miércoles, 30 de septiembre de 2009
Mi primer anillo...
Es increíble cómo puede haber tanta felicidad contenida en un anillo tan pequeño...
Semillas
Muchas veces, en un libro, te sueltan algo, un pequeño detalle, como una pequeña semilla, a la que tu apenas haces caso. Te llegas a olvidar de que apareció, hasta que uns cuantas -o muchas- páginas más adelante te encuentras con todo lo que germinó de aquello que al principio parecía carecer de importancia. En la vida eso pasa, y casi con la misma frecuencia que en los libros.
Pero en la vida el suelo está lleno de semillas, y uno nunca sabe de cuál debería esperar algo. Pues bien, como en los libros, en eso consiste parte de la magia, en caminar ajeno a todas ellas y que, cuando menos te lo esperes, alguna te sorprenda volviendo a tu camino.
Pero en la vida el suelo está lleno de semillas, y uno nunca sabe de cuál debería esperar algo. Pues bien, como en los libros, en eso consiste parte de la magia, en caminar ajeno a todas ellas y que, cuando menos te lo esperes, alguna te sorprenda volviendo a tu camino.
Seguro...
¿También te has quedado horas mirando la pantalla esperando a que él (o ella) apareciese? ¿Has dudado durante eternos minutos si enviar o no ese mensaje, preguntándote si resultarías una molestia o serías motivo de alegría? ¿No has sabido si debías hacerle un regalo o sería tomarte demasiadas confianzas? ¿Has esperado un rato antes de responderle a cualquier cosa, aun muriéndote de ganas, para que no pensase que lo hacías, que deseabas contestarle?
Sí... Seguro que sí. Seguro que has pasado noches en vela cuando sabías que ibas a verle al otro día, y que has pensado en mil excusas para explicar tus ojeras sin que adivinase que eran por él (o ella, sí...). Seguro que has sentido millones de veces que la piel de la cara te tiraba porque estabas tratando de esconder una sonrisa, sólo por ver cómo te devolvía una mirada.
Entonces es que has querido mucho a alguien y no querías que lo supiera. Está bien, a veces tiene que ser así... Pero antes de decidirlo piénsalo muy bien: a veces al otro le está pasando exactamente lo mismo contigo, y ninguno os estáis dando cuenta.
Sí... Seguro que sí. Seguro que has pasado noches en vela cuando sabías que ibas a verle al otro día, y que has pensado en mil excusas para explicar tus ojeras sin que adivinase que eran por él (o ella, sí...). Seguro que has sentido millones de veces que la piel de la cara te tiraba porque estabas tratando de esconder una sonrisa, sólo por ver cómo te devolvía una mirada.
Entonces es que has querido mucho a alguien y no querías que lo supiera. Está bien, a veces tiene que ser así... Pero antes de decidirlo piénsalo muy bien: a veces al otro le está pasando exactamente lo mismo contigo, y ninguno os estáis dando cuenta.
martes, 29 de septiembre de 2009
Temas tabú
Hay ciertas cosas que a casi todo el mundo le da vergüenza contar. Son temas tabú de los que nadie parece atreverse a hablar pero que sin embargo a todos les afectan de uno u otro modo. A veces, incluso hay quien niega tener relación con ellos, aunque todos los demás sepan que probablemente miente, pero estos tampoco suelen decir nada al respecto porque hacerlo podría dejar en evidencia quien habla, antes que al comentado.
Limpieza, masturbación, higiene personal, virginidad, manías, supersticiones, porno, ciertas enfermedades... Hay un montón de temas tabú que atormentan a multitudes. Por suerte, cada día se van deshaciendo más, pero aún están bien presentes.
Los que se sienten tan mal por confesar eso que quizás hasta crean ellos mismos feo o depravado, de loco o de idiota, se aliviarían inmensamente si un día, de pronto, decidieran gritar al viento qué hacen y por qué: porque les da la gana o porque les gusta, porque cuando algunos cobardes ven a un valiente, primero lo intentan achantar metiéndose con él y las supuestas barbaridades que está reconociendo... pero conforme va pasando el tiempo y el valiente se muestra indiferente ante la sorna del resto, los cobardes le van imitando y, finalmente, todos terminan por darse cuenta de que todas esas cosas que les hubieran quitado antes el sueño son más normales de lo que pensaban. Que no es raro tenerlas, sino carecer de ellas.
Limpieza, masturbación, higiene personal, virginidad, manías, supersticiones, porno, ciertas enfermedades... Hay un montón de temas tabú que atormentan a multitudes. Por suerte, cada día se van deshaciendo más, pero aún están bien presentes.
Los que se sienten tan mal por confesar eso que quizás hasta crean ellos mismos feo o depravado, de loco o de idiota, se aliviarían inmensamente si un día, de pronto, decidieran gritar al viento qué hacen y por qué: porque les da la gana o porque les gusta, porque cuando algunos cobardes ven a un valiente, primero lo intentan achantar metiéndose con él y las supuestas barbaridades que está reconociendo... pero conforme va pasando el tiempo y el valiente se muestra indiferente ante la sorna del resto, los cobardes le van imitando y, finalmente, todos terminan por darse cuenta de que todas esas cosas que les hubieran quitado antes el sueño son más normales de lo que pensaban. Que no es raro tenerlas, sino carecer de ellas.
lunes, 28 de septiembre de 2009
Aburridos
Alguna gente tiene la manía de despreciar la forma que tienen otros de divertirse, y los hay que incluso si no te diviertes a su manera te llaman aburrido. Pues no, aburrido en todo caso es quien sólo concibe una forma de pasárselo bien.
Hay quien, si no, te lo llama porque se aburre contigo... pero en realidad el aburrido debería ser, diga la RAE lo que diga, el que se aburre. Ni que una persona fuese un mono de feria para tener que ir entreteniendo al personal... Además, los hay tan cerrados de mente que si no se divierten con lo que tú les propones es porque no quieren. Porque sus prejuicios mismos sobre la propia actividad les impiden disfrutar de ella.
Sin embargo, más de una vez acaba uno compartiendo la afición de algún amigo, sin que le llame especialmente la atención, simplemente por pasar tiempo juntos, y acaba descubriendo que eso no implica aburrirse. Se puede disfrutar de muchas maneras, y aunque cada uno prefiera una tampoco se tiene que pasar un mal rato si se prueba algo diferente.
En definitiva, no sé qué le ven algunos de malo a que cada uno se divierta como quiera, mientras no sea con algo que hace daño a otros. Si medio mundo es así, estaré encantada de ser una aburrida... Una aburrida que se lo suele pasar muy bien, aunque sea a su manera.
Hay quien, si no, te lo llama porque se aburre contigo... pero en realidad el aburrido debería ser, diga la RAE lo que diga, el que se aburre. Ni que una persona fuese un mono de feria para tener que ir entreteniendo al personal... Además, los hay tan cerrados de mente que si no se divierten con lo que tú les propones es porque no quieren. Porque sus prejuicios mismos sobre la propia actividad les impiden disfrutar de ella.
Sin embargo, más de una vez acaba uno compartiendo la afición de algún amigo, sin que le llame especialmente la atención, simplemente por pasar tiempo juntos, y acaba descubriendo que eso no implica aburrirse. Se puede disfrutar de muchas maneras, y aunque cada uno prefiera una tampoco se tiene que pasar un mal rato si se prueba algo diferente.
En definitiva, no sé qué le ven algunos de malo a que cada uno se divierta como quiera, mientras no sea con algo que hace daño a otros. Si medio mundo es así, estaré encantada de ser una aburrida... Una aburrida que se lo suele pasar muy bien, aunque sea a su manera.
Yo tampoco lo sé...
-No llego a entender si amáis a esa infeliz mujer o la odiáis.
-Yo tampoco lo sé.
-Yo tampoco lo sé.
Los pilares de la tierra
domingo, 27 de septiembre de 2009
Ilusiones...
A veces estás ilusionado con algo, tanto que estás loco por compartirlo con todo el mundo... Finalmente decides que es tan especial que sólo te merece la pena compartirlo con unos pocos, pero cuando lo haces, parte de tu ilusión se esfuma al comprobar que lo que a ti te emociona a las personas con quienes te apetecía compartirlo les da lo mismo.
Supongo que no es igual disfrutar ciertas cosas solo que en compañía, aunque claro está que si no hay más remedio se puede hacer solo perfectamente. De hecho a veces es incómodo, en parte, compartir lo que te hace ilusión, porque con gente delante sientes que no puedes gritar ni siquiera internamente de la alegría sin que te oigan, lo cual te daría un poco de vergüenza.
Por eso entristece tanto que nadie comparta tus ilusiones, porque a pesar de que las quieres para ti, para poder disfrutar de una forma que pocas veces puedes, te esfuerzas porque otros las puedan saborear también... y ellos te las escupen en la cara.
Supongo que no es igual disfrutar ciertas cosas solo que en compañía, aunque claro está que si no hay más remedio se puede hacer solo perfectamente. De hecho a veces es incómodo, en parte, compartir lo que te hace ilusión, porque con gente delante sientes que no puedes gritar ni siquiera internamente de la alegría sin que te oigan, lo cual te daría un poco de vergüenza.
Por eso entristece tanto que nadie comparta tus ilusiones, porque a pesar de que las quieres para ti, para poder disfrutar de una forma que pocas veces puedes, te esfuerzas porque otros las puedan saborear también... y ellos te las escupen en la cara.
Hoy ya me voy
Oh, oh... Oh, oh...
Se puede intentar hacer canciones;
el hombre ha hecho tanto por el arte...
