Cuando tenía unos cuantos años menos siempre había gente con la que tenía conflictos en el sitio en el que vivo. Me ocurría porque hay un tipo de persona, que no acabo de entender, que disfruta provocando a los demás, riéndose de ellos o tratando de ridiculizarles. Ni sé ahora el motivo ni lo sabía entonces, aunque más o menos puedo hacerme una idea... pero el caso es que observé algo que me resutó harto curioso, y que años más tarde he descubierto en otras áreas de la misma manera prácticamente.
En esa época solía haber "pandillas", o grupos de gente afín, que respaldaba siempre a los demás integrantes, casi siempre hicieran lo que hiciesen y sin comprobar primero si tenían sus amigos o no razón. Mi grupo no era numeroso, éramos, de hecho, cuatro chicas y de esas que no se meten con nadie: sacábamos buenas notas, nuestro toque de queda era a las nueve de la noche y lo más lejos que salíamos era a alguna hamburguesería del barrio. Aun así, muchos otros grupos -casi siempre o siempre femeninos también- nos declaraban la guerra a su manera, y lejos de lo que por nuestra apariencia se podía prever, nos defendíamos y debo decir que bastante bien.
Al final a todo se hace una y llegaba a ser un incentivo salir a la calle y empezar el juego de miradas, las palabras colocadas estratégicamente en el discurso para que el grupo rival las oyese, etcétera, pero, curiosamente, las otras chicas dejaban de jugar cuando estaban solas. Si te cruzabas con alguna sin su grupo detrás agachaba la cabeza o miraba hacia otro lado, aunque tú también estuvieses sola. Sin embargo, eras una presa ideal si eran ellas las que te encontraban sola. Se cebaban mucho más de lo que eran capaces de hacerlo en igualdad numérica. Por suerte, en esas plazas nosotras también supimos torear, y nunca mirábamos hacia otro lado, tuviésemos delante a una o a diez.
Ahora veo que la gente tiende a hacer lo mismo, aunque ya no tengan trece años. Por no hablar de lo diferentes que son los jóvenes que ahora tienen esa edad, que ya sería otro tema... El caso es que hay mucha gente que defiende a sus amigos o familiares cuando hacen algo mal. De ese modo, más que hacerles un favor, creo que les perjudican. Y también es frecuente encontrar a quienes sólo se atreven a decirte lo que piensan con al menos dos personas más detrás. Cuando se sienten respaldados parecen capaces de todo.... De todo lo que carecen cuando sus escoltas se marchan.
En el fondo me da pena. Me da pena ver cómo algunos no saben jugar, y cómo otros incluso estiran la partida para que les dure lo mismo que la vida. Se supone que uno debería aprender de sus errores y enfrentarlos solo cuando sea necesario.... pero me temo que hay gente que nunca llega a ser ella misma. Gente que no es nadie si no tiene a nadie aplaudiendo detrás.