viernes, 31 de octubre de 2008
Halloween
En mi país hay tres tipos de opinión con respecto a esta tradición americana: están los que la disfrutan, los indiferentes y los que la critican. Lo más gracioso de estos últimos es que, normalmente, esgrimen como único argumento en contra su lugar de procedencia. Pues menuda estupidez. Igual que me opongo a algunas fiestas populares de mi país (como las corridas de toros), puedo aplaudir las de otros sitios y quedármelas si me gustan.
En Halloween no se enseña a los niños a disparar, ni se les ceba a hamburguesas. Simplemente disfrutan disfrazándose, contando historias de terror y recolectando unos cuantos caramelos. Creo que divertirse con algo que es sano, por mucho que venga de un sitio donde pocas cosas lo son, es plausible. Y quien nunca haya ido al McDonald's, que tire la primera piedra.
En Halloween no se enseña a los niños a disparar, ni se les ceba a hamburguesas. Simplemente disfrutan disfrazándose, contando historias de terror y recolectando unos cuantos caramelos. Creo que divertirse con algo que es sano, por mucho que venga de un sitio donde pocas cosas lo son, es plausible. Y quien nunca haya ido al McDonald's, que tire la primera piedra.
Lo que más importa
La gente suele dar excesiva importancia a dónde nace una lágrima, cuando lo verdaderamente importante es dónde muere: no es igual un pañuelo de papel que el hombro de un buen amigo.
jueves, 30 de octubre de 2008
Silbidos
Está oscuro. Está oscuro y hace frío. Me tapo hasta la cabeza y todo está en silencio. Como todo está en silencio, se oye mejor. Un silbido. Aquí no hay nadie más, así que debe ser mi respiración. Un par de experimentos habrían de valer para comprobarlo. Inspiro. No espiro. Espero unos segundos y, finalmente, lo hago. Oigo el silbido. Vuelvo a tomar aire y lo suelto. El silbido. Inspiro y vuelvo a esperar. Cuando dejo escapar el aire por mi nariz, se vuelve a escuchar el silbido. Varias veces así. Sí: el silbido es mi respiración.
Continúo respirando con normalidad y el silbido me acompaña en esta noche sosegada. Hago una pausa, por el placer de volver a comprobar que sólo soy yo. Se oye el silbido. No puede ser, porque yo no he llegado a soltar el aire. Contengo la respiración un rato más y vuelvo a escuchar el silbido. Esta vez no soy yo, y, aparte de mí, en la habitación no hay nadie. No puedo aguantar más y respiro otra vez. Ahora el silbido es más corto y frecuente: mi respiración se ha agitado. También comparte la habitación con el otro, que permanece igual de tranquilo que cuando empezó a oírse.
Mi corazón entra en juego. Oigo sus latidos, y dos silbidos: uno preso de la angustia y otro ajeno a ella. Entre ese pequeño alboroto de sonidos mínimos me parece distinguir una voz. Apenas puedo entender lo que dice. El susurro del viento podría llegar a ser más inteligible.
-Ahhbghfff... Errrfff...
Durante cuatro segundos dejo de oír silbidos y latidos y oigo solamente la voz, esta vez alta y clara, en mi cabeza:
-Olvidaste decirle cuánto te importaba.
Mi primera reacción es un ligero temblor general, que termina en un pequeño estremecimiento en lo más alto de mi espalda. Todos mis músculos se relajan y vuelvo a respirar tranquila. El silbido que oigo ahora es único y lo produzco enteramente yo. Es de nuevo como cuando empecé a oírlo. Suave, parsimonioso, laxo.
Ya puedo dormir tranquila. Sólo era mi conciencia, aunque debe haber cogido frío: hace ruido al respirar y apenas puedo entender lo que me dice. Será por eso que llevaba tanto tiempo sin decirme nada.
Continúo respirando con normalidad y el silbido me acompaña en esta noche sosegada. Hago una pausa, por el placer de volver a comprobar que sólo soy yo. Se oye el silbido. No puede ser, porque yo no he llegado a soltar el aire. Contengo la respiración un rato más y vuelvo a escuchar el silbido. Esta vez no soy yo, y, aparte de mí, en la habitación no hay nadie. No puedo aguantar más y respiro otra vez. Ahora el silbido es más corto y frecuente: mi respiración se ha agitado. También comparte la habitación con el otro, que permanece igual de tranquilo que cuando empezó a oírse.
Mi corazón entra en juego. Oigo sus latidos, y dos silbidos: uno preso de la angustia y otro ajeno a ella. Entre ese pequeño alboroto de sonidos mínimos me parece distinguir una voz. Apenas puedo entender lo que dice. El susurro del viento podría llegar a ser más inteligible.
-Ahhbghfff... Errrfff...
Durante cuatro segundos dejo de oír silbidos y latidos y oigo solamente la voz, esta vez alta y clara, en mi cabeza:
-Olvidaste decirle cuánto te importaba.
Mi primera reacción es un ligero temblor general, que termina en un pequeño estremecimiento en lo más alto de mi espalda. Todos mis músculos se relajan y vuelvo a respirar tranquila. El silbido que oigo ahora es único y lo produzco enteramente yo. Es de nuevo como cuando empecé a oírlo. Suave, parsimonioso, laxo.
