Creo que se llama congoja. Sí, se llama así. Intentas coger aire y tragar saliva y te das cuenta de que tienes el corazón encogido. Si ni siquiera estás llorando... Pero no te faltan ganas.
La mirada la dejas fija en un punto que observas como si pudiera ayudarte y estuvieses pidiéndoselo por favor. Entre tanto, empiezas a notar como tus ojos arden y sientes una suave presión en las sienes.
Después sientes frío... pero también que no puedes temblar. Aparte del suspiro que desveló tu estado, te crees incapaz de mover un sólo músculo... Ese latigazo helado te recorre los brazos y la espalda, pero no te puedes ni estremecer.
Lo siguiente es el corazón. Late igual, sí, pero sientes como si se hubiera detenido durante unos instantes, o que al menos su marcha se hizo más lenta. Tan lenta que empezó a dolerte y llegaste a sentir la sangre entrar y salir de él. Del mismo modo que algo entró dentro de ti y ahora parece querer salir.
Hacía tiempo... Hacía tiempo que no tenía esa sensación.