Se puede intentar romper paredes
y luego hacer casas gigantes...
Y no llegué a aprenderte a amar,
aunque quisiera yo no pude...
Rocé tus labios con mi boca
y te entregué mi cuerpo, oh, oh...
Cansada me detengo y pienso
si esto es lo que merecemos...
Hoy ya me voy amor,
y desearé que tengas un buen viaje...
Y no lloraré,
porque sé bien que yo intenté quererte...
Y le dije no a ser feliz
porque sólo pensaba en ti...
Que yo aprendería
a amarte como tú lo hacías...
Y hoy debo decir adiós...
Sé que pude quedarme más tiempo,
pero algo me dijo que era tarde...
Y que aunque usara yo mi empeño
el final ya era inevitable...
Y duele porque fuiste todo lo que deseé un día...
Pero si no hay amor sé que el deseo ya no bastaría, no, oh...
Sufriendo por todo el recuerdo...
Viviendo de remordimientos...
Hoy ya me voy amor,
y desearé que tengas un buen viaje...
Y no lloraré,
porque sé bien que yo intenté quererte...
Y le dije no a ser feliz
porque solo pensaba en ti...
Que yo aprendería
a amarte como tú lo hacías...
Y hoy debo decir adiós...
Me duele que te dejo
con la pena y el dolor, soñando...
Que estés bien y que des
de tu vida lo mejor...
Como conmigo...
Hoy ya me voy amor,
y desearé que tengas un buen viaje...
Y no lloraré,
porque sé bien que yo intenté quererte...
Y le dije no a ser feliz
porque solo pensaba en ti...
Que yo aprendería
a amarte como tú lo hacías...
Y hoy debo decir adiós...
Se puede intentar hacer canciones;
el hombre ha hecho tanto por el arte...
Se puede intentar romper paredes
y luego hacer casas gigantes...
Y no llegué a aprenderte a amar,
aunque quisiera yo no pude...
Rocé tus labios con mi boca
y te entregué mi cuerpo, oh, oh...
Cansada me detengo y pienso
si esto es lo que merecemos...
Hoy ya me voy amor,
y desearé que tengas un buen viaje...
Y no lloraré,
porque sé bien que yo intenté quererte...
Y le dije no a ser feliz
porque sólo pensaba en ti...
Que yo aprendería
a amarte como tú lo hacías...
Y hoy debo decir adiós...
Sé que pude quedarme más tiempo,
pero algo me dijo que era tarde...
Y que aunque usara yo mi empeño
el final ya era inevitable...
Y duele porque fuiste todo lo que deseé un día...
Pero si no hay amor sé que el deseo ya no bastaría, no, oh...
Sufriendo por todo el recuerdo...
Viviendo de remordimientos...
Hoy ya me voy amor,
y desearé que tengas un buen viaje...
Y no lloraré,
porque sé bien que yo intenté quererte...
Y le dije no a ser feliz
porque solo pensaba en ti...
Que yo aprendería
a amarte como tú lo hacías...
Y hoy debo decir adiós...
Me duele que te dejo
con la pena y el dolor, soñando...
Que estés bien y que des
de tu vida lo mejor...
Como conmigo...
Hoy ya me voy amor,
y desearé que tengas un buen viaje...
Y no lloraré,
porque sé bien que yo intenté quererte...
Y le dije no a ser feliz
porque solo pensaba en ti...
Que yo aprendería
a amarte como tú lo hacías...
Y hoy debo decir adiós...
Kany García, Hoy ya me voy
sábado, 26 de septiembre de 2009
¿Arrogancia?
Algunas veces la gente tacha a otros de arrogantes porque siempre dicen tener razón. Hay mucha gente que habla de cualquier cosa, incluso de la que no tiene ni idea, como si lo que dijese fuese algo inamovible, pero no todo el mundo es así.
Muchos se limitan a opinar de todo un poco y a hablar sólo de lo que conocen, por eso a veces hablan poco o cuando lo hacen no se suelen equivocar, ya que si hablan de algo que ignoran se expresan en forma de hipótesis y teorías y se respaldan siempre con un "creo", "pienso", "podría ser...". A esos es a los que se confunde con arrogantes.
Y no, no es arrogancia sino prudencia: si sólo coges claveles no te pincharás, pero si empiezas a meter rosas puede ser que acabes sangrando.
Muchos se limitan a opinar de todo un poco y a hablar sólo de lo que conocen, por eso a veces hablan poco o cuando lo hacen no se suelen equivocar, ya que si hablan de algo que ignoran se expresan en forma de hipótesis y teorías y se respaldan siempre con un "creo", "pienso", "podría ser...". A esos es a los que se confunde con arrogantes.
Y no, no es arrogancia sino prudencia: si sólo coges claveles no te pincharás, pero si empiezas a meter rosas puede ser que acabes sangrando.
Comunicación fallida
A la gente enseguida se le llena la boca hablando de lo feo que es decir que alguien es tonto, que nadie es mejor que nadie, etcétera. Eso es mentira, y lo peor es que casi todos esos que lo dicen lo saben, pero se callan porque sí: no queda bien decir algo así...
Todos no somos iguales, y aunque sí es cierto que nadie debería discriminar a otro por ser menos inteligente, las diferencias están ahí e influyen a veces en la comunicación de forma evidente.
Ni siquiera parto de un concepto de inteligencia universal (entre otras cosas porque no lo hay), ni de uno compartido por algún grupo de personas. Tampoco hablo de la que miden los tests que dicen medirla. Cada uno sabe en su fuero interno qué le parece ser inteligente y qué no. Todos tenemos nuestra idea más o menos formada y, cuando tratamos con alguien, sabemos si nos parece o no inteligente, basándonos en lo que nos basemos y con las diferencias individuales que pueda haber entre lo que pensemos unos y otros.
El caso es que cuando tratas de explicar algo a alguien que simplemente no tiene la capacidad para comprenderlo, por muchos esfuerzos que hagas, no lo entenderá. Y no hablo de retrasados mentales ni mucho menos, sino de gente que no es capaz de razonar como al menos uno cree que se debería razonar. Tal vez a otro le parezca un erudito, pero lo que cuenta para que tú puedas tener una conversación fluida y mínimamente coherente es que te lo parezca a ti.
Quizás más que de un concepto personal de inteligencia debiera hablar de diferencias en el razonamiento... Pero da igual, llámese como se llame, es desesperante explicar algo durante una hora con palabras que uno sabe de seguro que son inteligibles, que otras personas han sido capaces de entender a la primera, y que el otro no sólo no se entere sino que se esté enterando de lo que no es. Cansa ver algo evidente y que la persona que tienes delante sea incapaz de verlo del mismo modo.
No sé si será cuestión de paciencia, de tolerancia o de comprensión... pero yo suelo cansarme pronto de hablar con la pared, y las conversaciones banales no me dicen nada... Así que no soporto a la gente tonta. Y repito: no hablo de gente con déficits intelectuales (ésa de hecho me interesa...), sino de la que no es capaz de utilizar lo que tiene en el coco de la forma que para mí es la adecuada. No busco genios, porque entre otras cosas yo misma no soy uno y estoy bastante lejos de serlo: sólo gente con la que se pueda hablar sin entrar en un bucle infinito de incomprensión mutua.
Todos no somos iguales, y aunque sí es cierto que nadie debería discriminar a otro por ser menos inteligente, las diferencias están ahí e influyen a veces en la comunicación de forma evidente.
Ni siquiera parto de un concepto de inteligencia universal (entre otras cosas porque no lo hay), ni de uno compartido por algún grupo de personas. Tampoco hablo de la que miden los tests que dicen medirla. Cada uno sabe en su fuero interno qué le parece ser inteligente y qué no. Todos tenemos nuestra idea más o menos formada y, cuando tratamos con alguien, sabemos si nos parece o no inteligente, basándonos en lo que nos basemos y con las diferencias individuales que pueda haber entre lo que pensemos unos y otros.
El caso es que cuando tratas de explicar algo a alguien que simplemente no tiene la capacidad para comprenderlo, por muchos esfuerzos que hagas, no lo entenderá. Y no hablo de retrasados mentales ni mucho menos, sino de gente que no es capaz de razonar como al menos uno cree que se debería razonar. Tal vez a otro le parezca un erudito, pero lo que cuenta para que tú puedas tener una conversación fluida y mínimamente coherente es que te lo parezca a ti.
Quizás más que de un concepto personal de inteligencia debiera hablar de diferencias en el razonamiento... Pero da igual, llámese como se llame, es desesperante explicar algo durante una hora con palabras que uno sabe de seguro que son inteligibles, que otras personas han sido capaces de entender a la primera, y que el otro no sólo no se entere sino que se esté enterando de lo que no es. Cansa ver algo evidente y que la persona que tienes delante sea incapaz de verlo del mismo modo.
No sé si será cuestión de paciencia, de tolerancia o de comprensión... pero yo suelo cansarme pronto de hablar con la pared, y las conversaciones banales no me dicen nada... Así que no soporto a la gente tonta. Y repito: no hablo de gente con déficits intelectuales (ésa de hecho me interesa...), sino de la que no es capaz de utilizar lo que tiene en el coco de la forma que para mí es la adecuada. No busco genios, porque entre otras cosas yo misma no soy uno y estoy bastante lejos de serlo: sólo gente con la que se pueda hablar sin entrar en un bucle infinito de incomprensión mutua.
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Entierros
Los humanos hemos ido creando a lo largo del tiempo diferentes culturas. Hay tantas y tan diferentes, que por eso el contexto cultural en que uno se encuentre llega a ser tan importante. Pero algo que siempre ha captado mi atención es la forma que tenemos en distintos sitios de deshacernos de los cadáveres.
