viernes, 26 de febrero de 2010

El peso de la razón

Se supone que lo que nos separa de los animales, aparte de alguna que otra característica biológica sin demasiada importancia según la especie, es nuestra capaz para razonar.

El hombre es un ser racional. Bien, perdonen si me río. Creo que a estas alturas de la película por todos es sabido que eso no siempre es así. Es más, eso hoy en día suele ser lo más raro, e incluso hay estudios que así lo apuntan.

Algunos hipotetizaban que la diferencia entre los cuerdos y los locos (hablando para el pueblo, entiéndase, y llamándose aquí la locura esquizofrenia) era que los primeros utilizaban la lógica en sus razonamientos y los segundos no. Después de hacer los experimentos pertinentes con ambos grupos, los investigadores se llevaron una sorpresa: resulta que los cuerdos no suelen utilizar la lógica en sus razonamientos y, es más, cuando los locos hacen deducciones lógicamente incorrectas, como hace la mayoría de la gente cuerda, aciertan más que éstos.

Pero en realidad ni siquiera hacían falta los datos. Basta con hablar con un número ni siquiera demasiado grande de personas al cabo del día para llegar a esa conclusión. La lógica, los argumentos bien fundamentados e incluso los principios y los ideales que podrían sentar o tratar de sentar sus bases, aunque fuese de la manera más peculiar imaginable, suelen brillar por su ausencia.

¿Qué razón hay en un nazi? ¿Qué lógica sigue un tipo del Ku Klux Klan para creerse más que un judío? ¿Qué argumentos tiene un etarra que no sean de papel? Si para eso es para lo que les sirve el raciocinio a algunos, casi que preferiría que a la cadena evolutiva le faltase algún que otro eslabón. Por eso, benditos sean los animales de las otras especies... Yo, desde luego, los prefiero a muchos especimenes de la mía: esa "razón" que han conseguido a través de siglos de supuesta evolución se la pueden meter por donde les quepa.