido uno de los ejes de nuestra existencia.

Pero no es verdad. En realidad casi vale más un fracaso que un éxito a la primera, porque sólo quien se equivoca puede aprender de sus errores, y aunque de ese modo sólo consiga ponerse a la altura del que siempre lo hizo bien, le llevará siempre cierta ventaja: ya estuvo abajo. Estuvo tan abajo, sabe tan bien cómo es y que puede volver a subir de nuevo, que ya no vive con la presión y la tensión de continuar siempre rayando la perfección y sin titubear.

Fracasar relaja, y le hace a uno más humilde... Recuerda que los dioses sólo están en los cielos, o en los corazones de quienes creen en ellos. Muchos triunfadores parece que eso no lo saben, y por eso a veces cuando caen ya no saben levantarse. Los sueños de uno, cuando son de verdad y se desean como a nada, no desaparecen con un simple resbalón. Sin embargo, una vez cristalizados, se vuelven mucho más frágiles.

Pero tampoco quienes tienen éxito deben preocuparse, porque esto lo escribe alguien que fracasó alguna vez y que necesita de algún modo creer en algo que la consuele y que consuele a los que son como ella. Y no le importa; es el primer paso para volar y triunfar.

domingo, 28 de marzo de 2010

Ésa envidia no es sana

La gente que nunca hace méritos en su vida sólo vive para intentar quitárselos a los demás.

Music is magic

En la película que cada uno protagoniza sobre sí mismo aparecen de vez en cuando unas cuantas canciones, como si de una banda sonora se tratase. Ya de por sí, lo que oímos en una época en concreto luego nos la va a recordar durante el resto de nuestras vidas, pero además hay algunas canciones que parecen colocadas a propósito en algunos momentos. Y no, no hablo de un delirio referencial.

¿Quién no ha tenido alguna vez ese sentimiento de importancia al entrar en un lugar al son de una melodía que parecía estar siendo tocada para guiarle los pasos a uno? Yo la he tenido y me encanta. O, a veces, andando sola por la calle con los cascos puestos, me ha costado conseguir que mis piernas no empezasen a moverse al ritmo de aquello que escuchaba, como si estuviese en un musical en el que se espera de mí que actúe y baile mientras hago cualquier cosa cotidiana.

No hay voces, aunque los demás hablen. Sólo hay música. Tal vez sea esa la magia del momento, porque como cantaban en aquella serie de los ochenta, "music is magic". Y algo de eso debe de tener, porque yo conozco a gente con gustos musicales muy diversos... pero aún no conocí a nadie a quien no le gustase la música.

viernes, 26 de marzo de 2010

Cansancio

Cuando el pasado queda demasiado atrás y el futuro demasiado lejos, cuando se tiene la sensación de que ya nada podrá a uno sorprenderle, cuando ya no se confía en nada ni en nadie, o cuando el mundo le parece a uno inhabitable e insoportable, es cuando se ha cansado uno de vivir.

Y creo que el peor de los cansancios no es el físico de cuando uno realiza un trabajo que requiere emplear la fuerza durante mucho rato, ni el mental de cuando uno está horas estudiando. El peor cansancio es estar cansado de vivir.

Pero en realidad incluso eso tiene solución. Tal vez la vida resulte en ocasiones incapaz de sorprendernos, pero nosotros siempre podremos sorprenderla a ella. El reto consiste en dejar de esperar a que pase algo y provocarlo nosotros mismos, vaya que en lugar de cansarnos nosotros de la vida se canse ella de nosotros.

Fundamento

Muchas veces la gente habla sin fundamento pero por casualidad tiene razón. Pero cuando les dices que, aun habiendo acertado en sus deducciones, no tienen validez porque no se sustentan en nada, y que el azar podría haber sido tan o más certero, no alcanzan a entenderlo.

Recuerdo a una chica de mi instituto que le decía a un profesor que un actor de moda era "un actorazo". Él le recriminó que no podía afirmar tal cosa sin haber visto más que un par de películas suyas y además sin su voz real, sino dobladas al castellano. El caso es que estoy de acuerdo con ambos: el tipo, a mi parecer, es uno de los mejores actores que he visto, pero ella sólo lo decía porque le parecía guapo y todas esas cosas. Acertó, pero por casualidad. Los motivos que a ella le hacían verlo un gran actor no eran los correctos en realidad.