En determinados lugares, por bárbaro que pueda parecernos a nosotros, se comen a sus muertos. No sé qué les lleva a hacerlo, tal vez piensen que de ese modo algo de ellos les pasará. Ya lo investigaré, porque ahora es tarde y tampoco es a lo que voy. Precisamente me interesa ver el tema desde la ignorancia.
Aquí hacemos otras cosas que, si uno las piensa y no conoce sus orígenes, también podrían parecer extrañas e incluso macabras a cualquiera: los quemamos. Prendemos fuego a los cadáveres de nuestros seres más queridos. Antiguamente esto también se hacía aunque de una forma un tanto más ceremoniosa la parte del fuego... Visto así, sin saber, no tiene demasiado sentido, excepto el de ocupar el menor espacio posible con algo que, al fin y al cabo, ya no sirve para nada más que para el recuerdo.
También los enterramos. Supongo que esa costumbre tiene un significado más simbólico que ahora tampoco me molestaré en revisar, porque, nuevamente, me interesa ver el ritual desde fuera, con perspectiva. Sin saber a qué puede venir eso. Tendría sentido si se enterrase a los muertos sin ataúd, ya que de ese modo alimentarían la tierra, ellos a los animales, nosotros de estos y, casi como en la mejor fantasía final, uno volvería a la tierra. A la Tierra. Al planeta. El ciclo de la vida -el mismo de aquellos leones, sí-, el ciclo sin fin, tendría lugar y se repetiría continuamente. Con ataúd creo que lo simbólico adquiere un cariz más importante, pero sea como sea no es menos curioso echar tierra por encima a un muerto, como hace un perro que esconde un tesoro.
Ya lo buscaré, ya. De momento he asistido a mi primer entierro y he sido yo misma la sepulturera. No es que sea una experiencia especialmente grata, como no será difícil imaginar, pero tampoco es tan desagradable como podría parecer. Aun sin ahondar en por qué uno hace lo que hace con sus seres queridos, hasta que sus cuerpos no descansan de algún modo -simbólico o no, práctico o no-, no se puede estar tranquilo y empezar a superar la pérdida. Al menos yo no puedo, sea por motivos místicos o por tener que estar pasando el trago de decidir qué hacer con el cuerpo y finalmente hacerlo...
El caso es que me gustan en general los rituales culturales, o al menos muchos de los que no implican daño alguno a nadie, y los entierros me parecen de lo más bonitos. Son tristes, porque implican despedidas y éstas lo son, pero a la vez representan el deseo de alguien que quiere a otro alguien -aun cuando éste ya se ha muerto- y que no es capaz de descansar hasta que el otro lo hace en paz.
En determinados lugares, por bárbaro que pueda parecernos a nosotros, se comen a sus muertos. No sé qué les lleva a hacerlo, tal vez piensen que de ese modo algo de ellos les pasará. Ya lo investigaré, porque ahora es tarde y tampoco es a lo que voy. Precisamente me interesa ver el tema desde la ignorancia.
Aquí hacemos otras cosas que, si uno las piensa y no conoce sus orígenes, también podrían parecer extrañas e incluso macabras a cualquiera: los quemamos. Prendemos fuego a los cadáveres de nuestros seres más queridos. Antiguamente esto también se hacía aunque de una forma un tanto más ceremoniosa la parte del fuego... Visto así, sin saber, no tiene demasiado sentido, excepto el de ocupar el menor espacio posible con algo que, al fin y al cabo, ya no sirve para nada más que para el recuerdo.
También los enterramos. Supongo que esa costumbre tiene un significado más simbólico que ahora tampoco me molestaré en revisar, porque, nuevamente, me interesa ver el ritual desde fuera, con perspectiva. Sin saber a qué puede venir eso. Tendría sentido si se enterrase a los muertos sin ataúd, ya que de ese modo alimentarían la tierra, ellos a los animales, nosotros de estos y, casi como en la mejor fantasía final, uno volvería a la tierra. A la Tierra. Al planeta. El ciclo de la vida -el mismo de aquellos leones, sí-, el ciclo sin fin, tendría lugar y se repetiría continuamente. Con ataúd creo que lo simbólico adquiere un cariz más importante, pero sea como sea no es menos curioso echar tierra por encima a un muerto, como hace un perro que esconde un tesoro.
Ya lo buscaré, ya. De momento he asistido a mi primer entierro y he sido yo misma la sepulturera. No es que sea una experiencia especialmente grata, como no será difícil imaginar, pero tampoco es tan desagradable como podría parecer. Aun sin ahondar en por qué uno hace lo que hace con sus seres queridos, hasta que sus cuerpos no descansan de algún modo -simbólico o no, práctico o no-, no se puede estar tranquilo y empezar a superar la pérdida. Al menos yo no puedo, sea por motivos místicos o por tener que estar pasando el trago de decidir qué hacer con el cuerpo y finalmente hacerlo...
El caso es que me gustan en general los rituales culturales, o al menos muchos de los que no implican daño alguno a nadie, y los entierros me parecen de lo más bonitos. Son tristes, porque implican despedidas y éstas lo son, pero a la vez representan el deseo de alguien que quiere a otro alguien -aun cuando éste ya se ha muerto- y que no es capaz de descansar hasta que el otro lo hace en paz.
Trenes
Dicen que hay trenes que sólo pasan una vez en la vida... ¿Y si pensaras que eso es así y trece años más tarde te pareciese ver uno de nuevo? Puedes pensar que si el destino o lo que diablos fuese se encargó de que lo no lo cogieras entonces fue por algo y sentirte reacio a intentar subir en el que ves ahora... Pero, ¿y si sólo era que no debías cogerlo en aquel momento porque no era el apropiado? Tal vez te quedaste con las ganas de montarte para que años más tarde, al verlo otra vez, te planteases cogerlo, cosa que de otro modo tal vez no hubieses hecho.
También dicen que es mejor arrepentirse de haber hecho algo que de no haberlo intentado, así que habrá que saltar a los trenes, aunque pasen muy deprisa. Total, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Que lo pierdas? Si lo superaste antaño nada parece indicar que no vayas a poderlo hacer ahora. ¿Que no sea como esperabas? Supongo que siempre puedes saltar o bajar en la próxima estación... ¿Y qué pasa si te caes y ni llegas a cogerlo, o si vas a parar debajo de él? Pues que te mate si tenía que hacerlo... Pero tú lo habrás intentado y morirás feliz.
También dicen que es mejor arrepentirse de haber hecho algo que de no haberlo intentado, así que habrá que saltar a los trenes, aunque pasen muy deprisa. Total, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Que lo pierdas? Si lo superaste antaño nada parece indicar que no vayas a poderlo hacer ahora. ¿Que no sea como esperabas? Supongo que siempre puedes saltar o bajar en la próxima estación... ¿Y qué pasa si te caes y ni llegas a cogerlo, o si vas a parar debajo de él? Pues que te mate si tenía que hacerlo... Pero tú lo habrás intentado y morirás feliz.
martes, 22 de septiembre de 2009
Never give up
I've always thought that you shouldn't cry for someone until they have died. If not, it's like being defeated before the war has ended, and I hate that kind of losers: those who don't fight right to the end; those who surrender and are unable to encourage the real sufferer.
Going on is not easy at all, but when you aren't alone it becomes less hard. You feel stronger if someone you love is by your side, and whether you feel strong you are strong. That's why people in pain need fighters around them. They can be the strength that they have lost and they now need.
Do you feel dispirited? Do you really think you are depressed? I don't think you even have the right to feel like that when it is somebody else who's fighting for survival. Don't be selfish. If someone you really love is in trouble, just swallow your little pain and try to reduce theirs. They have to know that they shall never give up, and maybe you're the one who can let him know.
Going on is not easy at all, but when you aren't alone it becomes less hard. You feel stronger if someone you love is by your side, and whether you feel strong you are strong. That's why people in pain need fighters around them. They can be the strength that they have lost and they now need.
Do you feel dispirited? Do you really think you are depressed? I don't think you even have the right to feel like that when it is somebody else who's fighting for survival. Don't be selfish. If someone you really love is in trouble, just swallow your little pain and try to reduce theirs. They have to know that they shall never give up, and maybe you're the one who can let him know.
lunes, 21 de septiembre de 2009
Situaciones poco agradables
A veces te encuentras en situaciones a las que, de primeras, eres incapaz de ver el lado positivo, o al menos éste te parece ínfimo en comparación con su opuesto.
Llegados a cierta edad, lo cierto es que muchas situaciones, incluidas esas que se nos antojan tan desagradables a primera vista, las podemos evitar. Si no me gusta esta carrera puedo dejarla y estudiar otra cosa. Si no me siento bien en este trabajo puedo buscar otro. Si estoy incómoda en un sitio siempre puedo marcharme a otro. Y así con cientos de cosas más. Pero poder no es necesariamente deber, y aún más, tampoco implica querer.
Hoy me han dado ganas de salir corriendo de un sitio. Me sentí fuera de lugar, incómoda, inútil... Pero no lo he hecho. A la vuelta he estado pensando en qué podía sacar de aquella experiencia, qué podía hacerme volver, y casi nada me convencía demasiado, aparte de mi extraño sentido del deber y de cierta manía que tengo de terminar lo que empiezo, pero no me parecía suficiente. Era como si también necesitase una razón a nivel personal. Y después de pensar un rato finalmente la he encontrado.
