lunes, 30 de marzo de 2009

Hipocresía

Hipocresía: Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.

Me pregunto por qué la gente es tan hipócrita. Entiendo que todos tenemos derecho a tener nuestra intimidad. También que hay cosas que uno no quiere compartir. Da igual que seas su amigo. Da igual que seas su mejor amigo. Pero qué lleva a la gente a mentir sobre lo que realmente piensa o siente, en lugar de, simplemente, decir a los demás "hasta aquí quiero leer", es algo que no entiendo.

A veces supongo que la gente espera obtener beneficios engañando a los demás. Si dicen lo que piensan de verdad puede caer mal y estarían perdiendo la oportunidad de obtener algo de esa otra persona. Eso, además de rastrero, me parece de lo más patético. Mientes sobre lo que piensas porque puede ser que no guste a todo el mundo. Qué manera tan ruin de menospreciarse a uno mismo... de venderse a cambio de un aprecio de mentira que en realidad ni siquiera es para ti, sino para quien estás diciendo que eres. Qué lástima...

Pero lo peor no es la hipocresía en sí, que ya me parece deleznable y lo mismo los que la profesan. Lo peor es que como caballeros de una sarta de mentiras, los malditos hipócritas tratan de derribar a los que no lo son con un puñado de ellas. No tienen bastante con dejarse a ellos mismos en evidencia ni con arrastrarse negándose a sí mismos, sino que pretenden colocar a los demás en esa tesitura. Quieren hacerles creer que son ellos los que se equivocan, cuando saben a ciencia cierta que no es verdad.

Me gustaría que se perdiesen todos en su asqueroso mundo de mentiras... O que no, es que me da igual... Simplemente quiero que me dejen a mí a un lado de ese juego vomitivo del que nunca se cansan, porque yo no quiero jugar.

sábado, 28 de marzo de 2009

Lástima...

"Los recuerdos son bellos... pero sólo son eso, recuerdos".

Rikku, FFX

Irreal

Cualquier día te apoyas en una pared y resulta que es de papel. No deshojes margaritas. No te quiere. No te ha querido nunca. Y lo peor es que ni siquiera sabe lo que es eso, aunque a veces te sorprendiese con su discurso aprendido sobre qué debía sentir. Con las emociones que le robó al primer poeta que encontró para hacerlas pasar por suyas y que tú te lo creyeses.

Todo es un engaño. Él con ella o él contigo. Ella allá y tú sin sitio. Mires a quien mires está disfrazado, y aunque te insistan en que eres tú la elegida, aquella que consiguió desnudarles de una vez por todas, la que descubrió algo en ellos que los demás no habrían podido ver, es mentira. Nunca vas a llegar hasta donde quieres, porque ese lugar, sencillamente, no existe.

Pero cuando tu castillo se haga trizas en el aire en que lo construiste y se te caigan encima los sueños que contenía apenas vas a darte cuenta, porque no es real, y en realidad nunca lo fue. La base que creías que lo sustentaba nunca estuvo allí, y cuando finalmente lo descubras también te darás cuenta de que ya no queda nada y de que en realidad no se ha caído... es que era tan etéreo como las escenas que vives por las noches, y tan frágil, que con sólo pensar en que podía ser verdad ya lo estabas tú rompiendo.

Llora. Tienes derecho a llorar. Siente bien las lágrimas quemando en tus mejillas, porque posiblemente sean lo único que es de verdad en todo esto.

Es algo así...

Es una sensación parecida a la de querer seguir leyendo un libro sólo por terminarlo, o acabar de ver una película por no dejarla a la mitad. Se siguen sumando páginas y el contador cada vez marca más minutos que nos separan del final de la cinta, pero ya no queda nada del interés que nos suscitaron ese libro o esa película cuando los empezamos. Tampoco quedan ganas ni ilusión, más bien es obligación... aunque bien sabemos que las cosas también se pueden dejar a medias. Porque, ¿y si ese argumento que dejo de entusiasmarnos nos guarda un giro inesperado? ¿Y si recuperamos espontáneamente la emoción del comienzo? Puede ser que eso no pase nunca... pero cuando uno se decide a llegar hasta el final debe pensarlo hasta que éste llegue, porque si no la lectura, o el visionado, dejan de tener sentido. Y yo quiero que lo tengan.

viernes, 27 de marzo de 2009

The reader

Yo también quiero alguien que me lea...

jueves, 26 de marzo de 2009

Ante la duda...