Pues muchísima gente hace eso continuamente. En realidad los humanos solemos utilizar poco la lógica y guiarnos por heurísticos, pero aunque todos lo hagamos, por lo visto no todos somos conscientes de que lo hacemos. No es lo mismo lo que uno cree que debe ser, basándose en su experiencia o, como en el caso de arriba, en sus deseos, que deducir algo lógicamente de ciertas premisas que encontramos previamente.

Así, muchos hablan sin fundamento y, aunque casi siempre les da por acertar, de vez en cuando se equivocan y encima no son capaces de reconocer que, en realidad, estaban hablando de algo de lo que no tenían ni idea.

jueves, 25 de marzo de 2010

Patitos feos

Me gustan los patitos feos que se convierten en cisnes, porque acaban teniendo el poder de descubrir quiénes valen la pena y quiénes no. Saben qué clase de persona se les hubiese acercado o de hecho se les acercó cuando su plumaje era feo y oscuro y qué gente les habría despreciado, o lo hizo en su momento, pero acuden a ellos tras su metamorfosis. Aprenden a distinguir si una sonrisa es o no de verdad, por ejemplo dependiendo de en qué momento se produce.

Aunque la gente piense que está mal sufrir del modo que sea yo creo que se equivoca. A veces es la única manera de aprender ciertas lecciones que de otra forma es difícil -aunque no imposible- que se aprendan. Es la llave para darse cuenta de lo solo que uno puede llegar a estar, pero también la que abre la puerta a aquellos que valoran en los demás algo más que lo que se les puede ver por fuera.

Lástima que no todos los patitos feos sepan utilizar ese arma de doble filo. Algunos parecen olvidar, una vez cisnes, lo que un día fueron, y se unen al coro que un día los criticó a ellos para hacer lo propio con otros patitos de aspecto desaliñado. Esos no aprendieron la lección. Querían ser cisnes para estar con la mayoría, cuando eso es algo que les debería haber importado un comino viendo cómo ésta se porto con ellos, pero al final resulta que no se lo tienen en cuenta porque son iguales que ellos.

Me gustan los patitos feos que se convierten en cisnes. Pero los que lo hacen por casualidad, o casi sin querer... porque acabaron apreciando tanto sus plumas negras, o acaso les terminó importando tan poco de qué color fuesen, que no hicieron nada por cambiarlas.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Heridas que ignoramos

Más de una vez me he dado cuenta de que tenía una herida porque he visto sangre en alguna parte y después he caído en que era mía. Lo más curioso es que, muchas veces, no me dolía hasta que la vi y supe que estaba ahí. Supongo que le habrá ocurrido a mucha gente, pero desde luego que lo que sí que nos sucede a muchos es eso mismo en un sentido no literal.

A veces no te das cuenta de cuánto te afecta algo hasta que no ves el daño que te hace todo lo que sale de ahí. Por ejemplo, te enteras de que un amigo se echó novia y no puedes dormir pensando en ello. Sientes esa punzada en el pecho que dan todas las cosas que a uno no le gustan en absoluto. Pero, ¿por qué? Pues porque ese chico te gusta, pero tú ni siquiera te habías dado cuenta. O no te fijas en cuánto te importaba alguien hasta que no lo pierdes o se va.

Me hace gracia, porque muchas veces las heridas más profundas son las que más fácilmente nos pasan desapercibidas. Somos capaces de quejarnos de cientos de cosas al cabo del día y sin embargo lo que más nos hiere no lo sabemos ni nosotros mismos.

martes, 23 de marzo de 2010

L'étranger

-Qui aimes-tu le mieux, homme énigmatique, dis? Ton père, ta mère, ta soeur ou ton frère?
-Je n'ai ni père, ni mère, ni soeur, ni frère.
-Tes amis?
-Vous vous servez là d'une parole dont le sens m'est resté jusqu'à ce jour inconnu.
-Ta patrie?
-J'ignore sous quelle latitude elle est située.
-La beauté?
-Je l'aimerais volontiers, déesse et immortelle.
-L'or?
-Je le hais comme vous haïssez Dieu.
-Eh! Qu'aimes-tu donc, extraordinaire étranger?
-J'aime les nuages... les nuages qui passent... là-bas... les merveilleux nuages!

