Es una pena no poder controlarla, pero eso a la vez la hace más especial... Puede aparecer en cualquier momento, en cualquier situación, y desafortunadamente no siempre estamos preparados para recibirla. Desde luego, mis mejores relatos no han llegado nunca a salir de mi cabeza... porque se elaboran ahí cuando doy vueltas en la cama y, una vez fuera al día siguiente, soy incapaz de recrearlos tan increíbles como lo eran la noche anterior.
No obstante, ése es el menor de los problemas... porque si tienes los cimientos, al menos algo parecido puedes construir encima. Lo malo es que cada vez viene más de tarde en tarde, y temo que llegue el día en que desaparezca por completo. Espero que por lo menos en su última visita me regale algo espectacular... y sobre todo que no me avise de que no volveremos a vernos: odio las despedidas.