jueves, 19 de agosto de 2010

Dime con quién andas...

No suelo tener mucho que ver con la gente que conozco. Y es que se pueden compartir con los que nos rodean millones de cosas, montones de experiencias. Se les puede querer y ser feliz con ellos, pero no necesariamente tenemos que ser iguales.

Creo que a veces la gente confunde la compatibilidad con la igualdad. Quizás tu forma de ser te permita estar en armonía con otros que son de otro modo, pero no por ir con ellos tú eres de esa forma. Pero lo cierto es que, si te ven al lado de una persona, te tratan como a ella. Dan por hecho que te gusta lo que a ella le gusta, que te disgustan las mismas cosas, que te apetece hacer lo mismo, que tus intenciones son las suyas, que pensáis igual sobre todos los temas...

Es como si no estar solo te dejase sin personalidad. La gente se comporta contigo como si fueras otro sin pararse a comprobar cómo eres tú. Y te juzgan, te sentencian y te condenan. Pero no saben que en realidad se lo están haciendo al otro.