Ya puedo dormir tranquila. Sólo era mi conciencia, aunque debe haber cogido frío: hace ruido al respirar y apenas puedo entender lo que me dice. Será por eso que llevaba tanto tiempo sin decirme nada.
miércoles, 29 de octubre de 2008
Me olvido
Esta vez el tiempo no se ha detenido, ni se ha congelado. Se ha derretido, y con él cada gesto, cada palabra, cada momento... Todo lo que compartimos se ha ido escurriendo poco a poco, y ahora sólo queda el surco por el que pasaron nuestros recuerdos antes de caer al vacío. Ése que no alcanzo cuando estiro la mano intentando encontrar la tuya. El mismo que se ha quedado todo el cariño que nos teníamos. El que nos ha empujado al olvido... porque si nada cambia y todo sigue igual es por eso, porque ya no te recuerdo y ya no me recuerdas.
Cierro los ojos e intento buscarte, pero no estás. Nunca estás, y no sé si quiero que estés... Que vuelvas y te traigas todo lo que se nos ha perdido... o que te quedes donde hayas ido y no vengas nunca más a por mí... Que te olvides de que me conociste e incluso de que ya me has olvidado.
No estoy segura de qué es mejor para ti. Ni para mí. Pero aunque me olvides... y el olvido no venza al vacío, ni éste luche contra el tiempo... yo no me resignaré. Los desafiaré a todos ellos, contemplando la cicatriz que creó el peso de nuestra memoria. Te volveré a traer entero a mis recuerdos, con lo que vivimos... aunque también vengas con las lágrimas que me arrancaste un día. Aunque sepa que ya no te podré sacar de allí.
Cierro los ojos e intento buscarte, pero no estás. Nunca estás, y no sé si quiero que estés... Que vuelvas y te traigas todo lo que se nos ha perdido... o que te quedes donde hayas ido y no vengas nunca más a por mí... Que te olvides de que me conociste e incluso de que ya me has olvidado.
No estoy segura de qué es mejor para ti. Ni para mí. Pero aunque me olvides... y el olvido no venza al vacío, ni éste luche contra el tiempo... yo no me resignaré. Los desafiaré a todos ellos, contemplando la cicatriz que creó el peso de nuestra memoria. Te volveré a traer entero a mis recuerdos, con lo que vivimos... aunque también vengas con las lágrimas que me arrancaste un día. Aunque sepa que ya no te podré sacar de allí.
martes, 28 de octubre de 2008
sábado, 25 de octubre de 2008
Malditos principios
Quién sabe cómo sería ahora mi vida si no fuese por ellos. Y que conste que no me avergüenzo de ellos ni me arrepiento de tenerlos, pero en los tiempos que corren, son como una ráfaga de viento en sentido contrario cuando estás luchando contra la corriente de un río.
Supongo que ni quiero ni puedo deshacerme de ellos... pero qué bien vendría para algunas cosas. Qué se le va a hacer, yo no tengo unos de repuesto para cuando a otros no les gustan... Y qué coño, nadando uno se pone más fuerte. A contracorriente mucho más.
Supongo que ni quiero ni puedo deshacerme de ellos... pero qué bien vendría para algunas cosas. Qué se le va a hacer, yo no tengo unos de repuesto para cuando a otros no les gustan... Y qué coño, nadando uno se pone más fuerte. A contracorriente mucho más.
viernes, 24 de octubre de 2008
Referentes
A veces uno olvida por completo cómo es. Qué quiere, qué le gusta, por qué (si es que existe un porqué), hasta dónde ha llegado y hacia dónde le gustaría llegar. Esto puede, obviamente, ocurrir por muchas razones diferentes, y más veces en unos que en otros. A mí me pasa con relativa frecuencia, y a veces me doy cuenta de que me está sucediendo porque me encuentro con un referente.
Un referente es, sencillamente, otra persona, pero no es alguien que tiene algo que nos gustaría tener a nosotros, o que es como nos gustaría poder ser algún día. Es alguien que es como yo he sido, o que tiene cosas que yo he tenido. Veo a esas personas y me descubro en ellas, y es entonces cuando esa cara que me devuelve miradas en el espejo vuelve a tornárseme familiar. Me doy cuenta de que lo que siento con esas personas no es envidia, es rabia: rabia porque tienen algo que a mí se me ha perdido pero que sé que puedo recuperar. Que sé que tengo que recuperar, porque es mío, es mi identidad, y aunque a veces se me olvide quién o qué soy o se le olvide a los demás, lo sigo siendo.
Así que, aunque los referentes al principio me puedan hacer sentir algo desagradable, en el fondo los agradezco, porque en ocasiones son parte del camino que tengo que seguir hasta encontrarme. Luces que me guían en un sendero que ni siquiera me había dado cuenta de que había perdido.