No estoy segura de si podré sacar de esa experiencia lo que he pensado que me gustaría, pero supongo que si no eso, algo sacaré seguro. Voy a intentar que me sirva para colocarme en el lugar de alguien que me importa, de una forma que rara vez puede ser que se me presente. Tal vez así logre entenderle mejor, y de hecho creo que ya lo hice un poco. De todos modos, aquí mi experiencia personal es lo de menos. Lo que importa es que de cualquier cosa que nos pase podremos sacar alguna cosa, tanto si lo pensamos como si no. Hasta de cosas aparentemente estúpidas, o de otras que duelen o hacen daño. De cualquier cosa se puede aprender algo, así que, aunque la adultez nos permita esquivar muchas cosas, tal vez deba la madurez obligarnos a enfrentarnos a ellas.
Corriendo de algo no se aprende a superarlo. Por eso detesto cuando la gente elige el camino más cómodo y decide sortear cada pequeña dificultad que se encuentra o le gira la cara. Prefiero a los que miran a todo a los ojos, aunque pierdan los suyos en el intento.
Llegados a cierta edad, lo cierto es que muchas situaciones, incluidas esas que se nos antojan tan desagradables a primera vista, las podemos evitar. Si no me gusta esta carrera puedo dejarla y estudiar otra cosa. Si no me siento bien en este trabajo puedo buscar otro. Si estoy incómoda en un sitio siempre puedo marcharme a otro. Y así con cientos de cosas más. Pero poder no es necesariamente deber, y aún más, tampoco implica querer.
Hoy me han dado ganas de salir corriendo de un sitio. Me sentí fuera de lugar, incómoda, inútil... Pero no lo he hecho. A la vuelta he estado pensando en qué podía sacar de aquella experiencia, qué podía hacerme volver, y casi nada me convencía demasiado, aparte de mi extraño sentido del deber y de cierta manía que tengo de terminar lo que empiezo, pero no me parecía suficiente. Era como si también necesitase una razón a nivel personal. Y después de pensar un rato finalmente la he encontrado.
No estoy segura de si podré sacar de esa experiencia lo que he pensado que me gustaría, pero supongo que si no eso, algo sacaré seguro. Voy a intentar que me sirva para colocarme en el lugar de alguien que me importa, de una forma que rara vez puede ser que se me presente. Tal vez así logre entenderle mejor, y de hecho creo que ya lo hice un poco. De todos modos, aquí mi experiencia personal es lo de menos. Lo que importa es que de cualquier cosa que nos pase podremos sacar alguna cosa, tanto si lo pensamos como si no. Hasta de cosas aparentemente estúpidas, o de otras que duelen o hacen daño. De cualquier cosa se puede aprender algo, así que, aunque la adultez nos permita esquivar muchas cosas, tal vez deba la madurez obligarnos a enfrentarnos a ellas.
Corriendo de algo no se aprende a superarlo. Por eso detesto cuando la gente elige el camino más cómodo y decide sortear cada pequeña dificultad que se encuentra o le gira la cara. Prefiero a los que miran a todo a los ojos, aunque pierdan los suyos en el intento.
domingo, 20 de septiembre de 2009
Lo que tengo que hacer
Es algo así como cuando duermes, suena el reloj, y quieres seguir en la cama. Pero en el fondo sabes que te tienes que levantar, por mucho que te joda. A veces una tiene que hacer... lo que tiene que hacer.
sábado, 19 de septiembre de 2009
黒い涙
明日なんて来ないようにと願った夜 数え切れない
夢も愛も失くし 雨に打たれたまま 泣いてる 泣いてる
泣いてる 泣いてる
飾りつけないでこのままの私で生きてゆくため
何が必要
自分さえ信じれず何を信じたらいいの
答えは近すぎて見えない
黒い涙 流す
私には何もなくて
悲しすぎて 言葉にさえならなくて
体中が痛み出して
耐えられない
ひとりでは
夜中に泣きつかれて 描いた 自分じゃない自分の顔
弱さを隠したまま 笑顔を作るのは止めよう 止めよう
止めよう 止めよう
飾りつけないで生きてゆくことはこの世で一番
ムズカシイコト?
あなたからもらうなら形のないものがいい
壊れるものはもういらない
黒い涙 流し 叫んでも
知らぬ顔で明日は来て
同じ痛みにぶつかる
そんな日々を続けるなら
遠く消えてしまいたい
わがままとわかっても‥‥
黒い涙 流す
私には何もなくて
悲しすぎて 言葉にさえならなくて
体中が痛み出して
耐えられない
ひとりでは
黒い涙 流し 叫んでも
知らぬ顔で明日は来て
同じ痛みにぶつかる
そんな日々を続けるなら
遠く消えてしまいたい
わがままとわかっても
夢も愛も失くし 雨に打たれたまま 泣いてる 泣いてる
泣いてる 泣いてる
飾りつけないでこのままの私で生きてゆくため
何が必要
自分さえ信じれず何を信じたらいいの
答えは近すぎて見えない
黒い涙 流す
私には何もなくて
悲しすぎて 言葉にさえならなくて
体中が痛み出して
耐えられない
ひとりでは
夜中に泣きつかれて 描いた 自分じゃない自分の顔
弱さを隠したまま 笑顔を作るのは止めよう 止めよう
止めよう 止めよう
飾りつけないで生きてゆくことはこの世で一番
ムズカシイコト?
あなたからもらうなら形のないものがいい
壊れるものはもういらない
黒い涙 流し 叫んでも
知らぬ顔で明日は来て
同じ痛みにぶつかる
そんな日々を続けるなら
遠く消えてしまいたい
わがままとわかっても‥‥
黒い涙 流す
私には何もなくて
悲しすぎて 言葉にさえならなくて
体中が痛み出して
耐えられない
ひとりでは
黒い涙 流し 叫んでも
知らぬ顔で明日は来て
同じ痛みにぶつかる
そんな日々を続けるなら
遠く消えてしまいたい
わがままとわかっても
土屋アンナ 'inspi NANA, 黒い涙
Feminidad
Las mujeres son bastante curiosas. Los hombres, por su parte, supongo que también, pero como no soy uno, tal vez por eso, no me inquietan tanto. Me parece gracioso parecerme a veces tan poco al resto de féminas que conozco, veo u observo por todas partes.
Hay gente para todo, y no hay nunca que generalizar y meter a todo el mundo, hombres o mujeres, jóvenes y viejos, gays y heterosexuales, o lo que sea, en un saco, pero es innegable que los grupos de personas, tengan la identidad social común que tengan, comparten determinadas características. Las mujeres, por ejemplo, suelen ser femeninas.
Los vestidos, las cremas, la depilación, los bolsos, los pintauñas, el maquillaje, las faldas... Sé bien que, como yo, hay muchas chicas que no son demasiado femeninas, y tal vez a ellas también les llame la atención que otras lo sean tanto.
Somos de la misma especie y del mismo sexo y, sin embargo, a veces llego a no identificarme en absoluto con algunas. A mí también me gusta ir mona, de vez en cuando, e incluso podría decirse que puedo llegar a ser coqueta... Pero cuando me maquillo (de siglo en siglo) o me pongo un vestido (de milenio en milenio) me siento fuera de lugar. Es como si esas cosas fueran para otras, no para mí. Soy como una extraña, como una impostora, como si fuese algo que no es una mujer (tampoco un hombre...) tratando de convertirse en una y pasar desapercibida entre ellas. Y no, la orientación sexual aquí no tiene nada que ver. Ni yo soy lesbiana, ni ellas carecen de feminidad como antes (e incluso algunos ignorantes hoy día) se pensaba.
Todo eso también se nota en los gestos, las miradas, la fragilidad que muchas mujeres desprenden... No sé si será algo natural o que aprendemos de alguna manera, pero me llama la atención. Es una prueba de que incluso en lo que más se parece entre sí, pueden haber diferencias significativas. De la heterogeneidad de la especie humana en general, y de las mujeres en particular.
No me disgusta ser como soy, pero sí es extraño que casi todo el mundo espere de ti algo que tú no eres.
Hay gente para todo, y no hay nunca que generalizar y meter a todo el mundo, hombres o mujeres, jóvenes y viejos, gays y heterosexuales, o lo que sea, en un saco, pero es innegable que los grupos de personas, tengan la identidad social común que tengan, comparten determinadas características. Las mujeres, por ejemplo, suelen ser femeninas.
Los vestidos, las cremas, la depilación, los bolsos, los pintauñas, el maquillaje, las faldas... Sé bien que, como yo, hay muchas chicas que no son demasiado femeninas, y tal vez a ellas también les llame la atención que otras lo sean tanto.
Somos de la misma especie y del mismo sexo y, sin embargo, a veces llego a no identificarme en absoluto con algunas. A mí también me gusta ir mona, de vez en cuando, e incluso podría decirse que puedo llegar a ser coqueta... Pero cuando me maquillo (de siglo en siglo) o me pongo un vestido (de milenio en milenio) me siento fuera de lugar. Es como si esas cosas fueran para otras, no para mí. Soy como una extraña, como una impostora, como si fuese algo que no es una mujer (tampoco un hombre...) tratando de convertirse en una y pasar desapercibida entre ellas. Y no, la orientación sexual aquí no tiene nada que ver. Ni yo soy lesbiana, ni ellas carecen de feminidad como antes (e incluso algunos ignorantes hoy día) se pensaba.
Todo eso también se nota en los gestos, las miradas, la fragilidad que muchas mujeres desprenden... No sé si será algo natural o que aprendemos de alguna manera, pero me llama la atención. Es una prueba de que incluso en lo que más se parece entre sí, pueden haber diferencias significativas. De la heterogeneidad de la especie humana en general, y de las mujeres en particular.
