jueves, 27 de agosto de 2009

Negaciones

Pedro negó a Jesús tres veces, pero eso no cambió todo el tiempo que habían pasado juntos. A veces, cuando dos personas se separan, una niega a la otra como éste hizo con aquél. Pretende que no la conoce, que no sabe quién es o que ni siquiera la recuerda, pero todo el mundo sabe que eso no es posible. Al menos yo no lo concibo. Puede ser por miedo, como le pasó a Pedro, aunque en estos casos no a los judíos sino a que otro se dé cuenta de que no hemos sido capaces de olvidar. O también por temor a simplemente intentarlo.

A mí a veces también me gustaría olvidar que conocí a alguien con quien luego no acabé muy bien, pero es absurdo intentar hacerlo sólo mirando hacia otro lado. Creo que para superar algo que nos hubo marcado, lo que hay que hacer es justo lo contrario. Recrearse en los recuerdos, en los buenos y en los malos -no sólo en los primeros como falsamente quieren hacer algunos ni solamente en los segundos como de forma injusta intentan hacer otros-, para poder tener presente si la decisión que estamos tomando, la de desprendernos para siempre de eso o ése, es la adecuada.

Sólo querer olvidar algo o a alguien no es suficiente. Hacerse el loco cuando se oye su nombre tampoco. Para pasar página hay que tener una buena razón. Una que no dé vueltas en nuestra conciencia, porque sólo la visitará el olvido cuando esté tranquila. Sólo entonces se cumplirán nuestros deseos: cuando estemos completamente seguros de lo que queremos y de que lo queremos de verdad.