No se sabe lo que se tiene hasta que se pierde. A veces es mentira, uno valora lo que tiene y de todos modos tiene miedo de perderlo. Ese miedo es, precisamente, el que puede fastidiarle el valioso tiempo que aún le queda por compartir con eso que tanto valora. Pero hay veces que sí que es verdad... y de qué manera.

Es curioso cómo podemos llegar a echar de menos incluso algo que nos resultaba molesto cuando estaba presente. Esto es una prueba de que incluso a la más odiosa de las tareas -o de las personas- se la puede extrañar. No es masoquismo, sino que a veces es mejor algo que no nos gusta que nada en absoluto. La soledad es un duro compañero al que no todo el mundo es capaz de soportar. Cuesta más vivir con ella que con el propio tedio, la tan detestada rutina o con el enfado permanente.

Otras veces lo que pasa es que eso que no nos gustaba era también el estímulo discriminativo que nos señalaba la aparición de algo que sí apreciábamos, y no tener lo uno implica, necesariamente, que lo otro tampoco va a volver a aparecer.

De uno u otro modo, nunca se sabe qué llegaremos a echar en falta. Por eso es mejor recrearse y disfrutar de todo lo que venga, incluso de lo aparentemente malo... porque nunca sabemos si otra vez volverá ni cómo va a llegar a sentarnos su desaparición, si es que llega a producirse.

Fantasmas

Supongo que todos tenemos los nuestros. Aunque no queramos ni siquiera mirarlos siempre están ahí, acechándonos... y nos persiguen hasta que consiguen alcanzarnos. Nos torturan y nos martirizan incansablemente y llega un momento en que nos rendimos a ellos. Les dejamos hacer con nosotros lo que quieran y llegan incluso a esclavizarnos. Y cuanto más tardamos en darnos cuenta de la situación (porque nos atrapan con un sigilo que nos impide hasta percatarnos de que están ahí), más difícil es salir de ella. Romper las cadenas con que nos tienen atados y liberarnos. Tanto es así, que algunos no lo consiguen nunca. Viven y mueren presos de sus fantasmas.

Desde pequeña nunca me gustó huir. Prefería la tensión de encarar una situación o a una persona desagradable, o que podía o iba con total seguridad a causarme algún tipo de conflicto, a la angustia de sentirme eternamente perseguida. A la incertidumbre que acompaña al que vive corriendo de algo o de alguien y nunca sabe cuánto más tendrá que hacerlo, ni el tiempo que le separa de su perseguidor o de que éste le alcance.

Aún hoy prefiero los enfrentamientos directos a escapar continuamente, pero no siempre es tan sencillo. Dejar de correr y plantar cara a nuestros fantasmas también conlleva el riesgo de no poder vencerlos y tener que vivir el resto de nuestras vidas con su cruz sobre nuestras cabezas, señalándonos. Señalando también la que fue nuestra derrota.

No importa. O no debe importar. Sólo se arriesga el que tiene algo que perder, y en este caso, no es demasiado distinta una derrota de una deserción interminable... Así que sólo queda librar batallas y ganarlas. Y volverlas a librar si acaso las perdemos, porque como decía el rey de Fanelia: "mientras estés vivo puedes seguir luchando".

miércoles, 25 de marzo de 2009

Poca visión de futuro

"Con frecuencia se encuentran, dentro de los cocos, los esqueletos de los ratones, porque es más fácil entrar en ellos, delgados y ávidos, que salir, apaciguados pero gordos".