Un referente es, sencillamente, otra persona, pero no es alguien que tiene algo que nos gustaría tener a nosotros, o que es como nos gustaría poder ser algún día. Es alguien que es como yo he sido, o que tiene cosas que yo he tenido. Veo a esas personas y me descubro en ellas, y es entonces cuando esa cara que me devuelve miradas en el espejo vuelve a tornárseme familiar. Me doy cuenta de que lo que siento con esas personas no es envidia, es rabia: rabia porque tienen algo que a mí se me ha perdido pero que sé que puedo recuperar. Que sé que tengo que recuperar, porque es mío, es mi identidad, y aunque a veces se me olvide quién o qué soy o se le olvide a los demás, lo sigo siendo.
Así que, aunque los referentes al principio me puedan hacer sentir algo desagradable, en el fondo los agradezco, porque en ocasiones son parte del camino que tengo que seguir hasta encontrarme. Luces que me guían en un sendero que ni siquiera me había dado cuenta de que había perdido.
Challenges
Cuando me preguntan cuáles conseguí siempre pienso que ninguno. Entiendo que un reto es algo complicado que consigues después de pasar muchas dificultades, algo que cuesta un mundo alcanzar, y si miro hacia atrás, creo que nunca hice ningún sacrificio por nada. Y recalco que "nada" no es "nadie", pero es que para mí, cuando das algo por alguien no llega a ser un sacrificio, por mal que lo pases, porque de algún modo te sientes bien sintiéndote mal por otra persona que crees que vale la pena. Cosas mías. Me refiero, por tanto, a logros más del tipo profesional.
Para muchos puede ser una gran ventaja no haber tenido nunca que esforzarse para conseguir lo que se quería, pero yo no lo veo así. Sé que no me faltan ambición, inteligencia, habilidades... pero carezco de algo mucho más importante que todo eso: fuerza de voluntad. Y es que el problema de no haber tenido nunca que hacer uso de ella es que la que podría haberse desarrollado en mí nunca lo hizo.
Una vez alguien dijo que "una sola gota, obstinada, puede perforar una piedra". Y qué cierto es... y qué frustrante saber qué le falta a uno y no saber de qué forma conseguirlo. O si lo vas a lograr algún día.
Ahora tengo un gran reto por delante. Y si finalmente lo llamo así es porque creo que no lo conseguiré en la vida. Si todo sale como espero, podré "sobrevivir" sin ello... pero me gustaría luchar, conseguir algo casi imposible gracias a mi esfuerzo.
A veces pienso que, si no puedo hacerlo por mí, debería poder hacerlo por otros. Hay gente que, precisamente por haber conseguido otras cosas sin apenas esfuerzo, cree que podré conseguir esto también, porque al no entender del tema no saben realmente lo difícil que es. No tienen ni idea de que, detrás de la seguridad que a veces aparento, asoma una duda casi tan grande como ese reto al que tengo que hacer frente: ¿soy realmente capaz de conseguirlo? En algún sitio debe estar el tope. Uno no puede con todo, y me pregunto si yo sólo voy a llegar hasta donde estoy. Espero que no, y también no defraudar a toda esa gente... pero me temo que esta vez no las tengo todas conmigo.
En estos momentos, aquella frase salta inevitablemente a mi cabeza: "mientras estés vivo puedes seguir luchando". Viva estoy. Ahora toca aprender a luchar.
Para muchos puede ser una gran ventaja no haber tenido nunca que esforzarse para conseguir lo que se quería, pero yo no lo veo así. Sé que no me faltan ambición, inteligencia, habilidades... pero carezco de algo mucho más importante que todo eso: fuerza de voluntad. Y es que el problema de no haber tenido nunca que hacer uso de ella es que la que podría haberse desarrollado en mí nunca lo hizo.
Una vez alguien dijo que "una sola gota, obstinada, puede perforar una piedra". Y qué cierto es... y qué frustrante saber qué le falta a uno y no saber de qué forma conseguirlo. O si lo vas a lograr algún día.
Ahora tengo un gran reto por delante. Y si finalmente lo llamo así es porque creo que no lo conseguiré en la vida. Si todo sale como espero, podré "sobrevivir" sin ello... pero me gustaría luchar, conseguir algo casi imposible gracias a mi esfuerzo.
A veces pienso que, si no puedo hacerlo por mí, debería poder hacerlo por otros. Hay gente que, precisamente por haber conseguido otras cosas sin apenas esfuerzo, cree que podré conseguir esto también, porque al no entender del tema no saben realmente lo difícil que es. No tienen ni idea de que, detrás de la seguridad que a veces aparento, asoma una duda casi tan grande como ese reto al que tengo que hacer frente: ¿soy realmente capaz de conseguirlo? En algún sitio debe estar el tope. Uno no puede con todo, y me pregunto si yo sólo voy a llegar hasta donde estoy. Espero que no, y también no defraudar a toda esa gente... pero me temo que esta vez no las tengo todas conmigo.
En estos momentos, aquella frase salta inevitablemente a mi cabeza: "mientras estés vivo puedes seguir luchando". Viva estoy. Ahora toca aprender a luchar.
miércoles, 22 de octubre de 2008
Aunque nunca...