Charles Baudelaire, Petits poèmes en prose

lunes, 22 de marzo de 2010

Ya llegó la primavera

Intentaste destruir mis sueños, por si acaso se me ocurría hacerlos realidad con otro. Pero resultaron ser más fuertes que el cariño que te tenía, y al final vivo con ellos y a ti ya hace tiempo que no te veo, ahora que ya llegó la primavera.

¿Es que no te dabas cuenta de que cada paso que dabas te alejaba un poco más de mí? Y ahora yo ya no te alcanzo y me he cansado de estirar el brazo, porque cada vez que te tocaba eras más frío y ya llegó la primavera.

Al final tú harás posible lo que temías, y soñaré con cualquier otro lo que tú no me dejabas, donde tus flechas no me alcancen. Y soñaré que sueñas algo nuevo y diferente y que despiertas de una vez, porque ya llegó la primavera y tú aún vives en invierno.

domingo, 21 de marzo de 2010

Lo que no ves

Antes de que amaneciera,
salí huyendo de tu cama.
En tu espejo un testamento:
“No nos queda nada”.

Dejé tu barra de labios
y con ella un par de años
de quererte por las tardes,
de mañanas sin llamarte.

Tú me enseñas que...
se puede querer...
lo que no ves.

Tropezamos de repente,
como en un nuevo 11-S.
Sonreíste a quemarropa
contra el filo de mi boca
y susurraste que el pasado,
sólo es como un día malo.
Y la lluvia abrió las puertas
de mi vida en tu Ford Fiesta.


Tú me enseñas que...
se puede querer...
lo que no ves.

No consigo recordar
por qué motivo me fui,
pero en tu cuarto de baño
sigue tu rojo de labios...

No consigo recordar
cómo he llegado hasta aquí...
Sólo sé que estoy borrando
lo que un día te hizo daño.

Tú me enseñas que...
se puede querer...
lo que no ves.

Siempre fui poniendo parches,
negando segundas partes,
hasta que me demostraste
que no quiero olvidarte.

Tú me enseñas que...
se puede querer...
lo que no ves.

No consigo recordar,
por qué motivo me fui,
pero en tu cuarto de baño
sigue tu rojo de labios...

No consigo recordar,
cómo he llegado hasta aquí...
Sólo sé que estoy borrando
lo que un día te hizo daño.

Tú me enseñas que...
se puede querer...
lo que no ves.

No consigo recordar
por qué motivo me fui,
pero en tu cuarto de baño
sigue tu rojo de labios...

No consigo recordar
cómo he llegado hasta aquí...
Sólo sé que estoy borrando
lo que un día te hizo daño.

Tú me enseñas que...
se puede querer...
lo que no ves.

Tú me enseñas que...
se puede querer...
lo que no ves.

Tú me enseñas que...
se puede querer.

Pol 3.4, Lo que no ves

sábado, 20 de marzo de 2010

La historia

Cuando un alumno, fastidiado porque tiene que estudiar, pregunta para qué demonios sirve la historia, muchos son los que responden que para no cometer los mismos errores una y otra vez. Pero creo que en el fondo todos sabemos que eso es mentira.

Continuamente se ven los mismos errores a través de la historia. Incluso en nuestra breve existencia los observamos a menor escala en el día a día, y eso ocurre porque uno necesita probarlo todo por sí mismo para ver si realmente es útil o no.

En algo así se sustenta la esperanza. Uno cree que las cosas no tienen por qué ser siempre de la misma manera, y de veras espera poder conseguir lo que otros nunca alcanzaron. Es por eso que, pese a las advertencias de los demás, la gente se suele arriesgar. Al final sólo unos pocos destacan y logran aquello que otros sólo pudieron soñar, pero aunque no siempre esté claro por qué unos tienen éxito y otros fracasan, lo que sí que está claro es que los que no lo intentan tienen el fracaso asegurado.