Víctor Korchnoi (Gran Maestro ruso), Mi vida es el ajedrez

martes, 24 de marzo de 2009

Peras y manzanas

Ya en el cole nos enseñaron que peras y manzanas no pueden sumarse, porque son cosas distintas. De todos modos hay quienes siguen empeñados no sólo en sumarlas sino en restarlas, dividirlas y multiplicarlas, y al final, en lugar de un resultado correcto y satisfactorio, obtienen un montón de peras y manzanas podridas. Con lo fácil que sería reservar a cada fruta las operaciones que le corresponden y no tratar de igualarlas cuando ambas son igual a uno pero no iguales entre ellas...

No es lo mismo...

Una de las grandes distinciones que pueden hacerse en psicología es entre rasgo y estado, y entre conducta y persona. No es lo mismo ser depresivo que estar deprimido. Tampoco es lo mismo hacer una gilipollez que ser gilipollas. Lamentablemente y aun sabiendo esto, apenas nadie suele pararse a analizar situaciones, personas o comportamientos, y la tendencia suele ser a atribuir lo malo a causas internas en los demás y externas en nosotros mismos.

Es bastante frecuente encontrar que alguien hace una atribución diferente de una misma situación objetiva según la protagonicen él u otra persona. Ante una agresión, por ejemplo, hay gente que dirá que otro atacó a otra persona porque es agresivo, y cuando el comportamiento agresivo es el de ellos se justificarán diciendo que la situación les hizo comportarse de esa manera.

La cuestión es que todo suele ser muy relativo, pero eso no depende de si lo que sucede lo provocó otro o nosotros. Todo tiene un sinfín de matices que raras veces alguien se para a desmenuzar, aunque el caso es que si lo hicieran comprenderían más a los demás e incluso a ellos mismos, porque se sorprenderían equivocándose incluso cuando más convencidos estaban de tener razón.

lunes, 23 de marzo de 2009

Siempre es...

"La vida es sólo un sueño pasajero, pero la muerte que le sigue es eterna".

Seymour Guado, FFX

domingo, 22 de marzo de 2009

Odio y batallas

Cómo odio la sensación de estar viendo a alguien caminar hacia un precipicio. Que lo sea sólo para mí, y que no entienda que no le quiera ver en caer en él. Pero cada uno tiene -o debería tener- la libertad para elegir hacia donde va. Incluso uno puede escoger tirarse al vacío, sólo para ver qué pasa. Sólo para comprobar si, como todos le han dicho, duele tanto. O para estar preparado si algún día se cae o lo empujan en vez de lanzarse él mismo.

Pero aún odio más no poder aceptarlo ni poder esconder mi desaprobación. Hay demonios que me gustaría ver batallar yo sola, pero me salen sin querer hacia fuera y pelean incansablemente con todos los que se les ponen por delante. Y yo me uno a ellos, y me cuesta girarme contra ellos para eliminarlos del campo de batalla que jamás deberían haber inaugurado. Pero cuando eso pasa ya es tarde y está todo patas arriba...

A veces es mejor tragarse las ideas y las armas, y que se le mezclen dentro a una y que salga lo que tenga que ser... Al menos eso sólo te hace daño a ti. Con lo de antes también corres el riesgo de herir a alguien... Aún peor, a alguien que sólo quiere lo mismo que tú: vivir su vida sin un ojo encima que les juzgue o les condene.

sábado, 21 de marzo de 2009

Amor a primera vista

No hay una expresión más falaz, o al menos ahora yo no soy capaz de recordarla. ¿Amor? Me pregunto cómo se atreve nadie a decir que puede sentir eso con sólo ver a una persona. Así va el mundo, con gente que basa relaciones en lo agradable que le resulte la cara de quien tiene enfrente. Eso no es amor... Se puede llamar atracción en todo caso, pero no amor, ya que él no puede mirar a nadie: es ciego.