No me disgusta ser como soy, pero sí es extraño que casi todo el mundo espere de ti algo que tú no eres.
Amnesia
Hay muchas teorías que intentan explicar lo que los psicólogos llaman amnesias funcionales. Son aquellas en las que no se encuentra una base biológica subyacente y, por tanto, el foco de investigación se centra en los factores psicológicos.
Si bien no se han encontrado explicaciones completamente contrastadas ni satisfactorias, a pesar de que muchos investigadores se vayan acercando cada vez más en sus hipótesis y teorías al fenómeno que tratan de desgranar, algo que sí parece ser más que evidente es que memoria y emoción suelen ir unidas en este tipo de amnesia.
La fuga o la amnesia psicógenas, la personalidad disociativa, la disociación de los pacientes con estrés postraumático de los flashbacks que tienen sobre los acontecimientos que desencadenaron su trastorno... En todos ellos el olvido se produce precedido de una fuerte emoción, casi siempre negativa.
De todos modos, no sólo se han hecho investigaciones sobre el olvido que podríamos llamar patológico que presentan todos esos pacientes, sino también sobre el olvido normal. Y, aun así, aunque uno no desarrolle un trastorno (entendiendo como tal una entidad patológica que interfiere negativamente en la vida del paciente, y que le hace sufrir a él o a quienes tiene alrededor) puede experimentar ese tipo de amnesia, asociado a épocas de su vida especialmente estresantes, desagradables o que, simplemente y como finalmente sucede, preferiría olvidar.
A veces uno tiene lagunas, y no del tipo atencional, en el que uno sencillamente no registró lo que sucedía a su alrededor por ser irrelevante o por estar distraído, sino de memoria. Algún mes de algún año puede ser imposible de recordar. Ves fotografías de aquel entonces y sabes que estabas tan viva como lo estás ahora. Lees algo que escribiste y te reconoces, pero cuando tratas de recuperar esa información por ti misma no eres capaz. Y esas rachas que luego olvidamos van, casualmente, detrás de algo que por una u otra cosa nos impactó. Al menos, en mi caso, no olvido lo que me hizo daño, sino el tiempo que estuve sufriendo después. El hecho es vívido... pero lo que le siguió después se esfuma.
Supongo que no a todo el mundo le ocurre eso, bien porque sea algún tipo de mecanismo que no todos desarrollamos, porque no todos procesamos de igual manera los sucesos emocionales o bien porque simplemente no todos tenemos sucesos en nuestras vidas lo suficientemente desagradables... Pero no deja de ser curioso que el ser humano, o al menos algunos, funcionemos de esa manera.
En mi caso, me gusta pensar que es un extraño mecanismo de defensa que aísla el sufrimiento de cosas que apenas lo merecían, para que su recuerdo no me atormente y me impida volver a intentar lo que me proponga. Ya sé que caerse duele, pero ese dolor se irá. La satisfacción de haber sido capaz de intentar dar un salto imposible, arriesgándome a caerme y a salir airosa a partes iguales, aun aunque fracase, no se va. Nunca se va.
Si bien no se han encontrado explicaciones completamente contrastadas ni satisfactorias, a pesar de que muchos investigadores se vayan acercando cada vez más en sus hipótesis y teorías al fenómeno que tratan de desgranar, algo que sí parece ser más que evidente es que memoria y emoción suelen ir unidas en este tipo de amnesia.
La fuga o la amnesia psicógenas, la personalidad disociativa, la disociación de los pacientes con estrés postraumático de los flashbacks que tienen sobre los acontecimientos que desencadenaron su trastorno... En todos ellos el olvido se produce precedido de una fuerte emoción, casi siempre negativa.
De todos modos, no sólo se han hecho investigaciones sobre el olvido que podríamos llamar patológico que presentan todos esos pacientes, sino también sobre el olvido normal. Y, aun así, aunque uno no desarrolle un trastorno (entendiendo como tal una entidad patológica que interfiere negativamente en la vida del paciente, y que le hace sufrir a él o a quienes tiene alrededor) puede experimentar ese tipo de amnesia, asociado a épocas de su vida especialmente estresantes, desagradables o que, simplemente y como finalmente sucede, preferiría olvidar.
A veces uno tiene lagunas, y no del tipo atencional, en el que uno sencillamente no registró lo que sucedía a su alrededor por ser irrelevante o por estar distraído, sino de memoria. Algún mes de algún año puede ser imposible de recordar. Ves fotografías de aquel entonces y sabes que estabas tan viva como lo estás ahora. Lees algo que escribiste y te reconoces, pero cuando tratas de recuperar esa información por ti misma no eres capaz. Y esas rachas que luego olvidamos van, casualmente, detrás de algo que por una u otra cosa nos impactó. Al menos, en mi caso, no olvido lo que me hizo daño, sino el tiempo que estuve sufriendo después. El hecho es vívido... pero lo que le siguió después se esfuma.
Supongo que no a todo el mundo le ocurre eso, bien porque sea algún tipo de mecanismo que no todos desarrollamos, porque no todos procesamos de igual manera los sucesos emocionales o bien porque simplemente no todos tenemos sucesos en nuestras vidas lo suficientemente desagradables... Pero no deja de ser curioso que el ser humano, o al menos algunos, funcionemos de esa manera.
En mi caso, me gusta pensar que es un extraño mecanismo de defensa que aísla el sufrimiento de cosas que apenas lo merecían, para que su recuerdo no me atormente y me impida volver a intentar lo que me proponga. Ya sé que caerse duele, pero ese dolor se irá. La satisfacción de haber sido capaz de intentar dar un salto imposible, arriesgándome a caerme y a salir airosa a partes iguales, aun aunque fracase, no se va. Nunca se va.
jueves, 17 de septiembre de 2009
Te conozco
Conocer mucho a alguien es como un arma de doble filo. Por un lado es agradable la sensación de que con esa persona puedes estar segura. Es como si incluso cuando hace algo a lo que no te tiene acostumbrada, fueses capaz de prever qué paso va a dar después. Por eso, aun cuando te coge por sorpresa, puedes estar tranquila. Es confianza pero un paso más allá: no sólo confías en lo que ves, sino también en lo que te ocultan... Algo te dice que todo debe ir en una misma dirección, y cuando lo descubres realmente es así.
En el otro lado, en el más oscuro, tenemos por ejemplo que la confianza misma puede acabar dando asco. Cuando alguien te dice algo desagradable y le conoces bien, sabes si debes o no ofenderte y si realmente quería hacerte daño con lo que te dijo, pero eso no quita que muchas veces nos hieran e hiramos a los demás sin querer, y que en esos momentos nos volvamos tan vulnerables que empecemos a dudar de nuestra propia confianza y de si debemos seguir haciéndole caso.
También es horrible cuando acabas harta del otro, o el otro de ti. Incluso cuando os agotáis mutuamente y os estancáis en un punto de donde no parece posible que os podáis mover o, peor aún, del que sólo parecéis poder salir yendo hacia atrás.
O esas veces en que la rutina pesa tanto que necesitas huir de alguien a quien quieres y sientes esa detestable impotencia de los sentimientos de ambivalencia: es odioso querer algo y querer correr también en la dirección contraria.
Parece que haya más partes negativas que positivas en eso de conocerse bien, pero para mí las positivas pesan bastante más. Aun a veces, cuando crees que has llegado a odiar a alguien a quien antes adorabas, te terminas dando cuenta de que sin esa persona tú no eres tú. Te falta algo, aunque a veces también te haga daño... Pero es tanto el alivio que sientes cuando regresas a su lado, que en ese momento y en los demás de felicidad, sientes que te compensa cualquier otro, por muy desgraciada que llegue a hacerte sentir. Eso es pasajero; lo otro se queda grabado y, con según quién, borrarlo es imposible.
En el otro lado, en el más oscuro, tenemos por ejemplo que la confianza misma puede acabar dando asco. Cuando alguien te dice algo desagradable y le conoces bien, sabes si debes o no ofenderte y si realmente quería hacerte daño con lo que te dijo, pero eso no quita que muchas veces nos hieran e hiramos a los demás sin querer, y que en esos momentos nos volvamos tan vulnerables que empecemos a dudar de nuestra propia confianza y de si debemos seguir haciéndole caso.
También es horrible cuando acabas harta del otro, o el otro de ti. Incluso cuando os agotáis mutuamente y os estancáis en un punto de donde no parece posible que os podáis mover o, peor aún, del que sólo parecéis poder salir yendo hacia atrás.
O esas veces en que la rutina pesa tanto que necesitas huir de alguien a quien quieres y sientes esa detestable impotencia de los sentimientos de ambivalencia: es odioso querer algo y querer correr también en la dirección contraria.
Parece que haya más partes negativas que positivas en eso de conocerse bien, pero para mí las positivas pesan bastante más. Aun a veces, cuando crees que has llegado a odiar a alguien a quien antes adorabas, te terminas dando cuenta de que sin esa persona tú no eres tú. Te falta algo, aunque a veces también te haga daño... Pero es tanto el alivio que sientes cuando regresas a su lado, que en ese momento y en los demás de felicidad, sientes que te compensa cualquier otro, por muy desgraciada que llegue a hacerte sentir. Eso es pasajero; lo otro se queda grabado y, con según quién, borrarlo es imposible.
martes, 15 de septiembre de 2009
Otro tipo de poder...
"La aborrecía, precisamente por el dominio que ejercía sobre él".
