sábado, 28 de marzo de 2009

Irreal

Cualquier día te apoyas en una pared y resulta que es de papel. No deshojes margaritas. No te quiere. No te ha querido nunca. Y lo peor es que ni siquiera sabe lo que es eso, aunque a veces te sorprendiese con su discurso aprendido sobre qué debía sentir. Con las emociones que le robó al primer poeta que encontró para hacerlas pasar por suyas y que tú te lo creyeses.

Todo es un engaño. Él con ella o él contigo. Ella allá y tú sin sitio. Mires a quien mires está disfrazado, y aunque te insistan en que eres tú la elegida, aquella que consiguió desnudarles de una vez por todas, la que descubrió algo en ellos que los demás no habrían podido ver, es mentira. Nunca vas a llegar hasta donde quieres, porque ese lugar, sencillamente, no existe.

Pero cuando tu castillo se haga trizas en el aire en que lo construiste y se te caigan encima los sueños que contenía apenas vas a darte cuenta, porque no es real, y en realidad nunca lo fue. La base que creías que lo sustentaba nunca estuvo allí, y cuando finalmente lo descubras también te darás cuenta de que ya no queda nada y de que en realidad no se ha caído... es que era tan etéreo como las escenas que vives por las noches, y tan frágil, que con sólo pensar en que podía ser verdad ya lo estabas tú rompiendo.

Llora. Tienes derecho a llorar. Siente bien las lágrimas quemando en tus mejillas, porque posiblemente sean lo único que es de verdad en todo esto.