"Tu fantástico argumento sólo necesita de dos preguntas para ser desmontado. ¿Guardas un buen recuerdo de ella? ¿Yo te quiero? Pues ya no hay nada más que decir...".
lunes, 20 de octubre de 2008
El silencio
Tan bonito cuando lo elegimos y tan desagradable cuando nos lo imponen... Pero es una barrera difícilmente franqueable y, además, no siempre se sabe si se quiere cruzar al otro lado. No es miedo a lo que haya ahí detrás, aunque dé un poco de respeto. Es miedo a que, una vez superada, nos vuelvan a levantar esa pared.
Hay ciclos que cansan, círculos que se hacen interminables y que nos agotan en nuestro intento por hacerles, al menos, ir más despacio. ¿Será que el único modo de frenarlos es romperlos? Prefiero pensar que no es así. Me niego, de hecho, a hacerlo, pero no puedo pararlos y ahora tengo uno detenido en aquel muro.
Quizás haya más formas pero se agoten las ganas de buscarlas. O tal vez se rompan antes que el silencio.
Hay ciclos que cansan, círculos que se hacen interminables y que nos agotan en nuestro intento por hacerles, al menos, ir más despacio. ¿Será que el único modo de frenarlos es romperlos? Prefiero pensar que no es así. Me niego, de hecho, a hacerlo, pero no puedo pararlos y ahora tengo uno detenido en aquel muro.
Quizás haya más formas pero se agoten las ganas de buscarlas. O tal vez se rompan antes que el silencio.
domingo, 19 de octubre de 2008
Sensaciones
"Dormir mientras los demás se divierten fuera".
"Hacer una operación matemática y darte cuenta, casi al final, de que te equivocaste en uno de los primeros cálculos".
"Llamar a alguien con quien quieres hablar y que comunique".
"Estar nerviosa porque vas a estrenar un vestido genial y, al salir, vérselo puesto a una tía buenorra a la que le queda muchísimo mejor".
"Tener preparada la ropa del día y darte cuenta de que está manchada cuando te la vas a poner".
"Que se te gire el paraguas en un día de lluvia".
"Leer un libro hasta el final y ver que le han arrancado la última página".
"Pillar a alguien en una mentira".
"Ir a comprar y que la tienda esté cerrada".
"Romper algo de otra persona".
"Querer deslumbrar con una genialidad y desconcertar con una gilipollez".
Pues a mí me ha gustado el juego...
"Hacer una operación matemática y darte cuenta, casi al final, de que te equivocaste en uno de los primeros cálculos".
"Llamar a alguien con quien quieres hablar y que comunique".
"Estar nerviosa porque vas a estrenar un vestido genial y, al salir, vérselo puesto a una tía buenorra a la que le queda muchísimo mejor".
"Tener preparada la ropa del día y darte cuenta de que está manchada cuando te la vas a poner".
"Que se te gire el paraguas en un día de lluvia".
"Leer un libro hasta el final y ver que le han arrancado la última página".
"Pillar a alguien en una mentira".
"Ir a comprar y que la tienda esté cerrada".
"Romper algo de otra persona".
"Querer deslumbrar con una genialidad y desconcertar con una gilipollez".
Pues a mí me ha gustado el juego...
viernes, 17 de octubre de 2008
Miradas atrás
A veces es imposible no tener presente el pasado. Cada historia es diferente. Todas tienen algo que las hace únicas, pero nosotros difícilmente cambiamos. Aunque ahora tantas cosas sean distintas, a pesar de aprender o de haber madurado, somos en esencia los mismos.
No es complicado cometer los mismos errores. Vivir, al fin y al cabo, las mismas historias con otros personajes y guiones... Hay giros irrepetibles, pero muchas veces pasa que el final no difiere.
Acostumbrados al dolor, sufrimos un poco menos... Ya no lloramos como aquella primera vez. La esperanza se desvanece cuando llega la resignación. Ahora sabemos que todo pasa, que el tiempo es capaz de curar cualquier cosa, pero después de unas cuantas derrotas el espíritu luchador se va y nos abandonamos a lo que nos pasa.
Ya no hay peleas con la realidad por haber sido cruel. Ya no discutimos con el mundo por habernos tenido engañados. Giramos la cara y esperamos a que todo pase solo.
Extraño aquellas batallas. Pensar que, mientras estés vivo... puedes seguir luchando. Y saber que mis esfuerzos nunca serán en vano. Aunque todo eso ya no esté, sé que volverá. Yo volveré... cuando me encuentre, porque hay momentos en la vida en que es difícil dar con uno mismo, pero ya me estoy empezando a echar de menos a mí también.
No es complicado cometer los mismos errores. Vivir, al fin y al cabo, las mismas historias con otros personajes y guiones... Hay giros irrepetibles, pero muchas veces pasa que el final no difiere.
Acostumbrados al dolor, sufrimos un poco menos... Ya no lloramos como aquella primera vez. La esperanza se desvanece cuando llega la resignación. Ahora sabemos que todo pasa, que el tiempo es capaz de curar cualquier cosa, pero después de unas cuantas derrotas el espíritu luchador se va y nos abandonamos a lo que nos pasa.
Ya no hay peleas con la realidad por haber sido cruel. Ya no discutimos con el mundo por habernos tenido engañados. Giramos la cara y esperamos a que todo pase solo.