Pero es ciego el de verdad, el que no tiene en cuenta el físico del otro. El que no busca una cara o una sonrisa bonitas, sino que hace que cualquiera pueda serlo. El que me temo que no todo el mundo es capaz de sentir. Del que desafortunadamente tantos se han llegado a reír con frases como ésta.

jueves, 19 de marzo de 2009

Un primer paso

Alicia: Es una inmensa partida de ajedrez que se está jugando en todo el mundo... ¡Qué divertida es! ¡Cómo me gustaría ser uno de ellos! No me molestaría ser un peón, si pudiera participar... aunque por supuesto me gustaría más ser una reina.
Reina Roja: Eso se resuelve fácilmente. Si lo deseas, puedes ser el peón de la reina blanca, porque Lily es demasiado pequeña para jugar... y para empezar, te pones en el segundo cuadro. Cuando llegues al octavo, serás una reina...

Lewis Carroll, A través del espejo

miércoles, 18 de marzo de 2009

Teoría de la mente

Hay quien asegura que los autistas no tienen lo que se llama "teoría de la mente". O, lo que es lo mismo, que no son capaces de colocarse en el lugar de otra persona y ver el mundo desde su perspectiva. Yo me temo que eso no sólo les sucede a los autistas...

Y es que en realidad es muy complicado hacerlo, aunque muchos lo intentemos, y a veces incluso imposible. No importan el empeño, la cercanía, el cariño... Ver una situación con los ojos de otra persona implica meterse dentro de ella. Es como el relativismo cultural, que dice que para comprender una cultura hay que vivir en ella: es imposible leer a una persona sin ser esa persona.

De todos modos, entiendo que los autistas tienen ese problema bastante más acentuado... pero esto no me parece sino una muestra más de que muchos trastornos "sólo" constituyen la propia normalidad llevada a sus extremos. O al menos muchos de sus síntomas lo son. Por eso quizás a más de uno le iría bien lo mismo que a muchas personas con alguna patología: no tienen nada de lo que "curarse", pero desde luego que podrían mejorar aspectos que ni siquiera habían pensado que podían suponer un problema... Claro, porque no ponerse en el lugar de los demás implica a su vez no darse cuenta tampoco del daño que en ocasiones eso mismo hace a los otros.

Generalizar

Generalizar es de idiotas. Es algo que he repetido muchas veces, aunque le falta un matiz a esa aseveración. Es de idiotas cuando se hace exclusivamente para describir a todo un grupo por sólo una parte. Como economía cognitiva me parece bien, siempre y cuando se especifique que es eso y no la idiotez de antes. Por eso siempre que hablo en general suelo decirlo y siempre dejo un caminito, por estrecho que sea, para que pasen las excepciones.

Dados mis escasos pero existentes conocimientos sobre metodología experimental, sé lo importante que es la muestra para poder generalizar. No sólo tiene que ser representativa sino lo suficientemente amplia. Por eso, y aunque entiendo que la vida de una sola persona no basta para aprender según que normas, tampoco baso mis impresiones en una sola experiencia. El problema es que alguna gente cree que los demás lo hacen porque no conoce el resto que les hizo llegar a concluir una u otra cosa. Y es entonces cuando el ahorrador pasa por idiota. Especialmente cuando el receptor lee el contenido pero deja que los matices se le escapen.

martes, 17 de marzo de 2009

Sick and tired

I'm sick and tired of your silliness. I don't know why you keep arguing all the time. I wonder whether you won't never stop... because if the answer is yes, I'm afraid I won't be there to stand you. I've bared so many things I dind't have to, but my patience has reached a dead-end.

I just wanted peace... and you didn't bring it to me. Is it that hard to just live your life without pointing at mine? I wouldn't have thought so... I wish it could be as it was before. I wish it were that easy... I wish that times when you and me could talk about everything, could joke without hurting each other, came back.

You chose. Now it's my go and I'll choose too. I'll choose an end for this all.

lunes, 16 de marzo de 2009

Grupos de cobardes

Cuando tenía unos cuantos años menos siempre había gente con la que tenía conflictos en el sitio en el que vivo. Me ocurría porque hay un tipo de persona, que no acabo de entender, que disfruta provocando a los demás, riéndose de ellos o tratando de ridiculizarles. Ni sé ahora el motivo ni lo sabía entonces, aunque más o menos puedo hacerme una idea... pero el caso es que observé algo que me resutó harto curioso, y que años más tarde he descubierto en otras áreas de la misma manera prácticamente.