Los pilares de la tierra
Qué oportunos
El mundo está lleno de casualidades, y alguna gente es de lo más oportuna para morirse. Tu actor favorito el día en que cumples un cuarto de siglo; tu madre el día también de tu cumpleaños; tu novio en la víspera, cuando se dirigía a verte y llevarte tu regalo; o tus padres y tu mejor amigo muriendo de la misma forma: accidente de tráfico.
Lo mejor, o casi que en este caso lo peor, es que esa clase de muertes no todas ocurren en la ficción. Las más dramáticas e irónicas tienen lugar en la vida real. Hay un número infinito de fechas en la eternidad. 365 -ó 366, según el año- días en el calendario. ¿Cuál escogeremos para morir? ¿Cuál elegirán por nosotros? ¿Cuándo se parará nuestro corazón? Quién sabe, pero a veces me pregunto si no seré yo misma tan oportuna...
En todo caso, que descansen en paz...
Lo mejor, o casi que en este caso lo peor, es que esa clase de muertes no todas ocurren en la ficción. Las más dramáticas e irónicas tienen lugar en la vida real. Hay un número infinito de fechas en la eternidad. 365 -ó 366, según el año- días en el calendario. ¿Cuál escogeremos para morir? ¿Cuál elegirán por nosotros? ¿Cuándo se parará nuestro corazón? Quién sabe, pero a veces me pregunto si no seré yo misma tan oportuna...
En todo caso, que descansen en paz...
domingo, 13 de septiembre de 2009
Patologización
Hace poco se lloraba una pérdida. En las noticias hablaron bastante de aquello, y dado todo lo que me rodea desde hace ya años, lo que más me llamó la atención fue que un psicólogo saliese por ahí diciendo que los compañeros y familiares del difunto debían empezar desde ya a ir a terapia. ¿Perdón? ¿Pero qué coño estás diciendo? ¿Desde cuándo se necesita terapia para pasar un proceso de duelo?
Es absurdo. Es absurdo y es estúpido. Cualquiera, por poco caso que haya hecho en clase, sabe que la tristeza es un sentimiento más por el que todos pasamos, y más aún cuando pasas por un proceso de duelo.
El duelo no tiene por qué significar muerte, aunque en este caso lo fuese. El duelo es una pérdida importante y significativa para alguien, así que, por ejemplo, una separación podría suponer un duelo. Podría.
Para que una persona que pasa por un proceso de duelo deba acudir a consulta, debe experimentar lo que llamamos un duelo patológico, esto es, que pasado cierto tiempo sea incapaz de seguir con su vida con cierta normalidad, o lo que popularmente se diría, que no haya superado esa pérdida -aunque para mí ciertas cosas no se superan, sólo se aprende a vivir con ellas.
La gente muchas veces dice que los psicólogos sólo saben patologizarlo todo para hacer dinero, pero eso no es verdad. Eso lo hacen sólo unos cuantos que, o son tan cabrones como para tratar de rentabilizar las desgracias ajenas, o tan ignorantes que ni siquiera se han enterado de qué cojones va su carrera y se creen que es una panacea para cualquier cosa.
Además, estar triste, por la razón que sea, tampoco es malo ni es patológico. Si te deja tu novio sufrirás; si te echan del trabajo, más de lo mismo; y si se muere alguien a quien querías con locura, ya ni te digo. Pero es perfecta y absolutamente normal... Difundiendo estupideces así por televisión sólo se consigue que, en primer lugar, la gente deje de confiar en los psicólogos por verlos como a unos sacacuartos, y en segundo, que muchos crean que a la mínima que se sientan mal necesitan ayuda y de un profesional.
En serio, por el momento no es que conozca a demasiados profesionales de la psicología, pero todos los que conozco son lo suficientemente honrados como para no aprovecharse de la gente de esa manera. Aunque haya pacientes que se molestan y se ofenden cuando el psicólogo les dice que su problema no requiere tratamiento.
Es absurdo. Es absurdo y es estúpido. Cualquiera, por poco caso que haya hecho en clase, sabe que la tristeza es un sentimiento más por el que todos pasamos, y más aún cuando pasas por un proceso de duelo.
El duelo no tiene por qué significar muerte, aunque en este caso lo fuese. El duelo es una pérdida importante y significativa para alguien, así que, por ejemplo, una separación podría suponer un duelo. Podría.
Para que una persona que pasa por un proceso de duelo deba acudir a consulta, debe experimentar lo que llamamos un duelo patológico, esto es, que pasado cierto tiempo sea incapaz de seguir con su vida con cierta normalidad, o lo que popularmente se diría, que no haya superado esa pérdida -aunque para mí ciertas cosas no se superan, sólo se aprende a vivir con ellas.
La gente muchas veces dice que los psicólogos sólo saben patologizarlo todo para hacer dinero, pero eso no es verdad. Eso lo hacen sólo unos cuantos que, o son tan cabrones como para tratar de rentabilizar las desgracias ajenas, o tan ignorantes que ni siquiera se han enterado de qué cojones va su carrera y se creen que es una panacea para cualquier cosa.
Además, estar triste, por la razón que sea, tampoco es malo ni es patológico. Si te deja tu novio sufrirás; si te echan del trabajo, más de lo mismo; y si se muere alguien a quien querías con locura, ya ni te digo. Pero es perfecta y absolutamente normal... Difundiendo estupideces así por televisión sólo se consigue que, en primer lugar, la gente deje de confiar en los psicólogos por verlos como a unos sacacuartos, y en segundo, que muchos crean que a la mínima que se sientan mal necesitan ayuda y de un profesional.
En serio, por el momento no es que conozca a demasiados profesionales de la psicología, pero todos los que conozco son lo suficientemente honrados como para no aprovecharse de la gente de esa manera. Aunque haya pacientes que se molestan y se ofenden cuando el psicólogo les dice que su problema no requiere tratamiento.
¿Valientes y cobardes?
Alguna gente se siente molesta por tener miedo. De hecho, los hay que hasta buscan ayuda para dejar de tenerlo... Esto es normal en una fobia, ya que es un miedo irracional que además interfiere negativamente en tu vida diaria, pero no es normal cuando tienes miedo a algo que realmente puede suponerte un peligro y que, además, a veces es improbable que te encuentres. Por ejemplo, no sé qué tiene de malo temer a las serpientes, cuando es un miedo muy natural para hacer que nos mantengamos alejados de ellas, ya que nos pueden envenenar, y uno en la civilización no se las suele encontrar, con lo cual es poco probable que la vida de alguien se vea seriamente afectada por ese temor.
El miedo es una respuesta adaptativa. Está ahí por algo, y ese algo es, básicamente, sobrevivir. Hay gente más miedica que otra, pero, aunque yo me considere dentro de los que no tienen miedo, creo que lo más sensato es tenerlo dentro de unos límites normales. Cuando eres consciente de qué es peligroso no necesitas del miedo para evitarlo, pero no es menos cierto que el miedo recuerda a la gente de qué debe alejarse porque, a muchos, especialmente a los que no tememos, a veces se nos olvida.
La gente confunde a veces valentía con insensatez. Tener miedo no siempre te hace cobarde, a veces te hace prudente, y ser prudente no es ni mucho menos un defecto o algo de lo que avergonzarse. Como bien se dice por ahí, el cementerio está lleno de valientes... Así que casi mejor ser un poco más miedoso, que tampoco debe ser tan horroroso.
El miedo es una respuesta adaptativa. Está ahí por algo, y ese algo es, básicamente, sobrevivir. Hay gente más miedica que otra, pero, aunque yo me considere dentro de los que no tienen miedo, creo que lo más sensato es tenerlo dentro de unos límites normales. Cuando eres consciente de qué es peligroso no necesitas del miedo para evitarlo, pero no es menos cierto que el miedo recuerda a la gente de qué debe alejarse porque, a muchos, especialmente a los que no tememos, a veces se nos olvida.
La gente confunde a veces valentía con insensatez. Tener miedo no siempre te hace cobarde, a veces te hace prudente, y ser prudente no es ni mucho menos un defecto o algo de lo que avergonzarse. Como bien se dice por ahí, el cementerio está lleno de valientes... Así que casi mejor ser un poco más miedoso, que tampoco debe ser tan horroroso.
sábado, 12 de septiembre de 2009
Unidades de medida
A veces el tiempo se cuenta en vidas. Normalmente uno conoce a su familia desde que nació. Para esa persona los conoce desde hace toda una vida. Luego uno conoce a gente y lo puede empezar a medir así; lo conocí cuando tenía diez años, así que si tengo veinticinco, llevo con él tres quintos de vida; con veinte, un quinto. Y así con todos o con ciertas cosas que considere uno importantes.
Otra medida más triste es la de la pérdida. Cuando se echa de menos a alguien que ahora, por la razón que sea, no está, se puede ir calculando en qué momento lleva uno más tiempo sin esa persona que con ella.
Me gustaría poder contar con vidas el tiempo que lleve con algunas personas, cuando sea vieja -si es que llego a serlo-, y observar que llevo con ellas mucho más tiempo que sin. Y, cómo no, también me gustaría que en ese tiempo, cuando las arrugas ya hagan surcos en mi piel, y en los surcos de sus surcos, hubiese gente que ya fuera imposible perder de tal modo que pudiese pasar más tiempo sin ellos que con. La pena es que esto último ya hay con quien me saldrá bastante más descompensado el cálculo de lo que me habría gustado.
Otra medida más triste es la de la pérdida. Cuando se echa de menos a alguien que ahora, por la razón que sea, no está, se puede ir calculando en qué momento lleva uno más tiempo sin esa persona que con ella.
