Creer que eres especial, y escucharlo en boca de otros. Observar, con el paso de los años, cómo tú destacas por algo diferente a lo que lo hace la mayoría de las demás. Darte cuenta de que a veces has sido capaz de dejar una huella más profunda que la de sus banalidades, que se encuentran -e incluso se venden- en cualquier parte y que pocos buscan por el suelo. Ofrecer algo que no ofrecen muchas más, y ponerle el precio de la confianza, con un umbral tan elevado que no se lo puede permitir cualquiera. Esa selectividad que otros llaman prepotencia, que no es para ti sino una forma de no malgastar el tiempo en relaciones cuyo final empiezas a ver antes de su comienzo. Tu verdad, que aunque a veces sea sólo tuya tiene el impulso suficiente para moverte hasta sitios que otros jamás conocerán. Que otras traten de parecerse a ti y que les sea en vano. Aceptar que tú nunca serás como ésas a las que admiras y sentirte realmente satisfecha al llegar esa conclusión.
Cómo te gusta ser como eres... Porque eres libre. Eres todo lo libre que alguien puede ser en un mundo como éste, a pesar de tener demonios a un lado intentando corromperte y ángeles al otro diciéndote todo lo que, según ellos, tienes que hacer. Te gusta ser así porque así eres sólo tú... y la unicidad que tenemos todos y que a veces en masa se trata de ocultar es para ti uno de tus mejores regalos. Para ti... y para ellos, aunque no todos lo entiendan.