En esa época solía haber "pandillas", o grupos de gente afín, que respaldaba siempre a los demás integrantes, casi siempre hicieran lo que hiciesen y sin comprobar primero si tenían sus amigos o no razón. Mi grupo no era numeroso, éramos, de hecho, cuatro chicas y de esas que no se meten con nadie: sacábamos buenas notas, nuestro toque de queda era a las nueve de la noche y lo más lejos que salíamos era a alguna hamburguesería del barrio. Aun así, muchos otros grupos -casi siempre o siempre femeninos también- nos declaraban la guerra a su manera, y lejos de lo que por nuestra apariencia se podía prever, nos defendíamos y debo decir que bastante bien.

Al final a todo se hace una y llegaba a ser un incentivo salir a la calle y empezar el juego de miradas, las palabras colocadas estratégicamente en el discurso para que el grupo rival las oyese, etcétera, pero, curiosamente, las otras chicas dejaban de jugar cuando estaban solas. Si te cruzabas con alguna sin su grupo detrás agachaba la cabeza o miraba hacia otro lado, aunque tú también estuvieses sola. Sin embargo, eras una presa ideal si eran ellas las que te encontraban sola. Se cebaban mucho más de lo que eran capaces de hacerlo en igualdad numérica. Por suerte, en esas plazas nosotras también supimos torear, y nunca mirábamos hacia otro lado, tuviésemos delante a una o a diez.

Ahora veo que la gente tiende a hacer lo mismo, aunque ya no tengan trece años. Por no hablar de lo diferentes que son los jóvenes que ahora tienen esa edad, que ya sería otro tema... El caso es que hay mucha gente que defiende a sus amigos o familiares cuando hacen algo mal. De ese modo, más que hacerles un favor, creo que les perjudican. Y también es frecuente encontrar a quienes sólo se atreven a decirte lo que piensan con al menos dos personas más detrás. Cuando se sienten respaldados parecen capaces de todo.... De todo lo que carecen cuando sus escoltas se marchan.

En el fondo me da pena. Me da pena ver cómo algunos no saben jugar, y cómo otros incluso estiran la partida para que les dure lo mismo que la vida. Se supone que uno debería aprender de sus errores y enfrentarlos solo cuando sea necesario.... pero me temo que hay gente que nunca llega a ser ella misma. Gente que no es nadie si no tiene a nadie aplaudiendo detrás.

domingo, 15 de marzo de 2009

Posibilidades

"¿Por eso no querías amigos? ¿Porque tenías miedo a perderlos?".

Rinoa Heartilly, FFVIII

El rol de enfermo

Hay quienes están en contra de diagnosticar porque creen que una etiqueta facilita que las personas adquieran el rol de enfermo. Esto se traduce, básicamente, en que las personas que se saben enfermas de tal o cual cosa justifican todo lo que hacen -o lo que no hacen- con su enfermedad, cuando la pasividad poco ayuda en un tratamiento.

Yo no estoy de acuerdo en que el diagnóstico tenga culpa de esto, y si acaso influyese, creo que no debería hacerlo, y que en lugar de evitar que un paciente caiga en el victimismo de ser enfermo de "X" no diciéndole qué es "X" o que lo tiene, habría que enseñarle que, aunque en la mayoría de los casos no sea responsable de su enfermedad, sí lo es de su remisión o mejora.

De todos modos, no hace falta hablar de enfermos para ver casos similares: lo que hace alguien que tiene asumido el rol de enfermo no es sino tener un locus de control externo. Esto es, piensan que lo que les ocurre es causado por algo cuyo control les es ajeno, y que por tanto no son responsables de las consecuencias que se deriven de ello. Y eso lo hace mucha gente con muchísimas cosas, sin diagnósticos de por medio.

