Es agradable sentirte identificado con alguien que, por la razón que sea, te gusta, te cae bien... Más aún si es con alguien a quien admiras. Es una manera de soportar el peso que ciertas cosas nos suponen con otro y a escondidas, porque ese sentimiento, el de verse reflejado en otra persona, no siempre se le confiesa a aquélla.
Historias parecidas, sueños compartidos, problemas similares... Cualquier cosa o todas pueden valer, pero a veces, cuanto más cree alguien que tiene de otro u otro de él, más quiere que compartan. Es como descubrir otra versión de uno mismo, como si ese otro hubiese salido con nosotros desde el mismo punto pero hubiera seguido un camino diferente aunque parecido, y al ver lo que ha sido de él y gustarnos, sentir que ése también podría ser nuestro destino.
La realidad es que no hay dos personas iguales, y creo que además tampoco debería haberlas. Está bien sentirse acompañado por la existencia de alguien que pensamos que nos comprende o que podría llegar a hacerlo, o saber que todo lo que hemos vivido o sentido también lo ha vivido o sentido otra persona en cualquier otro momento y lugar aunque de forma algo distinta, pero de sentirse identificado con a tratar de convertirse en puede haber sólo un paso que nadie tendría que dar.
Admiremos, compartamos, identifiquémonos con otros... pero seamos siempre nosotros mismos, porque aunque a veces cueste creerlo, supongo que todos tenemos algo de especial.