Así que en todo caso la historia sirve para estar prevenido, o para satisfacer nuestra curiosidad, pero me temo que no nos libra de cometer errores, ni nuevos ni esos que ya tantas veces nos ha contado.

jueves, 18 de marzo de 2010

El tiempo de lectura

Qué distinto es leer algo que te gusta y por tu propia voluntad que leer algo que te aburre y por obligación. Cuando terminas con una lectura que has disfrutado tienes la sensación de que haya pasado un montón de tiempo, pues tu cabeza está llena de información nueva que de otro modo no te parece que se hubiera podido meter allí, pero cuando miras el reloj, el tiempo apenas ha acariciado sus manijas y en realidad es más temprano de lo que imaginabas. Sin embargo, cuando el tedio lee por nosotros, lo hace tan despacio que da la sensación de que tan poca cosa se deba haber leído en apenas un instante. Pero el minutero no dice lo mismo, pues ha pasado varias veces ya por el mismo punto y lo que creíamos unos minutos han resultado ser unas cuantas horas.

Por eso la lectura que no se disfruta suele resultar una pérdida de tiempo, ya que se emplea en ella mucho más tiempo del que debiera ser necesario y porque además lo leído se desvanece con una extraordinaria facilidad. Pero el problema es que muchas veces nos vemos en la situación de tener que leer algo que detestamos y de tener el tiempo contado.

Tal vez exista alguna fórmula para leer igual de rápido lo ameno y lo desagradable, o una para modificar el interés que nos suscita cada texto. Pero desde luego que si esas fórmulas existen, yo no las conozco.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Quelle tristesse...

Qué triste es, ¿no? Cuando prefieres vivir con un recuerdo que con la persona que lo generó...

domingo, 14 de marzo de 2010

Una disculpa podría haberles salvado

Ayer me presenté a un examen un poco parecido a unas oposiciones, pero digamos que algo más informal. Para los organizadores, más que informal debió ser insignificante, porque desde luego que no se dedicaron ni un poco a prepararlo decentemente.

En teoría había que llegar de ocho de la mañana a nueve menos cuarto. A las nueve, se empezaría a llamar a los examinandos y comenzaríamos a entrar y a hacer nuestro examen. Un par de horas y a casa. Ja.

Nos tuvieron desde las ocho de la mañana hasta la una de la tarde sólo para asignarnos un número y darnos las hojas de respuesta y las normas de examen. Cinco horas, que es lo que se tarda en hacer un examen MIR, PIR, BIR, EIR, etc. entero, exámenes de una magnitud ni siquiera comparable a la de éste. Cinco horas de pie, al sol, y observando la parsimonia de los organizadores y su mala baba al contestar a cualquier duda que tuviese la gente que llevaba ahí horas esperando, como por ejemplo algo básico y muy humano (especialmente después de tantas horas) como dónde había unos servicios.

Después de eso, se tiraron otro buen rato para sentarnos, y una vez en nuestros sitios, eligieron un examen de entre tres al azar (patético azar, dicho sea de paso) y se tomaron su tiempo para fotocopiarlo. Sí, para fotocopiarlo en ese momento, cuando habían pasado varios meses desde que nos apuntásemos al examen y me da la sensación de que tuvieron tiempo de sobra para haberlo hecho antes. El tiempo exacto para hacer unas fotocopias (seríamos unas trescientas personas a lo sumo) fue de una hora de reloj. Muchos se fueron, y desde luego que no les culpo. Más de uno dijo que deberíamos habernos levantado y habernos ido todos, y creo que a todos se les pasó por la cabeza. Al final, salimos a eso de las tres de la tarde para un examen que, según nos habían dicho al convocarnos, empezaría a las nueve y no duraría más de dos horas.

Por suerte, ese tópico de que aquí en el sur nos tomamos las cosas con humor fue cierto esta vez, y a pesar de que nos quedamos pasmados por la pésima organización, por las malas formas de los organizadores y por estar ocho horas para hacer algo que debería (y podría, porque se puede) hacerse en tres, muchos nos reíamos y bromeábamos por lo absurdo de la situación, y nos enfadamos lo justo. Demasiado poco en realidad, aunque estábamos indignados.

