jueves, 20 de agosto de 2009

Educación

Ser adulto te hace sentirte responsable sobre determinados asuntos. Entiendes que debes evitar enfrentamientos por cuestiones triviales. Aprendes a ceder y no aprovecharte de tu condición delante de los más pequeños. Tratas de contenerte y callarte cuando entiendes que el otro será incapaz de comprender lo que le intentes decir, por mucho que te esfuerces. Dejas de querer demostrar que llevas razón y te conformas con saber que la tienes y que el otro lo sabe también. Te importa poco que los demás piensen que se han reído de ti cuando sabes que en realidad se equivocan en su juicio.

Pero tampoco es tan aburrido ser adulto. También se puede ser adulto reflexionando sobre todo esto al ver cómo se te cuelan unos críos con malas artes en una atracción de feria. ¿Qué más da? Yo ya no tengo toque de queda y mi tiempo pasa mucho más deprisa que el de ellos... Y sobre tener más cara que espalda, mentir y además mal y ser un chulo al que antes o después alguien le partirá la cara yo nunca he tenido que preocuparme. Esa tarea se la dejo a los padres de esos críos a los que yo a su edad sacaba ventaja, porque si se la sacaba era precisamente porque mis padres a los de ellos también.

No sé qué me gusta menos, si lo detestables que son algunos niños ya desde tan pequeños, o que sus padres se lo permitan y hasta les rían las "gracias". Sea como sea me dan pena los tres: los dos mayores porque son incapaces de hacer de sus hijos personas, y el pequeño porque crecerá sin opciones, ya que quien tiene educación puede decidir cómo y cuándo la utiliza: el que no tiene tampoco tiene elección.