Hay gente que asume que es de un modo y que hace a los demás aceptarlo también, y en esa comodidad se mueven. O más bien no se mueven, y no es justo. El temperamento, la carga genética que modula nuestro carácter, no es determinante: nosotros también tenemos algo que decir al respecto. Podemos decidir por qué camino llevarlo, igual que puede un enfermo tratarse o dejarse morir sin hacer nada... El problema es que muchos son demasiado cobardes como para aceptar la responsabilidad que supone dirigir. Dirigirse... Porque implicaría asumir también que todo el tiempo de atrás habían sido igualmente responsables y no fueron capaces de hacer nada.

sábado, 14 de marzo de 2009

Diferencias

Muchas veces uno no se da cuenta de las comodidades o facilidades que tiene hasta que se ve sin ellas. Incluso hay ocasiones en que damos por hecho que algunas cosas deben ser de una manera y eso no es así: es simplemente que de ese modo es como a nosotros nos lo ofrecen, pero no todos tienen esa suerte.

Siempre he oído hablar de las formas de ser tan diferentes que hay entre la zona norte y la zona sur de mi país, y habiendo conocido a personas y ciudades de unos y otros sitios, a mí me pareció que la mayor distancia que hay entre ambas partes es la física. Hay gente de todos los colores en todas partes, pero sí que hay costumbres que pueden variar mucho de un lugar a otro.

Ya hace tiempo me llamó la atención que en la primera gran ciudad haya tanto estrés y tan poco en la segunda... pero las separan unos setecientos kilómetros o más, una tiene costa y la otra no, tienen problemas políticos un tanto diferentes... En fin, que ver diferencias entre ellas, aunque me parezca llamativo, no me extraña. Lo que sí me impacta es ver que ciudades que están la una al lado de la otra y son incluso de la misma comunidad autónoma puedan ser aún más distintas que esas dos.

Fue poco tiempo el que pasé en la ciudad de al lado, pero me bastó para darme cuenta de lo bien que nos tratamos aquí, al menos en comparación. Además también tengo datos de gente de allí en la misma dirección de los que he recogido con mi pequeña muestra (que no se resume sólo a ayer...). No sé qué puede hacer que una hora y poco -la distancia entre ambas- cambie tanto a la gente... pero desde luego eché de menos la amabilidad que me suelo encontrar por norma en mi ciudad.

Tal vez por eso guste tanto esto a otros, y yo no había sido capaz de apreciarlo... pero es que a lo bueno se acostumbra uno pronto, y en esa comodidad sólo se piensa en lo malo y en que se podría mejorar. Al menos gracias a esa experiencia ahora aprecio más a mis vecinos.

jueves, 12 de marzo de 2009

Incondicional

Parece que ya nada lo es. No queda nada puro, nada de verdad. Llegados a cierto punto da la sensación de que todo es por algo. Nada es azar... no hay altruismo, no hay generosidad. No hay apenas quien dé sin esperar algo a cambio de lo que da. Y es triste... Es muy triste pensarlo, por eso normalmente prefiero no hacerlo y creer que todo eso es mentira. Que hay aún quien se niega a traficar con cualquier cosa, incluidos sus sentimientos...

Pero en días como hoy me pregunto si el consuelo que busco tiene o no una base real. Es posible que sí, aunque sea muy remota... Sólo hace falta que el pesimismo me permita verla. Y que algún alma caritativa me lo recuerde con algún ejemplo...

miércoles, 11 de marzo de 2009

Ídem

"Es una especie de hobby que tengo: la verdad".

John Robie, Atrapa a un ladrón

lunes, 9 de marzo de 2009

Celos

Es difícil razonar sobre algo visceral, pero se puede, y aunque el resultado no extermine los celos por completo sí que los merma considerablemente. Arde. Algo te arde dentro, pero a veces sólo hace falta preguntarse por qué. Y para qué. Poco después de cumplir veinte años me di cuenta: si estás enamorado de alguien, no te vas con otra persona no porque no puedas, sino porque ni siquiera sientes la necesidad.

Cuando estás con una persona tienes dos opciones: confiar en ella o no hacerlo. En aquel momento, decidí eliminar del espectro de posibilidades la segunda opción, la de desconfiar, y desde entonces no he querido ni he podido estar con nadie en quien no confiase. Partiendo de esa base, más importante de lo que podría parecer en un principio, el tema de los celos se empequeñece un poco.