Extraño aquellas batallas. Pensar que, mientras estés vivo... puedes seguir luchando. Y saber que mis esfuerzos nunca serán en vano. Aunque todo eso ya no esté, sé que volverá. Yo volveré... cuando me encuentre, porque hay momentos en la vida en que es difícil dar con uno mismo, pero ya me estoy empezando a echar de menos a mí también.
jueves, 16 de octubre de 2008
I wish I could...
'The people and the friends that we have lost, or the dreams that have faded... Never forget them'.
Yuna, FFX
miércoles, 15 de octubre de 2008
Envidia
Pero no de la que te hace perder los nervios. Porque yo también quiero... Creo que acabo de empezar a echar de menos algo que no he tenido nunca, y me parece que voy a continuar haciéndolo, porque sólo vive en mi cabeza.
No puede volver, porque nunca se ha ido. Sólo me queda matar esa pequeña envidia avivando a la esperanza y haciéndola más grande, pensando que algún día el mío se hará real, que en cualquier momento puedo verle aparecer, aunque íntimamente sepa que sólo me estoy engañando.
Yo no miento... a los demás. Mientras, yo me acuesto con mis sueños.
No puede volver, porque nunca se ha ido. Sólo me queda matar esa pequeña envidia avivando a la esperanza y haciéndola más grande, pensando que algún día el mío se hará real, que en cualquier momento puedo verle aparecer, aunque íntimamente sepa que sólo me estoy engañando.
Yo no miento... a los demás. Mientras, yo me acuesto con mis sueños.
martes, 14 de octubre de 2008
Telepatía
Un agujero en los leotardos idéntico al de mi hermana, estando separadas. Una llamada que comunica porque se cruza con la que entra de la persona a la que llamaba. Una estela de avión y una perdida a esa misma hora. Hoy... esto.
Anoche terminé de enamorarme de un libro escrito en 1988. Hoy, 14 de Octubre de 2008, he consultado la web de la autora para ver otros títulos suyos, y uno destacaba: 'Now on sale!'. Miro la portada y veo un par de piezas de ajedrez. No puede ser... Después leo el prólogo y se trata de la continuación del libro de hace más de veinte años que me conquistó la noche pasada... y sobre la portada se puede leer 'Coming 10-14-08'. Ya se sabe que los angloparlantes colocan primero el mes en la fecha y después el día, al contrario que nosotros, así que la fecha era... 14-10-08. Hoy. Justo hoy salía su secuela.
Un poco más todavía. Busco información sobre los protagonistas del libro, ya que muchos de ellos son personajes históricos reales cuya historia se encargó magistralmente la autora de hacer encajar en la trama. Encuentro que un asesinato ocurrió tal y como sucede en la obra... con una pequeña diferencia que, de todos modos, podría ser así... Y hay un dibujo que me resulta familiar. Una imagen de esas que me llamaron la atención algún día y guardé en mi disco duro, y que resulta ser el cuadro que otro de los protagonistas del libro (pero en su versión de carne y hueso) hizo sobre la muerte de aquel otro. Ahora entiendo por qué la tenía titulada como "David"...
Me da igual llamarlo casualidad, coincidencia, telepatía... pero sea de una forma o de otra, creo que "eso" es algo. Porque dicen que el mundo es un pañuelo, pero visto más objetivamente, en el mundo hay unos 6.500 millones de personas. Unos 200 países. Sé que hay quien no cree en nada que no sea azar, pero a mí precisamente me cuesta no creer que algunas cosas no lo sean, ya que, de las infinitas combinaciones que pueden resultar de ahí, muchas se repiten en el tiempo de una forma harto curiosa.
Lugares y personas, emociones y sentimientos, situaciones y pensamientos... Innumerables y a la vez imantados, como predestinados -si queremos llamarlo así- a encontrarse en un universo de posibilidades una y otra vez.
Para quien no lo haya adivinado ya, el libro es "El ocho", en inglés, 'The eight', y su secuela, 'The fire', aunque para tenerla en castellano deberemos esperar aún un tiempo... A quien no lo conozca, se lo recomiendo encarecidamente... aunque como ya dije más o menos por ahí, para gustos hay colores. Y libros a montones.
Anoche terminé de enamorarme de un libro escrito en 1988. Hoy, 14 de Octubre de 2008, he consultado la web de la autora para ver otros títulos suyos, y uno destacaba: 'Now on sale!'. Miro la portada y veo un par de piezas de ajedrez. No puede ser... Después leo el prólogo y se trata de la continuación del libro de hace más de veinte años que me conquistó la noche pasada... y sobre la portada se puede leer 'Coming 10-14-08'. Ya se sabe que los angloparlantes colocan primero el mes en la fecha y después el día, al contrario que nosotros, así que la fecha era... 14-10-08. Hoy. Justo hoy salía su secuela.
Un poco más todavía. Busco información sobre los protagonistas del libro, ya que muchos de ellos son personajes históricos reales cuya historia se encargó magistralmente la autora de hacer encajar en la trama. Encuentro que un asesinato ocurrió tal y como sucede en la obra... con una pequeña diferencia que, de todos modos, podría ser así... Y hay un dibujo que me resulta familiar. Una imagen de esas que me llamaron la atención algún día y guardé en mi disco duro, y que resulta ser el cuadro que otro de los protagonistas del libro (pero en su versión de carne y hueso) hizo sobre la muerte de aquel otro. Ahora entiendo por qué la tenía titulada como "David"...
