viernes, 24 de octubre de 2008

Referentes

A veces uno olvida por completo cómo es. Qué quiere, qué le gusta, por qué (si es que existe un porqué), hasta dónde ha llegado y hacia dónde le gustaría llegar. Esto puede, obviamente, ocurrir por muchas razones diferentes, y más veces en unos que en otros. A mí me pasa con relativa frecuencia, y a veces me doy cuenta de que me está sucediendo porque me encuentro con un referente.

Un referente es, sencillamente, otra persona, pero no es alguien que tiene algo que nos gustaría tener a nosotros, o que es como nos gustaría poder ser algún día. Es alguien que es como yo he sido, o que tiene cosas que yo he tenido. Veo a esas personas y me descubro en ellas, y es entonces cuando esa cara que me devuelve miradas en el espejo vuelve a tornárseme familiar. Me doy cuenta de que lo que siento con esas personas no es envidia, es rabia: rabia porque tienen algo que a mí se me ha perdido pero que sé que puedo recuperar. Que sé que tengo que recuperar, porque es mío, es mi identidad, y aunque a veces se me olvide quién o qué soy o se le olvide a los demás, lo sigo siendo.

Así que, aunque los referentes al principio me puedan hacer sentir algo desagradable, en el fondo los agradezco, porque en ocasiones son parte del camino que tengo que seguir hasta encontrarme. Luces que me guían en un sendero que ni siquiera me había dado cuenta de que había perdido.