viernes, 3 de junio de 2011

Teleoperadoras

Hay quien piensa que muchos son antipáticos con las teleoperadoras que les llaman porque necesitan descargar su ira o su frustración, y esa pobre persona anónima (o no tanto, porque algunas se presentan) se cruza en su camino y se convierte en blanco fácil. Evidentemente, quien dice teleoperadora, dice teleoperador, pero utilizo el femenino porque, al menos a mi casa, llaman más mujeres que hombres.

El caso es que creo que a veces es cierto... Más de uno aprovecha la ocasión para liberar un mal genio (vaya usted a saber por qué) contenido. Pero debo decir que, en la mayoría de los casos, se lo buscan ellas solitas. O, mejor dicho, los que les pagan las hacen buscárselo.

Me imagino que no son tan pesadas por gusto. Entiendo que es su trabajo e imagino que la razón de su insistencia no es responsabilidad de ellas, sino de sus superiores. Pero ellos... ¿acaso creen que sus tácticas funcionan? ¿En serio piensan que haciéndote repetir seis veces que NO te interesa lo que te ofrecen les vas a soltar un SÍ a la séptima? ¿Les parece que las casi súplicas de una telefonista les dan buena imagen? Creo que al final sólo consiguen hacer sentir mal a sus trabajadoras, porque estoy segura de que a la mayoría les molesta tremendamente tener que acosar e incordiar a la gente, y además dar mala imagen a su empresa. Por lo menos, la que yo tenía de determinadas empresas ha caído bastante, y más de una vez, tras tener que soportar repetidas veces su publicidad y su persistencia.

Y es que insistir demasiado causa el efecto contrario en muchas personas. Cuanto más pretendas cambiar mi voluntad, teniéndola yo tan clara, menos ganas me van a dar de contratar tus servicios.

Sí. Todo esto viene a que hoy me tocó atender a una teleoperadora, que me dijo que, según observaba, en el pasado estuve con su compañía pero, ahora, lamentablemente, (no para mí ni para mi actual compañía, desde luego) estaba con otros. Le he dicho que precisamente porque ya tuve contratada su compañía en el pasado ahora no quería saber nada de ella. Ha insistido en hablarme de sus ofertas, y creo que unas cinco o seis veces le he dicho claramente que no me interesaba su compañía ni nada que tuviese que ver con ella y que tampoco me iba a interesar en el futuro. Pues bien, al final la muchacha ha perdido el tiempo (también me lo ha hecho perder a mí) y su compañía la dignidad con sus ruegos (no ella, porque entiendo que sólo quiere un sueldo a finales de mes). Evidentemente, no he contratado sus servicios, y obviamente me ha molestado profundamente tal intromisión y esa manera de seguirte dando la brasa cuando ya has dicho que no y además varias veces... Pero al final he acabado contenta. He sido capaz de darle largas sin soltar ni un grito ni una palabra más fea de la cuenta. Me ha costado, pero no he pagado con la muchacha lo que en realidad me irrita la compañía para la que trabaja. Hoy por lo menos, mi mala leche no ha tenido que pagarla nadie.