Me gustaría poder contar con vidas el tiempo que lleve con algunas personas, cuando sea vieja -si es que llego a serlo-, y observar que llevo con ellas mucho más tiempo que sin. Y, cómo no, también me gustaría que en ese tiempo, cuando las arrugas ya hagan surcos en mi piel, y en los surcos de sus surcos, hubiese gente que ya fuera imposible perder de tal modo que pudiese pasar más tiempo sin ellos que con. La pena es que esto último ya hay con quien me saldrá bastante más descompensado el cálculo de lo que me habría gustado.
jueves, 10 de septiembre de 2009
Diferencia de edad
Antes pensaba aquello de que el amor no tiene edad. Ahora no es que no lo crea, pero tampoco es tan sencillo. Todo depende de cada persona, cómo no, del estilo de vida que tenga cada uno, de lo que hayan vivido -especial y normalmente el más mayor-, de la madurez de ambos... Y que no es lo mismo una diferencia de 12 a 17 que de 25 a 30.
A veces la gente tiene unos intereses demasiado diferentes como para congeniar, aunque la verdad es que no sé hasta qué punto eso tiene que ver con la edad. Por ejemplo, es normal que un joven de 20 años quiera salir y divertirse, y también que otro de 30 piense en trabajar y tener cierta estabilidad para conseguir mantenerse independiente, pero lo cierto es que hay jóvenes de 20 a los que no les gusta salir y prefieren estudiar o trabajar para ahorrar para el futuro y otros de 30 que siguen yendo de fiesta cada dos por tres. El problema muchas veces no es de la edad, aunque por ser lo que más destaca sea el objeto principal de todas las miradas. Es que a veces la gente no congenia porque no. Porque unos quieren hacer con su vida una cosa y otros otra y eso en pareja significa ser incompatibles. Si sólo fuese cuestión de épocas, tanto uno como otro podrían y deberían hacer el esfuerzo de rejuvenecer o envejecer de vez en cuando para compartir la perspectiva de su pareja. Es por eso que no creo que en este caso la edad sea una excusa.
También ocurre que alguno, normalmente -aunque no necesariamente- el más joven, vive ciertas cosas o atraviesa determinadas dificultades que su pareja ya conoce por su propia experiencia. Hay quien no tiene paciencia para explicarle a nadie que todo lo que está pasando tiene solución ni en que consiste, y abandona. Otros se olvidan de que ya les pasó a ellos y se desquician con facilidad. Pues aquí tampoco es la edad el problema. Lo es la falta de empatía, y la de amor, porque si quieres a alguien le apoyas aunque ni siquiera seas capaz de entenderlo, así que mucho más cuando lo haces y de tal modo.
La cultura y la educación también juegan un papel importante. Años atrás me solía preguntar por qué tendía a juntarse la gente de la misma edad, hasta que entendí que tener más o menos los mismos años significa haber vivido en un determinado momento histórico, haber jugado con los mismos juguetes, haber visto las mismas series, o haber tenido el mismo plan de estudios en el colegio. Pero aun la gente que ha compartido todo eso puede no tener nada común entre ella: uno podría ver Campeones y otro Candy Candy, uno jugar con el mecano y otro con los Playmobil, uno escuchar a Mecano y otro a Miguel Bosé... Y uno siempre puede disfrutar con cualquier cosa de cualquier generación, pasada o venidera. Así que si bien puede influir la edad en ese sentido, no determina absolutamente nada.
La diferencia de edad puede implicar tener paciencia, esperar, ceder... Pero no mucho más de lo que lo hace una relación cualquiera. Y sobretodo no tiene por qué suponer un problema. En definitiva, la edad importa... pero sólo si uno quiere o si no es capaz de poder con ella.
A veces la gente tiene unos intereses demasiado diferentes como para congeniar, aunque la verdad es que no sé hasta qué punto eso tiene que ver con la edad. Por ejemplo, es normal que un joven de 20 años quiera salir y divertirse, y también que otro de 30 piense en trabajar y tener cierta estabilidad para conseguir mantenerse independiente, pero lo cierto es que hay jóvenes de 20 a los que no les gusta salir y prefieren estudiar o trabajar para ahorrar para el futuro y otros de 30 que siguen yendo de fiesta cada dos por tres. El problema muchas veces no es de la edad, aunque por ser lo que más destaca sea el objeto principal de todas las miradas. Es que a veces la gente no congenia porque no. Porque unos quieren hacer con su vida una cosa y otros otra y eso en pareja significa ser incompatibles. Si sólo fuese cuestión de épocas, tanto uno como otro podrían y deberían hacer el esfuerzo de rejuvenecer o envejecer de vez en cuando para compartir la perspectiva de su pareja. Es por eso que no creo que en este caso la edad sea una excusa.
También ocurre que alguno, normalmente -aunque no necesariamente- el más joven, vive ciertas cosas o atraviesa determinadas dificultades que su pareja ya conoce por su propia experiencia. Hay quien no tiene paciencia para explicarle a nadie que todo lo que está pasando tiene solución ni en que consiste, y abandona. Otros se olvidan de que ya les pasó a ellos y se desquician con facilidad. Pues aquí tampoco es la edad el problema. Lo es la falta de empatía, y la de amor, porque si quieres a alguien le apoyas aunque ni siquiera seas capaz de entenderlo, así que mucho más cuando lo haces y de tal modo.
La cultura y la educación también juegan un papel importante. Años atrás me solía preguntar por qué tendía a juntarse la gente de la misma edad, hasta que entendí que tener más o menos los mismos años significa haber vivido en un determinado momento histórico, haber jugado con los mismos juguetes, haber visto las mismas series, o haber tenido el mismo plan de estudios en el colegio. Pero aun la gente que ha compartido todo eso puede no tener nada común entre ella: uno podría ver Campeones y otro Candy Candy, uno jugar con el mecano y otro con los Playmobil, uno escuchar a Mecano y otro a Miguel Bosé... Y uno siempre puede disfrutar con cualquier cosa de cualquier generación, pasada o venidera. Así que si bien puede influir la edad en ese sentido, no determina absolutamente nada.
La diferencia de edad puede implicar tener paciencia, esperar, ceder... Pero no mucho más de lo que lo hace una relación cualquiera. Y sobretodo no tiene por qué suponer un problema. En definitiva, la edad importa... pero sólo si uno quiere o si no es capaz de poder con ella.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Nadie confía en mí
A veces la gente se forma unas expectativas respecto a ti y tus capacidades, con o sin una base para hacerlo, y te hablan de lo posible que ven que fracases y de lo poco que confían en ti. Unos lo hacen para intentar que reacciones y realmente consigas lo que te propones; otros simplemente porque se creen eso que dicen. Los peores son, sin duda, los que te lo dicen porque tienen miedo de que tengas éxito y te intentan desanimar para que cejes en tu empeño.
Puede ser triste que alguien no confíe en ti, sobretodo dependiendo de lo que te importe esa persona, pero hay una forma de compensar ese malestar que nos provoca la desconfianza: conseguir nuestros objetivos. Si ya de por sí es un placer alcanzar metas, resulta orgásmico cuando además callamos las bocas de quienes se atrevían a decir en voz alta que no las conseguiríamos.
Así que no se hable más... O, mejor dicho, que no hablen más todos esos bocazas: nada es imposible, y en nuestra mano está demostrar que así es.
Puede ser triste que alguien no confíe en ti, sobretodo dependiendo de lo que te importe esa persona, pero hay una forma de compensar ese malestar que nos provoca la desconfianza: conseguir nuestros objetivos. Si ya de por sí es un placer alcanzar metas, resulta orgásmico cuando además callamos las bocas de quienes se atrevían a decir en voz alta que no las conseguiríamos.
Así que no se hable más... O, mejor dicho, que no hablen más todos esos bocazas: nada es imposible, y en nuestra mano está demostrar que así es.
lunes, 7 de septiembre de 2009
domingo, 6 de septiembre de 2009
Amigos y enemigos
Más o menos por la década en que nací sonaba una canción que decía: "¡Uh! Vaya lío... ¡Los amigos de mis amigos son mis amigos!". En realidad eso no es cierto. De hecho no es raro que a mí me caigan mal otros amigos de mis amigos... Pero lo que sí es cierto y me hace gracia desde que lo observé de pequeña es que los enemigos de tus enemigos sí se convierten, no en tus amigos, pero como poco en tus aliados, aunque sea sólo algo pasajero.
Por el mismo tiempo de la canción, en la serie más popular de mi infancia, el protagonista tenía un enemigo que le odiaba con todo su alma -si es que también es el alma con lo que se odia-, pero cuando llegaba un enemigo común a ambos olvidaban por un momento sus rencillas y luchaban juntos contra éste. Luego ya volvían a querer matarse, o más bien uno sólo al otro, que era más bonachón.
Eso en el mundo real pasa también. Supongo que las alianzas surgieron de esa manera, aunque entre sus miembros tampoco es que se tuviesen mucho aprecio. La unión hace la fuerza... pero debe ser que con un amigo no necesitamos esa clase de fuerza.
Por el mismo tiempo de la canción, en la serie más popular de mi infancia, el protagonista tenía un enemigo que le odiaba con todo su alma -si es que también es el alma con lo que se odia-, pero cuando llegaba un enemigo común a ambos olvidaban por un momento sus rencillas y luchaban juntos contra éste. Luego ya volvían a querer matarse, o más bien uno sólo al otro, que era más bonachón.