Me da igual llamarlo casualidad, coincidencia, telepatía... pero sea de una forma o de otra, creo que "eso" es algo. Porque dicen que el mundo es un pañuelo, pero visto más objetivamente, en el mundo hay unos 6.500 millones de personas. Unos 200 países. Sé que hay quien no cree en nada que no sea azar, pero a mí precisamente me cuesta no creer que algunas cosas no lo sean, ya que, de las infinitas combinaciones que pueden resultar de ahí, muchas se repiten en el tiempo de una forma harto curiosa.
Lugares y personas, emociones y sentimientos, situaciones y pensamientos... Innumerables y a la vez imantados, como predestinados -si queremos llamarlo así- a encontrarse en un universo de posibilidades una y otra vez.
Para quien no lo haya adivinado ya, el libro es "El ocho", en inglés, 'The eight', y su secuela, 'The fire', aunque para tenerla en castellano deberemos esperar aún un tiempo... A quien no lo conozca, se lo recomiendo encarecidamente... aunque como ya dije más o menos por ahí, para gustos hay colores. Y libros a montones.
Veinticuatro años
Todo eso ha hecho falta para que se obre el milagro. Ayer, por primera vez, lo que utilizaba para que me entrase sueño me lo quitó. Y es una sensación de lo más agradable, pero a la vez lo miro y es más grueso por delante que por detrás... donde apenas quedan unas páginas por leer. Ese tiempo, esas historias, esos personajes, a los que he acabado cogiendo cariño, van a marcharse en breve tras su pequeña visita.
Pero no sólo pasa con un libro... También con juegos o series. Y me pasó primero con lo segundo que con lo demás. Es por eso que sigo pensando que no es tan imprescindible eso de leer: hay muchas más formas de aprender, más maneras de empatizar con un personaje, más historias en otros lugares que nos hagan ver la vida desde otro punto de vista... Así que quizás sean los que presumen de ser grandes lectores los que en realidad pequen de lo que acusan a otros por no leer: de ignorantes, al no extender sus horizontes más allá de las letras.
¿Qué sería de nuestra historia sin la de ellos? Un juego sin final, un libro sin acabar, una serie sin concluir... Cada vez tengo más ganas de ser yo quien construya una de las piezas de la vida de otra persona. Y sé que lo voy a hacer.
Pero no sólo pasa con un libro... También con juegos o series. Y me pasó primero con lo segundo que con lo demás. Es por eso que sigo pensando que no es tan imprescindible eso de leer: hay muchas más formas de aprender, más maneras de empatizar con un personaje, más historias en otros lugares que nos hagan ver la vida desde otro punto de vista... Así que quizás sean los que presumen de ser grandes lectores los que en realidad pequen de lo que acusan a otros por no leer: de ignorantes, al no extender sus horizontes más allá de las letras.
¿Qué sería de nuestra historia sin la de ellos? Un juego sin final, un libro sin acabar, una serie sin concluir... Cada vez tengo más ganas de ser yo quien construya una de las piezas de la vida de otra persona. Y sé que lo voy a hacer.
domingo, 12 de octubre de 2008
We're not different
'Stop running! I know. Even if you find the kids, you might not be able to help them. Maybe something will happen that can never unhappen. That scares you, doesn't it? But you need to think about it now, really take it in. Look at you, you think you've got it so damn hard? Well, you hate being alone so let people in. Sure you might not answer the phone, but I don't see you throw it away either! [...] Which is it? A memory or us?'.
Tifa Lockhart, FFAC
sábado, 11 de octubre de 2008
Sobre gustos...
Nadie puede reprocharme lo que me gusta, pero a menudo mucha gente lo hace. Para que una preferencia musical o cinematográfica -por poner un ejemplo- sea tenida en cuenta el requisito suele ser que coincida con la del juez que está observando. Otras veces vale con que sea la misma que la de la mayoría. No sé qué es peor, si la prepotencia de los primeros o la falta de genuinidad de los segundos... No, lo peor es cuando eres tú quien sentencia a los demás sin darte cuenta.
Yo no tengo ni idea de por qué me gusta la mitad de las cosas que me gustan, ni puedo hacer nada por que me guste algo que no me atrae, aunque me pueda beneficiar... Así que es posible que los demás tampoco.
De todos modos, me parece lamentable que la gente sea capaz de amedrentarse ante la opinión de los demás. Por mucho que alguien llegue a importarte, no debería hacerlo si a quien respeta esa persona es a quien le gustaría que tú fueses y no a ti. Y si tú también le importas, no tendría que preocuparte que deteste algunas cosas que a ti te encantan... porque te querrá con ellas. Te querrá, a veces, por ellas, y por las que compartís... por todo lo que tú eres.
Así que, al final, tampoco me siento tan mal cuando me encuentro bajando la maza... porque sé que el otro sonreirá, como debería hacerlo yo en la situación inversa, y seguirá fiel a sí mismo, con lo que le gusta y lo que no le gusta, y sabiendo que ahora, para bien o para mal, nos conocemos un poquito más los dos.
