lunes, 9 de marzo de 2009

Celos

Es difícil razonar sobre algo visceral, pero se puede, y aunque el resultado no extermine los celos por completo sí que los merma considerablemente. Arde. Algo te arde dentro, pero a veces sólo hace falta preguntarse por qué. Y para qué. Poco después de cumplir veinte años me di cuenta: si estás enamorado de alguien, no te vas con otra persona no porque no puedas, sino porque ni siquiera sientes la necesidad.

Cuando estás con una persona tienes dos opciones: confiar en ella o no hacerlo. En aquel momento, decidí eliminar del espectro de posibilidades la segunda opción, la de desconfiar, y desde entonces no he querido ni he podido estar con nadie en quien no confiase. Partiendo de esa base, más importante de lo que podría parecer en un principio, el tema de los celos se empequeñece un poco.

Confiar en alguien no es fiarse de él: es tener la certeza de que lo que va a hacer y lo que nos ha dicho que va a hacer son exactamente la misma cosa. Siendo así, es un sinsentido tener celos, ya que si el otro es como creemos, nunca pasará nada, y si traiciona nuestra confianza es que, simplemente, no nos quería. Y yo no quiero querer a nadie que a mí no me quiera... o al menos no así, no de esa manera.

Con todo, es normal seguir sintiendo esa llama dentro... aun cuando somos conscientes de que es una idiotez que esté ahí, pero por lo menos a mí se me apaga más rápido y me siento más tranquila desde hace unos años.