Confiar en alguien no es fiarse de él: es tener la certeza de que lo que va a hacer y lo que nos ha dicho que va a hacer son exactamente la misma cosa. Siendo así, es un sinsentido tener celos, ya que si el otro es como creemos, nunca pasará nada, y si traiciona nuestra confianza es que, simplemente, no nos quería. Y yo no quiero querer a nadie que a mí no me quiera... o al menos no así, no de esa manera.

Con todo, es normal seguir sintiendo esa llama dentro... aun cuando somos conscientes de que es una idiotez que esté ahí, pero por lo menos a mí se me apaga más rápido y me siento más tranquila desde hace unos años.

viernes, 6 de marzo de 2009

El bien y el mal

Sócrates: Hablas del bien y del mal.
Glaucón: Es cierto.
Sócrates: Me gustaría saber si los comprendes como yo.

Platón, La República

jueves, 5 de marzo de 2009

Su nombre en negro

¿Cuántos cuatro de marzo había vivido? Muy pocos, y seguro que ninguno de los otros había pensado que esa fecha, el cuatro de marzo, sería años después la fecha de su muerte. El último día que vería empezar. El primero cuyo final se perdería. Cualquier día en el calendario puede convertirse de pronto en una fecha importante, y el cuatro de marzo ahora lleva su nombre.

Todo acaeció bajo el manto oscuro de la noche. Sobre mí tenía otro que me había echado encima Morfeo, y no fue capaz de destaparme hasta bien pasado el alba.

El despertar nocturno. Tocarla, y sentirla diferente. El momento justo en que alguien se da cuenta de que diferente es en este caso muerta, ese maldito adjetivo que puede presumir de ser irreversible. Pensar qué hacer. Debatirlo. Hacerlo. Llorar, maldecir e intentar mantener la calma, todo al mismo tiempo. Todo eso en la habitación contigua y yo durmiendo. Ajena absolutamente a lo que estaba sucediendo. No me despertó ningún ruido ni sospeché nada cuando alguien me avisó. Otra vez ocurrió algo importante y yo no estaba allí.

Ahora es difícil. Pago el precio de esa noche. Llevo haciéndolo doce meses. Cualquier ruido después de que el sol desaparezca, las luces artificiales se apaguen y la casa duerma me mantiene alerta. No quiero que vuelva a ocurrir algo y yo ni siquiera me dé cuenta. No quiero esa ventaja en forma de horas ignorando la desgracia a mi alrededor.

Quiero saber... Quiero estar, en lo bueno y en lo malo... Quiero no tener que recordar más fechas con un nombre escrito en negro. O hacerlo y escribirlo yo.

martes, 3 de marzo de 2009

Flood

Al principio parecía que no pasaba nada, pero poco después sí que pasó, sí... Mi cuello empezó a reproducir los latidos de mi corazón, y le siguió mi cabeza. El pecho se me llenó de vacío y paradójicamente parecía que se estaba llenando de nada y me iba a explotar.

Tenía miedo de abrir los ojos, pero finalmente lo hice y vi sus manos, dando palos de ciego en el agua en la que me estaba ahogando. Yo luchaba por cogerlas pero apenas podía mover las piernas para salir de allí: parecía que algo me retenía en el fondo, atrapándome.

Él estaban tan o más nervioso que yo. Sé que trataba de ayudarme, pero a veces intentando hacerlo sólo conseguía hundirme más. No me importó, ya que supo compensar la angustia de esos minutos extra sin respirar con la tranquilidad que a la vez me dio verlo mojándose por mí y saltando luego a rescatarme: eso es algo que pocos más hubiesen hecho. Y si hoy y ahora respiro es, en parte, gracias a él.

lunes, 2 de marzo de 2009

Segundas partes

O terceras, o cuartas... Dicen que una retirada a tiempo es una victoria. Tal vez por eso pierdo siempre. No sé retirarme. Cuando no quiero, no sé hacerlo. Da igual si llego a pensar que sería lo mejor, o si la propia experiencia me demuestra que estamos más tranquilos separados que juntos. Siempre hay personas que me atraen, que no quiero dejar ir, con las que me niego a dejar de intentarlo.

