"Como un niño con zapatos nuevos". Me hace gracia esa expresión, porque la verdad es que hace ya tiempo que no soy una niña y me sigue ocurriendo. No importa si son zapatos, un jersey o una cazadora. Incluso un gorro o un corte de pelo. Por más que lo pienso, es estúpido entusiasmarse por cosas como ésas, pero siempre que estreno algo me pongo nerviosa.
No estoy segura de en qué medida eso mismo le pasa a otra gente, pero no creo que sea la única. Cuando era más pequeña me parece que esos nervios eran porque pensaba que la gente me miraría. Tal vez fuese así o tal vez no, pero lo cierto es que, al menos por donde vivo, llevar algo fuera de tu rutina es susceptible casi siempre de algún comentario por parte de alguien.
Quizás es que eso de llevar algo nuevo lo tengamos asociado -los que nos ponemos nerviosos- a llamar la atención, por esa creencia, verdadera o no, de nuestra infancia, o puede ser simplemente que cambiar nuestra imagen aunque sea sólo un poco nos emocione en realidad. Es una de esas cosas tan raras que sé que me pasan, me parece tonto que me ocurran, pero me suceden. A lo mejor por eso a las chicas les suele gustar comprar ropa... Tonta o lógica, la sensación es de lo más divertida.