Por eso, lo que más me llamó la atención fue que la gente, en general, comentase que lo peor era que ni siquiera hubiesen sido capaces de disculparse. Es curioso, porque el madrugón de un sábado para un montón de trabajadores para acabar empezando a la una, la pérdida de tiempo para quienes lo tienen contado, el frío primero, el calor después, las horas de pie, el quitar un día de estar con la familia a personas que necesitan tanto trabajar que apenas la ven durante la semana... Todo eso podría haberse olvidado con una pizca de humildad. Una explicación, un gesto amable. Una disculpa. Pero esa disculpa nunca llegó, así que nuestra indignación fue mayor (más la del resto, pues mi tiempo vale menos que el suyo probablemente) no tanto por lo lamentable de la organización como por la poca consideración de quienes, haciéndolo mal y sabiendo que lo estaban haciendo mal, no fueron capaces de reconocerlo en público y pedir perdón por su gran metedura de pata.

Prefiero no ser guay

Normalmente, cuando hablo de mis preferencias en el cine suelo dejar previamente claro que de eso no entiendo. Yo sólo entiendo que unas películas me gustan y otras no. De todas formas, siempre he pensado que es difícil que, por mucho que uno entienda de cine, uno no disfrute con unos films más que con otros sencillamente por una cuestión de gustos personales.

No sé si tendré razón o si estaré equivocada, pero lo cierto es que si se echa un vistazo a las críticas de casi cualquier película, que en principio en determinados sitios se supone que están realizadas por expertos en la materia, es fácil encontrar que, de la misma película, hay críticas totalmente opuestas. Si fuese una cuestión técnica, digo yo, entre entendidos deberían estar de acuerdo. Pero eso no ocurre, o al menos no siempre. Por eso no entiendo las crucifixiones de las que somos testigos de vez en cuando a determinadas cintas, sencillamente porque a unos cuantos señores que en teoría saben del tema les han desagradado, o las han considerado poca cosa para ellos. Si al final lo que más importa es el gusto personal de cada uno, ¿por qué demonios va a ser mejor o más respetable el suyo?

También es verdad que no me preocupa demasiado si es así o no, si tengo razón o no la tengo, pues a la gente que como a mí no le gusta el cine, sino ver películas, la que no lo tiene como afición sino como entretenimiento, le basta y le sobra con su criterio particular, y no le importa que sea absolutamente subjetivo. Y así, vemos lo que nos gusta a nosotros, no a cuatro estirados que se creen con derecho a decirte qué te puede gustar y qué no para ser tan guay como ellos.

Me gusta recordar registros

"Los recuerdos desvirtúan. Son una interpretación, no un registro. Y no importan si tienes los hechos".

Leonard Shelby, Memento

sábado, 13 de marzo de 2010

Está delante de ti

Me pregunto cuántas veces la explicación más sencilla es la correcta. También la cantidad de tiempo que solemos perder en pensar la más complicada.

Es como ansiar ver una foto y empezar a hacer un rompecabezas de un millón de piezas, todas minúsculas y desordenadas, revueltas por la mesa de trabajo sin orden ni concierto. Y tratar de encajarlas con poco o nulo éxito. Luego ya de un buen rato, agotados y con una parte mínima de las piezas en su lugar, o haciendo ver que están donde deberían, dar la vuelta a la tapa de la caja y ver lo que queríamos. La foto, sin pedazos y sin caos. Delante de nosotros durante todo ese tiempo, y nosotros buscándola en un millón de partes sin sentido.

Más o menos suele ser así. Las explicaciones que buscamos suelen estar delante de nuestras narices, pero, o bien no sabemos darnos cuenta, o no queremos conformarnos con algo tan evidente. Como si por más rebuscada valiese más una explicación que otra.

¿Qué hacer?

¿Alguna vez has pensado qué sería de tu vida si hicieses lo que verdaderamente quieres y no lo que crees que debes hacer? Te habrías declarado a un montón de chicas a las que ni siquiera te atreviste a hablar por miedo a que te dijesen que no, y, tal vez, alguna de ellas te hubiese sorprendido. Te hubieras acercado a aquel chico de clase que te llamaba tanto la atención pero al que no dijiste nada por si él no quería ser tu amigo. Habrías ido a ese sitio al que te morías por ir pero al que nadie quería acompañarte y a ti te daba tanta vergüenza ir solo. Hubieses ayudado a esa persona en la calle con la que otros se estaban metiendo y que estuviste tentado de ir a defender. Y así miles de cosas más.

