Cuando eres pequeño hablas continuamente de todo lo que harás cuando seas mayor. En esa época, que parece interminable, vas acumulando tareas para ese momento, sin preocuparte demasiado todavía de si tendrás las capacidades necesarias para llevarlas a cabo.
Conforme van pasando los años y tú creces, te vas preguntando, poco a poco y al volver la vista hacia todo lo que ya has logrado, si acaso ya eres mayor. Si todo lo que tienes es poca cosa, si tendrías que tener mucho más, o si debes estar orgulloso de ti.
Normalmente nunca es suficiente, y uno se consuela pensando que tampoco es tan mayor. Que tal vez todo lo que aún le queda lo consiga en los años venideros. Pero pensando de ese modo nunca se termina de crecer. Por eso, de hecho, puede que nunca dejemos de hacerlo, puede que nunca seamos mayores. Y es así, o si no al menos hay que tratar de no ser nunca tan mayores como para dejar de perseguir sueños.