Yo no tengo ni idea de por qué me gusta la mitad de las cosas que me gustan, ni puedo hacer nada por que me guste algo que no me atrae, aunque me pueda beneficiar... Así que es posible que los demás tampoco.
De todos modos, me parece lamentable que la gente sea capaz de amedrentarse ante la opinión de los demás. Por mucho que alguien llegue a importarte, no debería hacerlo si a quien respeta esa persona es a quien le gustaría que tú fueses y no a ti. Y si tú también le importas, no tendría que preocuparte que deteste algunas cosas que a ti te encantan... porque te querrá con ellas. Te querrá, a veces, por ellas, y por las que compartís... por todo lo que tú eres.
Así que, al final, tampoco me siento tan mal cuando me encuentro bajando la maza... porque sé que el otro sonreirá, como debería hacerlo yo en la situación inversa, y seguirá fiel a sí mismo, con lo que le gusta y lo que no le gusta, y sabiendo que ahora, para bien o para mal, nos conocemos un poquito más los dos.
viernes, 10 de octubre de 2008
Hoy
He soñado que soñaba algo con lo que ya había soñado... Pero no. Era la primera vez que llevaba una falda tan corta, y unas botas marrones tan altas que me ayudabas a quitarme metiendo mi pierna entre las tuyas, con una ternura que jamás habría imaginado que alguien podía inspirarme con un gesto tan vulgar...
Me pregunto si esa imagen, nueva para mí, se me antojó conocida porque ya la habías visto tú... Si me habré colado en tus pensamientos durante al menos el instante que duró esa visión, o fue todo simplemente un pequeño engaño de mi mente.
Sea como sea, si entrases tú ahora en los míos te sentirías como en una habitación repleta de espejos... en la que suena una de tus canciones.
Me pregunto si esa imagen, nueva para mí, se me antojó conocida porque ya la habías visto tú... Si me habré colado en tus pensamientos durante al menos el instante que duró esa visión, o fue todo simplemente un pequeño engaño de mi mente.
Sea como sea, si entrases tú ahora en los míos te sentirías como en una habitación repleta de espejos... en la que suena una de tus canciones.
jueves, 9 de octubre de 2008
El momento exacto
¿Cuál es el momento preciso en que todo se rompe? A veces las relaciones personales -y no hablo sólo de las amorosas- se tambalean. De hecho hay gente, entre la que me incluyo, que considera que lo más normal es que eso suceda. Una profesora mía solía comparar dichas relaciones con un funambulista: para no caer debe hacer equilibrios y estar en constante movimiento, ya que quedarse quieto significa acabar en el suelo, y ser demasiado brusco más de lo mismo.
Pero llega un momento en que todo se termina... Uno en que la pelea no es una de tantas, sino la última. Uno en que decidimos -o deciden otros- que ya no vale la pena seguir intentándolo. ¿Cuál es? Porque a veces es tan evidente el motivo que nadie necesita hablar de él, pero otras eso no ocurre, y al menos a mí me pasa que termino preguntándome en qué parte esa gente y yo nos distanciamos tan terriblemente como para dejar de tener razones para volver a reunirnos.
Supongo que lo que pasa es que el malestar acaba pesando más que la satisfacción cuando los subimos a la balanza. Lo que nos unía antes nos parecía grande, pero ahora es bastante pequeño si lo comparamos con lo que nos separa...
Quizás sea eso, o tal vez no... Sólo espero que esta vez se retrase un poco más ese momento, si es que tiene que llegar.
Pero llega un momento en que todo se termina... Uno en que la pelea no es una de tantas, sino la última. Uno en que decidimos -o deciden otros- que ya no vale la pena seguir intentándolo. ¿Cuál es? Porque a veces es tan evidente el motivo que nadie necesita hablar de él, pero otras eso no ocurre, y al menos a mí me pasa que termino preguntándome en qué parte esa gente y yo nos distanciamos tan terriblemente como para dejar de tener razones para volver a reunirnos.
Supongo que lo que pasa es que el malestar acaba pesando más que la satisfacción cuando los subimos a la balanza. Lo que nos unía antes nos parecía grande, pero ahora es bastante pequeño si lo comparamos con lo que nos separa...
Quizás sea eso, o tal vez no... Sólo espero que esta vez se retrase un poco más ese momento, si es que tiene que llegar.
miércoles, 8 de octubre de 2008
Un punto de encuentro
Echar de menos a alguien es una mierda. No sé qué es peor, si saber con certeza que vas a continuar haciéndolo durante el resto de tu vida o vivir con la incertidumbre... Pero de lo que sí estoy segura es de que es un asco.
Anoche me quedé dormida después de sentir el calor que desprendió una lágrima que nació en mis ojos y murió sobre mi almohada. La estaba recordando a ella. Me estaba preguntando cuándo debió ser la última vez que comió algo realmente sabroso... porque le encantaba comer y tengo que admitir que ignoro si su enfermedad la dejó hacerlo en los que fueron sus últimos días. Después de unas horas de sueño, despertares que apenas recuerdo y de taparme con la sábana varias veces me levanté sabiendo que la había soñado. Y no era la primera vez.