No sé si tu vida habría sido una llena de fracasos... o tal vez plena de satisfacciones. Lo que sí sé es que tal vez todavía estés a tiempo de cambiarlos por la frustración y la incertidumbre que ahora mismo viven contigo. Quizás a veces merezca la pena arriesgarse para poder ganar.

La vida corre más

Cuando se es un niño o un adolescente, a menudo uno no se da cuenta de casi nada de lo que sucede a su alrededor. Suele pensar que sí, desde luego, y no es que viva ajeno a lo que le pasa, pero se le escapan muchísimas cosas que sólo con el paso de los años y tirando de recuerdos consigue comprender.

Supongo que eso pasa porque la información que uno tiene del mundo a esas edades es bastante limitada. Nunca se deja de crecer, pero es que tan pequeño uno casi ni ha empezado. Así que imagino que es por eso que el tiempo se espera a que estemos preparados para comprender todo lo que nos ocurre. Lo triste es que a veces esa comprensión llega demasiado tarde.

Tal vez ése sea el precio que uno debe pagar por tardar más de la cuenta en hacerse grande. Quizás por eso las nuevas generaciones quieran crecer tan deprisa, para ser más rápidos que la vida... Pero me temo que eso no sea posible.

miércoles, 10 de marzo de 2010

It can't rain all the time

We walked the narrow path,
beneath the smoking skies.
Sometimes barely tell the difference
between darkness and light.
Do you have faith in what we believe?
The truest test is when we cannot,
when we cannot see.

I hear pounding feet in the,
in the streets below and the,
and the women crying and the,
and the children know that there,
that there's something wrong,
and it's hard to belive that love will prevail...

Oh... It won't rain all the time...
The sky won't fall forever...
And though the night seems long,
your tears won't fall forever...

Oh... When I'm lonely,
I lie awake at night
and I wish you were here...
I miss you...
Can you tell me...
Is there something more to belive in?
Or is this all there is?

In the pounding feet in the,
in the streets below and the,
and the window breaks and a,
and a woman falls there's,
there's something wrong it's,
it's so hard to belive that love will prevail...

Oh... It won't rain all the time...
The sky won't fall forever...
And though the night seems long,
your tears won't fall...
your tears won't fall...
your tears won't fall... forever.

Last night I had a dream...
You came into my room,
you took me into your arms,
whispering and kissing me,
and telling me to still belive.
But then the emptiness of a burning sea against which we see our darkest of sadness...
Until I felt safe and warm
I fell asleep in your arms...
When I awoke I cried again
for you were gone...
Oh, can you hear me?

It won't rain all the time...
The sky won't fall forever...
And though the night seems long,
your tears won't fall forever...

It won't rain all the time...
The sky won't fall forever...
And though the night seems long,
your tears won't fall...
your tears won't fall...
your tears won't fall... forever.

Jane Siberry, It can't rain all the time

martes, 9 de marzo de 2010

Envidia

Mucha gente odia en los demás lo que no es capaz de tener ella. Es triste, porque en lugar de intentar aprender algo del otro, tratan de destrozar lo que ven en él, ya que si no puede ser de ellos prefieren que no lo tenga nadie, pues así, en teoría, parecerá que carecen de ello no por incapacidad sino por imposibilidad, dado que los demás pensarán que no existe. Debe ser eso que llaman envidia...

lunes, 8 de marzo de 2010

Mejor no saberlo

A veces el azar nos hace conocer el futuro de los demás antes que ellos mismos. Escuchas una conversación por casualidad, y te enteras antes que el interesado de algo que le afecta directamente.

Si es algo bueno no pasa nada, incluso te alegras imaginando su reacción cuando reciba la noticia, pero si es algo malo da mucha pena pensarlo en cualquier parte, ajeno a lo que se le viene encima y con una sonrisa en los labios que sabes que no tardará en desaparecer.

