Hay quienes están en contra de diagnosticar porque creen que una etiqueta facilita que las personas adquieran el rol de enfermo. Esto se traduce, básicamente, en que las personas que se saben enfermas de tal o cual cosa justifican todo lo que hacen -o lo que no hacen- con su enfermedad, cuando la pasividad poco ayuda en un tratamiento.
Yo no estoy de acuerdo en que el diagnóstico tenga culpa de esto, y si acaso influyese, creo que no debería hacerlo, y que en lugar de evitar que un paciente caiga en el victimismo de ser enfermo de "X" no diciéndole qué es "X" o que lo tiene, habría que enseñarle que, aunque en la mayoría de los casos no sea responsable de su enfermedad, sí lo es de su remisión o mejora.
De todos modos, no hace falta hablar de enfermos para ver casos similares: lo que hace alguien que tiene asumido el rol de enfermo no es sino tener un locus de control externo. Esto es, piensan que lo que les ocurre es causado por algo cuyo control les es ajeno, y que por tanto no son responsables de las consecuencias que se deriven de ello. Y eso lo hace mucha gente con muchísimas cosas, sin diagnósticos de por medio.
Hay gente que asume que es de un modo y que hace a los demás aceptarlo también, y en esa comodidad se mueven. O más bien no se mueven, y no es justo. El temperamento, la carga genética que modula nuestro carácter, no es determinante: nosotros también tenemos algo que decir al respecto. Podemos decidir por qué camino llevarlo, igual que puede un enfermo tratarse o dejarse morir sin hacer nada... El problema es que muchos son demasiado cobardes como para aceptar la responsabilidad que supone dirigir. Dirigirse... Porque implicaría asumir también que todo el tiempo de atrás habían sido igualmente responsables y no fueron capaces de hacer nada.