Estaba con ella. Estábamos juntas y sabía que tenía que aprovechar ese rato, ya que cuando abriese los ojos ya no estaría a mi lado. Curioso... el reloj contando y yo tranquila... Dándole a probar un bocado que le habría encantado llevarse a la boca cuando todavía estaba aquí. Le gustó. Me lo agradeció con una sonrisa mientras me veía acercárselo, y habiendo acudido a una cita que pareció intuir que yo necesitaba.
No sé si por casualidad, pero otra cita tuvo lugar en la habitación contigua. Cuando mi madre despertó me dijo que había soñado con... con ella. Con otra ella. Le dejó un mensaje como ya lo hiciese antaño conmigo, aunque en mi caso ni siquiera necesitó hablar: una mirada y un abrazo fueron suficientes para que yo supiese qué quería decirme.
El caso de ellas dos es el primero que describí líneas arriba...: estoy condenada a extrañarlas hasta el día en que sea yo la que me vaya, pero alivian esa pena con visitas nocturnas que, de cuando en cuando, hacen más llevadero este castigo.
Y sigo sin saber si es, si no es, por qué es o por qué no... pero si es verdad que la realidad no es lo que hay sino lo que interpretamos nosotros de eso, en mi mundo interior es, y, sencillamente, no me importa por qué.
Anoche me quedé dormida después de sentir el calor que desprendió una lágrima que nació en mis ojos y murió sobre mi almohada. La estaba recordando a ella. Me estaba preguntando cuándo debió ser la última vez que comió algo realmente sabroso... porque le encantaba comer y tengo que admitir que ignoro si su enfermedad la dejó hacerlo en los que fueron sus últimos días. Después de unas horas de sueño, despertares que apenas recuerdo y de taparme con la sábana varias veces me levanté sabiendo que la había soñado. Y no era la primera vez.
Estaba con ella. Estábamos juntas y sabía que tenía que aprovechar ese rato, ya que cuando abriese los ojos ya no estaría a mi lado. Curioso... el reloj contando y yo tranquila... Dándole a probar un bocado que le habría encantado llevarse a la boca cuando todavía estaba aquí. Le gustó. Me lo agradeció con una sonrisa mientras me veía acercárselo, y habiendo acudido a una cita que pareció intuir que yo necesitaba.
No sé si por casualidad, pero otra cita tuvo lugar en la habitación contigua. Cuando mi madre despertó me dijo que había soñado con... con ella. Con otra ella. Le dejó un mensaje como ya lo hiciese antaño conmigo, aunque en mi caso ni siquiera necesitó hablar: una mirada y un abrazo fueron suficientes para que yo supiese qué quería decirme.
El caso de ellas dos es el primero que describí líneas arriba...: estoy condenada a extrañarlas hasta el día en que sea yo la que me vaya, pero alivian esa pena con visitas nocturnas que, de cuando en cuando, hacen más llevadero este castigo.
Y sigo sin saber si es, si no es, por qué es o por qué no... pero si es verdad que la realidad no es lo que hay sino lo que interpretamos nosotros de eso, en mi mundo interior es, y, sencillamente, no me importa por qué.
martes, 7 de octubre de 2008
Muerte
Uno suele estremecerse al oír esa palabra por todo lo que significa. "Alguien ha muerto". Eso quiere decir que ya no volveremos a verle. Sus conversaciones, su sonrisa, su tacto, su olor, su mirada... su compañía. Todo eso desaparece cuando la muerte entra en escena, pero sucede que también puede pasar sin que haya guadañas de por medio, porque hay gente que no muere: se muere. De repente un día no volvemos a saber de ella y ya no hay ni conversaciones, ni sonrisa, ni tacto, ni olor, ni mirada... ni compañía. Y lo peor es que esta otra "muerte" es voluntaria.
La gente se muere porque quiere, porque así lo decide un día, y a la vez nos mata con su decisión, porque pudiendo escoger prefiere no vernos nunca más, como si ya descansáramos en nuestra tumba, y a veces -las peores veces- porque la indiferencia nos oprime el pecho pero de verdad... no del modo figurado en que esa gente se muere. Porque nos duele que nos maten. Porque esa gente se va... pero se deja una habitación llena de recuerdos que en ocasiones son tremendamente fuertes. Tanto, que llegan a romper las paredes que los contienen y lo acaban invadiendo todo. Tanto, que nos persiguen hasta todos los rincones en los que intentemos escondernos para darles esquinazo.
La gente se muere porque quiere, porque así lo decide un día, y a la vez nos mata con su decisión, porque pudiendo escoger prefiere no vernos nunca más, como si ya descansáramos en nuestra tumba, y a veces -las peores veces- porque la indiferencia nos oprime el pecho pero de verdad... no del modo figurado en que esa gente se muere. Porque nos duele que nos maten. Porque esa gente se va... pero se deja una habitación llena de recuerdos que en ocasiones son tremendamente fuertes. Tanto, que llegan a romper las paredes que los contienen y lo acaban invadiendo todo. Tanto, que nos persiguen hasta todos los rincones en los que intentemos escondernos para darles esquinazo.
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