Hoy he tenido un incidente con una extranjera. Por sus facciones y su acento debía ser de Marruecos o algún sitio cercano... Hacía cola para pagar en una tienda y de pronto veo su cara de enfado. Me dice que espera a su hermana, a lo que me quedo con una expresión del tipo... "¿y a mí qué me cuentas?". Doy un paso adelante para seguir en la fila y me habla toda alterada, diciendo "no sé qué" de la cola. Llevaba un rato en ella y no era esa mujer sino la pareja de delante de ella a los que tenía delante, así que la miré extrañada y entendí que quizás quería pasar por en medio o algo así... Ella, al ver mi expresión, dice más alterada aún que cambió su turno con los de delante, les pregunta y ellos dicen que es así... Yo, evidentemente, ni siquiera me había dado cuenta. Siguió hablando en su tono altanero y acabé diciéndole que vale, que ya me había enterado de lo que pasaba... Curiosamente pensó que quería colarme, cuando simplemente seguí caminando, y por eso debió hablarme en ese tono. Yo pensé lo mismo de ella y no perdí la calma en ningún momento.
Y no la entendí porque su español era pésimo. Apenas hilaba bien las palabras, y tampoco entendía por qué tenía ese cabreo la mujer... Me parece que si me hubiera dicho lo último lo primero y en un tono más normal me habría enterado antes, porque en cualquier idioma la gente con dos dedos de frente sabe que una tercera persona no tiene por qué conocer sus conversaciones con los demás.
Me hace gracia, porque después algunos inmigrantes sólo saben quejarse del mal trato que reciben aquí. Y tienen toda la razón, desde luego, dada la cantidad de imbéciles racistas y xenófobos que hay en este país, pero hay un grupo de esos mismos que tanto se quejan que aprenden tan rápido qué derechos tienen que se olvidan de recordar sus obligaciones.
No pretendo que ningún extranjero (y lo mismo me da que sea de África que de América, por ejemplo) se olvide de sus raíces ni de su cultura para absorber la nuestra y hacerla suya, pero ya que, por el motivo que sea (que me da igual tanto de uno como de otro) han decidido vivir en otro país, qué menos que hagan el pequeño esfuerzo de aprender su idioma. Y, desde luego, si aún no lo dominan por cualquier razón, deberían ser un poco más humildes cuando no se les entiende y no ponerse con los del país que les está acogiendo como unos energúmenos por una falta que es de ellos: por su ignorancia sobre algo que deberían conocer.
Por suerte y pese a los prejuicios de muchos, no todos los inmigrantes, turistas y demás son así. Otros intentan adaptarse a su nuevo país, tratan bien a sus nuevos vecinos e incluso se preocupan por aprender lo máximo que pueden de la cultura en la que ahora se ven sumergidos. Pero esos pocos estúpidos que cité, como esa señora gilipollas, no hacen otra cosa que perjudicar a los que se encuentran en su misma situación, porque lamentablemente la gente tiende a generalizar con demasiada alegría.
En fin, tampoco me extraña tanto que algunos extranjeros hablen tan mal el castellano... En el autobús de vuelta a casa tuve la oportunidad de oír hablar a algunos jóvenes autóctonos y no lo hacían mucho mejor que la señora de rasgos africanos... No me extraña que cada vez esté todo peor: el lenguaje es el motor de la comunicación y, entre unos y otros, se lo están cargando.