Desde que me acuerdo, nunca me han sentado bien. No sus consecuencias ni las nuevas situaciones, sino ellos en sí. La rutina, esa enemiga de tantos, a mí siempre me ha gustado (aunque con ciertos matices que ya serían otro tema...). Pero eso no quiere decir que después no los haya agradecido.
Claro está que hay cambios y cambios. A veces molestan más los pequeños, los que se refieren a algún matiz que otros pueden creer insignificante, que los de mayores dimensiones. Y no sé por qué, porque en teoría debería ser al revés.
Supongo que es solamente que hay momentos en los que uno necesita un giro. Y da más o menos pena dejar otras cosas u otras personas atrás, pero lo que nos encontramos tras esa esquina nos compensa y nos ayuda a superar las posibles pérdidas... Sí, posibles, porque en otras ocasiones lo que pasa es que integramos algo nuevo en nuestras vidas que influye pero no destruye lo que ya teníamos.
Tengo la impresión de que uno de esos se avecina. Sí, es aquel presentimiento extraño al que aún no he encontrado explicación... pero es como si poco a poco fuese tomando forma. Como si cada día fuese más fuerte... Y creo que podré elegir: algo completamente nuevo que me haga dejar atrás todo lo demás o lo mismo pero acompañado de la suficiente fuerza de voluntad como para poderlo juntar todo.
Del modo que sea, sólo espero que no me parezca tan traumático como otras veces. Y, sobre todo, que no se lo parezca tampoco a nadie más.