Últimamente me he estado acordando de alguien que hace tiempo que ya no me importa, pero lo hizo algún día. Por una mezcla de casualidad y causalidad volvió durante unos segundos sin quererlo siquiera... y eso me hizo recordar.
No son malos recuerdos, aunque como vivencias me resultaron de las más desagradables de mi vida. Con el paso del tiempo uno aprende a reírse hasta de lo que le hizo daño, porque tras unos años incluso se agradecen las heridas. ¿Qué sería de mí sin mis cicatrices? Tal vez seguiría siendo igual de estúpida que entonces, aunque en realidad es sólo algo menos de lo que lo soy ahora... Pero por pequeños que hayan sido sé que he subido unos cuantos escalones desde que sucedió aquello.
Lo que más me impresionó de todo fue el vértigo que sentí cuando recreé en mi imaginación una vez más el recuerdo que tengo de ese viaje... El amarillo de los campos de Castilla, la carretera bajo mis pies, los sueños, luchando dentro de mí por salir fuera y convertirse en realidad... Ha pasado mucho tiempo. Tanto, que posiblemente si no hubiese sentido ese dolor no podría acordarme ahora de cómo fue todo aquello y de las cosas que aprendí. De cuándo empecé a crecer.