Un círculo. No. No pienses en un círculo. Ni se te ocurra imaginar nada que tenga esa forma. Vamos, apártalo. Olvídate de que los círculos existen y no los recuerdes nunca más.
Esto es como lo del oso blanco, ¿no? Si te dicen que no pienses en ello, lo piensas más. Cuando tratas de olvidar a alguien pasa algo parecido. Es como si te castigases al descubrirte pensando en esa persona o recordando algo que tenga que ver con ella. Pero eso no sirve de nada.
Acuérdate. Especialmente, piensa en el motivo por el que quieres olvidarla. Duele, ¿verdad? Claro que duele. Si no no te esforzarías en borrarla de tu mente. La dejarías en un rincón hasta que el tiempo la fuese emborronando, eliminándola casi por completo. Pero no. Quieres olvidarla porque te hace daño que esté ahí.
Repítetelo, repítetelo. Siente una punzada de dolor en el pecho cuando lo recuerdes todo. Sufre, llora, y desespérate, porque poco a poco se irá yendo. Acabarás dándote cuenta de que has pensado en ella y ya no has sentido ese dolor. Que cada vez lo sientes más lejos, y que ya no te hace tanto daño desde la distancia.
No hay que evitar pensar, sino justamente lo contrario. Cuando agotes tu dolor desaparecerá. Por eso, no lo dejes creciendo en una esquina, haciéndose más fuerte. Termina con él cuanto antes, porque si no será él quien acabe contigo.