A veces es imposible no tener presente el pasado. Cada historia es diferente. Todas tienen algo que las hace únicas, pero nosotros difícilmente cambiamos. Aunque ahora tantas cosas sean distintas, a pesar de aprender o de haber madurado, somos en esencia los mismos.
No es complicado cometer los mismos errores. Vivir, al fin y al cabo, las mismas historias con otros personajes y guiones... Hay giros irrepetibles, pero muchas veces pasa que el final no difiere.
Acostumbrados al dolor, sufrimos un poco menos... Ya no lloramos como aquella primera vez. La esperanza se desvanece cuando llega la resignación. Ahora sabemos que todo pasa, que el tiempo es capaz de curar cualquier cosa, pero después de unas cuantas derrotas el espíritu luchador se va y nos abandonamos a lo que nos pasa.
Ya no hay peleas con la realidad por haber sido cruel. Ya no discutimos con el mundo por habernos tenido engañados. Giramos la cara y esperamos a que todo pase solo.
Extraño aquellas batallas. Pensar que, mientras estés vivo... puedes seguir luchando. Y saber que mis esfuerzos nunca serán en vano. Aunque todo eso ya no esté, sé que volverá. Yo volveré... cuando me encuentre, porque hay momentos en la vida en que es difícil dar con uno mismo, pero ya me estoy empezando a echar de menos a mí también.