Cuando alguien se enfada contigo tienes dos opciones: o lo dejas estar o tratas de arreglarlo. Pero muchas veces, la gente, intentando solucionar algo, sólo consigue empeorarlo. Y es que cuando tiras algo y lo dejas hecho añicos, el otro, en muchas ocasiones, no quiere una justificación ni una excusa. Quiere simplemente una disculpa. Que seas capaz de admitir que te has equivocado, o que has hecho algo mal, aunque ésa no fuese tu intención.
Sin embargo, a muchos les cuesta reconocer sus errores. Bueno, no. Es mentira. En realidad creo que nos cuesta a todos, sólo que unos se esfuerzan y finalmente lo hacen y otros prefieren la comodidad de mirar siempre hacia otro lado y que sea otro el que lo haga.
Pues si no estás dispuesto a admitir tu parte de culpa, mejor déjalo estar. ¿Que por qué? Pues porque si es así, es porque estás seguro de que la culpa no es tuya en absoluto, sino del otro, y crees que es él quien debe dar el paso si es que quieres todavía que lo dé, o si no, porque tienes la pueril esperanza de que todo se solucione por arte de magia y sin tener que sacrificar tu orgullo.
Si de verdad alguien te merece la pena, si realmente estás interesado en no perder a esa persona, tragarte tu orgullo sólo será un mal menor. Pero, por favor, no hagas como si quisieras arreglar algo con alguien por quien ni siquiera estés dispuesto a hacer eso.