domingo, 30 de mayo de 2010

Complejos

Con el verano, además del sol, salen los complejos. Casi todo el mundo tiene alguno, y muchos varios, y en la playa es donde más se ve cómo los lleva cada uno. De hecho, la ausencia de algunas personas allí son la evidente de lo mal que llevan los suyos.

Un complejo puede estar basado en un defecto real o ser más bien imaginario. Cierto es que cada pequeño detalle que nos vemos nosotros pensamos que será observado también por los demás, cuando la realidad es que luego hay ciertas cosas en las que después nadie se fija. Pero, aun así, de una tontería se hace una gran bola. Y también están las cosas que todo el mundo puede ver sin necesidad de coger una lupa y que son innegables.

Pues bien, aunque más en el caso de los complejos que basamos en estupideces imperceptibles al resto de mortales, en general deberíamos no tener complejos. Parece que sea una vergüenza no tener un cuerpo o una cara perfectos, pero nada más lejos de la realidad. Nadie debería apurarse por cómo le hayan tratado la genética o la mala suerte, pero lo hacemos y no es por culpa de otra cosa que de nosotros mismos.

Es la propia gente la que hace que los otros se sientan acomplejados. Aprovechan cada defecto que ven para burlarse de alguien o criticarlo, cuando lo que deberíamos hacer todos es ser más comprensivos y menos superficiales. Y eso tanto con los demás como con nosotros mismos, porque a veces con nosotros somos más duros que con el resto.