Pero no podemos cambiar su destino, o al menos no siempre. Tampoco podemos advertirle porque no serviría de nada, y si le van a decir algo malo sí o sí, puede que sea mejor dejarle en la ignorancia un poquito más... Cuando se trata de romper la felicidad de otra persona, es mejor no darse prisa, pero desde luego que a veces es uno mismo el que desearía vivir sin saber ciertas cosas.

domingo, 7 de marzo de 2010

O inconcebible...

"Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido".

Pablo Neruda

Términos medios

Con lo poco populares que son los términos medios y el éxito que tienen. Desde luego que destacan mucho más los extremos, pero al final la gente no suele decantarse por ellos. Aunque por suerte -especialmente para algunos- hay excepciones.

Normalmente nadie quiere retos demasiado fáciles que les aburran ni demasiado complicados que les superen. Tampoco gusta la gente demasiado amable y servicial, porque llega a hacerle a uno sentir incómodo, ni la excesivamente antipática. Ni suele gustar alguien que está todo el día trabajando, como tampoco un vago que no da palo al agua. Ni soso ni salado. Ni calvo ni con tres pelucas.

Y además de gustar más, también son los más comunes. La gente en general no suele tener una vida demasiado diferente a la del resto, pero la mayoría suele pensar o suele querer creer que la tiene. Que vive en esos extremos. Que lo que les sucede es extraordinario, o que su forma de ser es única. Pero la mayoría se equivoca. En realidad casi todos somos más normales de lo que nos gustaría, y aunque muchos creamos lo contrario, la mayoría de las veces nosotros mismos nos quedamos con los términos medios, que tal vez sean menos atractivos o tengan una puesta en escena menos espectacular, pero es mucho más sencillo vivir con ellos.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Malo conocido

Nunca me ha terminado de gustar el servicio de autobuses de mi ciudad, pero después de conocer el de la ciudad vecina, creo que voy a adorar el de la mía.

No se paran en su parada, sino donde les da la gana, y eso si les da la gana de parar. Cuando por fin lo hacen, nadie te asegura que te dejen subir, porque parece que recogen a unos pocos cada vez, vaya que aprovechen el espacio y lleven a todo el que lo necesite... Si quieres preguntar algo al conductor, suerte... porque si pegas en la puerta para que te abran y es la última parada, no te abren para contestarte, sino que te ignoran y salen corriendo. Y no esperes que se queden dos segundos a esperarte si te ven correr detrás del coche, porque al contrario que en mi ciudad, no lo harán. Encima los autobuses parecen diseñados en el neolítico y son de lo más incómodos.

En mi ciudad, sin embargo, los hay que no emprenden la marcha, si ven que subió una persona mayor, hasta que ven que se ha sentado. O te abren la puerta aunque estés un poco más allá de la parada, porque se paran en su sitio, sí... Y sobretodo te dejan hacerles preguntas y te contestan amablemente: si ésa no es la línea que debes coger, te indican cuál es la tuya y dónde cogerla. Si les saludas te responden (en la ciudad de al lado no), y muchos además con la sonrisa puesta. Y aunque a veces los asientos no sea muy agradecidos con quienes llevamos el pelo un poco largo, son infinitamente más confortables que los del otro sitio.

Bien es cierto que no se puede generalizar, ya que en mi ciudad también hay algún conductor rancio, y en la otra imagino que los habrá majos también, pero desde luego que la balanza se inclina a favor de mi ciudad, porque en ella lo raro es encontrarte algo que no te guste, y en la otra lo que aún espero es encontrar algo que sí... Así que al final será cierto que más vale malo conocido que bueno por conocer. Y que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde... aunque por suerte para mí no tardaré en recuperarlo.

lunes, 1 de marzo de 2010

Su ciudad

Esta ciudad está maldita. Sus calles están hechas de sueños que nunca llegan a realizarse, de promesas que nadie piensa cumplir, de palabras que se quedan congeladas en el frío de la noche. Porque es fría, es muy fría; es incluso hostil.

Es como él. El aire lleva su olor y los hombres su cara, y su voz se ha metido en sus cuerpos sin que ellos se diesen cuenta. Pero yo sí lo sé, yo sí lo he visto. Y no sé si es que él es así por ella o ella es así en su nombre, pero me da la sensación de que son uno y ninguno me soporta.