sábado, 21 de febrero de 2009

Vueltas

De pronto un día alguien acude a nosotros pidiendo consejo sobre qué hacer. Se lo damos, como buenamente podemos, pero esa persona no parece estar conforme. Nos pregunta por qué escogimos la opción que escogimos y qué tiene de malo la otra, a lo que sigue una larga enumeración de los inconvenientes de la primera y de las ventajas de la segunda. Cualquiera diría que trata de convencernos de que la opción que nosotros desechamos es la mejor, y que aquello está tan claro que está extrañado de que no nos hayamos dado cuenta...

Pues sí. Vueltas y más vueltas para acabar dándonos cuenta de que esa persona no quería un consejo: quería que le confirmásemos que algo que ya había decidido era lo mejor. Y ni siquiera importa si acabamos dándoles la razón o no, porque las que damos apenas las escuchan si no coinciden con lo que quieren oír.

No entiendo a la gente que da todas esas vueltas, cuando la línea recta es, dicen, el camino más corto. Y el que yo siempre intento tomar.