No sé si hago bien. Posiblemente no. Tal vez sea mejor no insistir, y quedarse con un bonito recuerdo, que estropear lo poco que quedaba de algo, pero ese pensamiento coexiste con otro que me susurra constantemente al oído. Ése me dice que también es posible crear recuerdos nuevos que no tengan nada que envidiar a los de antaño. Que si les dejo ir a lo mejor me arrepiento durante el resto de mi vida, porque tengo sólo una, y no quiero llegar a echarles de menos justo cuando esté a punto de terminar y ya sí que no haya remedio.

Pero es que tampoco quiero ser egoísta. A veces lo mejor para los demás es lo peor para uno mismo... y suelo pensar que prefiero complacerles, por varias razones. Una es que prefiero sufrir yo a verles sufrir a ellos, porque además me veo más capaz de aguantar cualquier cosa, ya a estas alturas... Ésa debe ser la parte alta de mi ego. En la baja está el otro motivo que me hace querer anteponer su voluntad a la mía: que creo que, en realidad, puede ser que no se lo tomasen todo tan en serio como yo. Es duro, pero no sería la primera ni la última vez que jugasen conmigo a un juego paralelo al que jugaba yo con otros... Total, esto no sirve de nada cuando los otros se encuentran en el mismo dilema que tú o no sabes o no quieren que sepas qué es lo que prefieren. Y sí, suele ser también el caso.

Con tantas cosas en un lado y en el otro, la balanza más o menos se equilibra: por eso nunca sé qué hacer. Pero es que, aunque digan eso de que segundas partes nunca fueron buenas, yo sé bien que a veces es mentira: "Regreso al futuro 2" me parece la mejor de la trilogía, y "El fuego", si bien no es mejor que su predecesor, lo completa... Así que supongo que, de momento, no me moveré del cine, no soltaré mi libro... porque puede que todas estas historias al final tengan el gran final que se merecen.

domingo, 1 de marzo de 2009

Líneas

Es muy difícil decidir qué es justo y qué no lo es, al menos en determinadas ocasiones. A veces, tratar justamente a unos es hacerlo mal con otros y a la inversa, por lo que creo que la justicia, aislada y por sí sola, no existe. Es algo así como la libertad o el respeto: dependen demasiado de los demás y tiene en ellos un peso tan grande la subjetividad que se hace complicado llegar a acuerdos sobre cómo y cuándo es -o debe ser- alguien libre, o acerca de qué es respetar y qué no lo es.

Así, en realidad, esos conceptos tendrían que llevar anclado un "para mí", en un intento de compensar las enormes (y a la vez comprensibles) deficiencias en sus definiciones. La justicia es esto "para mí". La libertad es esto otro "para mí". "Para mí", respetar consiste en... Sin, obviamente, irnos por los cerros de Úbeda e inventar definiciones completamente nuevas para palabras que ya existen.

De todos modos es una utopía que alguna vez se llegue a un consenso general sobre la moral, y en cierta forma creo que no está tan mal que eso sea así. Esto es, tal como dije se hace evidente que hay muchos conceptos que guardan más relación con la conciencia de cada uno que con la descripción que de ellos se hace en un diccionario. Es innegable que tienen fallos... pero justamente a mis ideas sobre todas esas ideas (válgame la redundancia) les parece que debe ser así. Sólo con unas reglas, siguiendo nada más que un modelo que puede o no compartirse, siempre habrá alguien que se sienta defraudado. Es mejor que cada uno tenga la libertad de escoger qué o en qué cree y por qué, aunque para asuntos más trascendentales sea una imperiosa necesidad imponer (democráticamente a poder ser) una serie de normas.

En fin, cada uno debería ser libre de pensar lo que quisiera, aunque al final haya muchos factores -e incluso personas- capaces de inmiscuirse en esa libertad de la que creo que, por lo menos, deberíamos poder disfrutar todos. Y siendo de esa forma aplaudo a quienes son fieles a todo eso en lo que creen y lo defienden sin dañar a nadie en el camino.