Eso en el mundo real pasa también. Supongo que las alianzas surgieron de esa manera, aunque entre sus miembros tampoco es que se tuviesen mucho aprecio. La unión hace la fuerza... pero debe ser que con un amigo no necesitamos esa clase de fuerza.
sábado, 5 de septiembre de 2009
Estrenos
"Como un niño con zapatos nuevos". Me hace gracia esa expresión, porque la verdad es que hace ya tiempo que no soy una niña y me sigue ocurriendo. No importa si son zapatos, un jersey o una cazadora. Incluso un gorro o un corte de pelo. Por más que lo pienso, es estúpido entusiasmarse por cosas como ésas, pero siempre que estreno algo me pongo nerviosa.
No estoy segura de en qué medida eso mismo le pasa a otra gente, pero no creo que sea la única. Cuando era más pequeña me parece que esos nervios eran porque pensaba que la gente me miraría. Tal vez fuese así o tal vez no, pero lo cierto es que, al menos por donde vivo, llevar algo fuera de tu rutina es susceptible casi siempre de algún comentario por parte de alguien.
Quizás es que eso de llevar algo nuevo lo tengamos asociado -los que nos ponemos nerviosos- a llamar la atención, por esa creencia, verdadera o no, de nuestra infancia, o puede ser simplemente que cambiar nuestra imagen aunque sea sólo un poco nos emocione en realidad. Es una de esas cosas tan raras que sé que me pasan, me parece tonto que me ocurran, pero me suceden. A lo mejor por eso a las chicas les suele gustar comprar ropa... Tonta o lógica, la sensación es de lo más divertida.
No estoy segura de en qué medida eso mismo le pasa a otra gente, pero no creo que sea la única. Cuando era más pequeña me parece que esos nervios eran porque pensaba que la gente me miraría. Tal vez fuese así o tal vez no, pero lo cierto es que, al menos por donde vivo, llevar algo fuera de tu rutina es susceptible casi siempre de algún comentario por parte de alguien.
Quizás es que eso de llevar algo nuevo lo tengamos asociado -los que nos ponemos nerviosos- a llamar la atención, por esa creencia, verdadera o no, de nuestra infancia, o puede ser simplemente que cambiar nuestra imagen aunque sea sólo un poco nos emocione en realidad. Es una de esas cosas tan raras que sé que me pasan, me parece tonto que me ocurran, pero me suceden. A lo mejor por eso a las chicas les suele gustar comprar ropa... Tonta o lógica, la sensación es de lo más divertida.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Declive
¿Te has dado cuenta? Cada vez que se habla de buen cine, buena literatura, buena música o buena educación en general, la gente hace referencia al pasado. Los buenos libros, las buenas películas, las buenas canciones... Todo lo antiguo parece gozar de un mayor respeto por parte de casi todo el mundo, o al menos por parte de la mayoría de la gente cuya opinión le parece a uno respetable.
Yo soy de las que piensan que la antigüedad no es garantía de buen gusto o buena calidad, pero sí que es cierto que antes había más piezas de todas las ramas del arte capaces de conmover a un grupo amplio de personas, y ahora pocas obras alcanzan el prestigio que alcanzasen las de hace sólo unos años.
También es frecuente escuchar bromas acerca de la educación en nuestro país. Se suele distinguir entre los de antes y despues de la famosa LOGSE, y prácticamente se desprecia a los que nos tocó estudiar con ella. Yo, personalmente, no me quejo de la educación que recibí en los centros en los que estudié, aunque también es cierto que soy de aquella generación que vivió el cambio. Los libros de mi hermana, apenas dos años mayor que yo, dejaron de servirme por el paso de la EGB a la LOGSE, pero si algo conservamos ambas en común fue a los profesores que nos dieron clase. Aunque con un plan renovado, ellos seguían con sus clases tradicionales. Si algo no estaba en el libro siempre podían añadirlo, y desde luego que no sé qué se habrá venido haciendo desde que ya no estoy yo allí, pero me cuesta imaginar a mis viejos profesores rindiéndose ante una enseñanza sin la calidad suficiente.
Sí es cierto que hay más absentismo, menos aprobados... pero también porque hay más estudiantes que están inscritos en un centro educativo por obligación, cosa que antes no sucedía en la misma medida. Aun así no es justo culpar al sistema educativo del fracaso de muchos jóvenes al no tener un mínimo de cultura. El conocimiento no es una lluvia repentina que puede llegar en cualquier momento y te moja o no lo hace aleatoriamente: es un manantial en el que cada uno decide cómo y cuándo se quiere bañar. Que los profesores, la ley o lo que sea exijan menos a los alumnos no necesariamente implica que estos no dispongan de conocimiento a su alcance. Pocos profesores en la facultad no nos daban una hoja con la bibliografía opcional, que no entraba en el examen pero a la que uno podía echar un vistazo. Que uno sea del tipo de persona que decide indagar en según qué temas de su interés o del que prefiere pasar los días sentado frente al televisor no es cosa de la escuela, sino de lo que vive, ve y aprende en su casa, en interacción con el número de neuronas funcionales a su disposición, claro está.
Parece que la sociedad, el arte o el mundo hayan entrado en un declive que puede que difícilmente tenga solución. Si antes todo era demasiado complicado ahora es todo demasiado sencillo. El ciudadano medio puede conseguir casi todo lo que se proponga sin demasiado esfuerzo. A una película no se le exige mucho para salir a la luz, ni a un libro ni a un CD de música. Está bien que el arte sea algo subjetivo, pero no por ello arbitrario. Como todo, tiene sus leyes, más o menos flexibles. No vale todo, no vale cualquier cosa... Pero supongo que a un público con tanto a su alcance no le puedes pedir que sea fiel sólo a lo realmente trabajado.
No sé si será la comodidad, un cambio de aire propio del paso de los años o que yo ya me estoy haciendo vieja... pero me da pena ser una observadora más de ese declive. Me encantaría poder hacer algo para frenarlo pero sólo se me ocurre una cosa: no caerme con el mundo. Si todos decidiésemos (e hiciésemos, que del dicho al hecho ya se sabe) hacer lo mismo, el mundo se levantaría con nosotros. Si nunca pasa, al menos algunos tendremos siempre el recuerdo de una civilización que alguna vez hizo cosas grandiosas.
Yo soy de las que piensan que la antigüedad no es garantía de buen gusto o buena calidad, pero sí que es cierto que antes había más piezas de todas las ramas del arte capaces de conmover a un grupo amplio de personas, y ahora pocas obras alcanzan el prestigio que alcanzasen las de hace sólo unos años.
También es frecuente escuchar bromas acerca de la educación en nuestro país. Se suele distinguir entre los de antes y despues de la famosa LOGSE, y prácticamente se desprecia a los que nos tocó estudiar con ella. Yo, personalmente, no me quejo de la educación que recibí en los centros en los que estudié, aunque también es cierto que soy de aquella generación que vivió el cambio. Los libros de mi hermana, apenas dos años mayor que yo, dejaron de servirme por el paso de la EGB a la LOGSE, pero si algo conservamos ambas en común fue a los profesores que nos dieron clase. Aunque con un plan renovado, ellos seguían con sus clases tradicionales. Si algo no estaba en el libro siempre podían añadirlo, y desde luego que no sé qué se habrá venido haciendo desde que ya no estoy yo allí, pero me cuesta imaginar a mis viejos profesores rindiéndose ante una enseñanza sin la calidad suficiente.
Sí es cierto que hay más absentismo, menos aprobados... pero también porque hay más estudiantes que están inscritos en un centro educativo por obligación, cosa que antes no sucedía en la misma medida. Aun así no es justo culpar al sistema educativo del fracaso de muchos jóvenes al no tener un mínimo de cultura. El conocimiento no es una lluvia repentina que puede llegar en cualquier momento y te moja o no lo hace aleatoriamente: es un manantial en el que cada uno decide cómo y cuándo se quiere bañar. Que los profesores, la ley o lo que sea exijan menos a los alumnos no necesariamente implica que estos no dispongan de conocimiento a su alcance. Pocos profesores en la facultad no nos daban una hoja con la bibliografía opcional, que no entraba en el examen pero a la que uno podía echar un vistazo. Que uno sea del tipo de persona que decide indagar en según qué temas de su interés o del que prefiere pasar los días sentado frente al televisor no es cosa de la escuela, sino de lo que vive, ve y aprende en su casa, en interacción con el número de neuronas funcionales a su disposición, claro está.
Parece que la sociedad, el arte o el mundo hayan entrado en un declive que puede que difícilmente tenga solución. Si antes todo era demasiado complicado ahora es todo demasiado sencillo. El ciudadano medio puede conseguir casi todo lo que se proponga sin demasiado esfuerzo. A una película no se le exige mucho para salir a la luz, ni a un libro ni a un CD de música. Está bien que el arte sea algo subjetivo, pero no por ello arbitrario. Como todo, tiene sus leyes, más o menos flexibles. No vale todo, no vale cualquier cosa... Pero supongo que a un público con tanto a su alcance no le puedes pedir que sea fiel sólo a lo realmente trabajado.
No sé si será la comodidad, un cambio de aire propio del paso de los años o que yo ya me estoy haciendo vieja... pero me da pena ser una observadora más de ese declive. Me encantaría poder hacer algo para frenarlo pero sólo se me ocurre una cosa: no caerme con el mundo. Si todos decidiésemos (e hiciésemos, que del dicho al hecho ya se sabe) hacer lo mismo, el mundo se levantaría con nosotros. Si nunca pasa, al menos algunos tendremos siempre el recuerdo de una civilización que alguna vez hizo cosas grandiosas.
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