jueves, 26 de febrero de 2009

Caminante...

Da igual que gires la cabeza a tus fallos: siguen estando ahí. El camino es largo. Es mucho más largo de lo que imaginaste al principio. Te entiendo... Sé que querías hacerlo todo bien. No torcerte, seguir siempre tus propias reglas y actuar conforme a ellas. Pero da lo mismo, no te preocupes. Tus propias reglas van cambiando. Te has traicionado antes incluso de haber pensado en ellas. Vas a maldecirte más de una vez por cada falta, por cada error, y haces bien... Pero no te tortures por ello. Son normales. ¿A quién no le tiemblan las piernas en algún momento durante una larga caminata?

Es más, a veces te exiges demasiado. Te exiges tanto que te cuentas como fallo algo que en realidad no lo era. Y déjame decirte que pierdes mucho tiempo lamentándote, que podrías invertirlo en darte cuenta de que sólo es otra parte del proceso. Darte cuenta. Darte cuenta... Darte cuenta de que nunca dejaremos de crecer. Cada paso que das deja atrás uno más y tiene siempre otro delante.

No intentes retroceder... No quieras volver atrás y deshacer lo andado para rehacerlo todo. Sigue caminando, porque querer dar la vuelta ahora y perderte todo lo que tienes delante sí que sería un error.