La gente suele hablar a menudo sobre qué es normal y qué no. En realidad, nada lo es. Todo depende de lo acostumbrado o no que uno esté a algo.
Hay un montón de cosas que aceptamos como normales simplemente porque suceden, pero que sucedan no quiere decir que deban suceder. Es el hecho de que estemos acostumbrados a verlas lo que nos hace entenderlas de esa manera. Por eso, por ejemplo, entre unas culturas y otras a veces se cae en el etnocentrismo. Damos en entender que lo que hacen en otros sitios es raro, y lo que hacemos nosotros es lo normal, y, además de eso, lo mejor.
La distinción entre qué es normal y qué es raro es en realidad trivial. El problema es que, con frecuencia, lo raro se aparta y se acepta sólo lo normal, cuando esto pocas veces lo es por otro motivo que por ser aquello de lo que tenemos costumbre.