A veces te encuentras en situaciones a las que, de primeras, eres incapaz de ver el lado positivo, o al menos éste te parece ínfimo en comparación con su opuesto.
Llegados a cierta edad, lo cierto es que muchas situaciones, incluidas esas que se nos antojan tan desagradables a primera vista, las podemos evitar. Si no me gusta esta carrera puedo dejarla y estudiar otra cosa. Si no me siento bien en este trabajo puedo buscar otro. Si estoy incómoda en un sitio siempre puedo marcharme a otro. Y así con cientos de cosas más. Pero poder no es necesariamente deber, y aún más, tampoco implica querer.
Hoy me han dado ganas de salir corriendo de un sitio. Me sentí fuera de lugar, incómoda, inútil... Pero no lo he hecho. A la vuelta he estado pensando en qué podía sacar de aquella experiencia, qué podía hacerme volver, y casi nada me convencía demasiado, aparte de mi extraño sentido del deber y de cierta manía que tengo de terminar lo que empiezo, pero no me parecía suficiente. Era como si también necesitase una razón a nivel personal. Y después de pensar un rato finalmente la he encontrado.
No estoy segura de si podré sacar de esa experiencia lo que he pensado que me gustaría, pero supongo que si no eso, algo sacaré seguro. Voy a intentar que me sirva para colocarme en el lugar de alguien que me importa, de una forma que rara vez puede ser que se me presente. Tal vez así logre entenderle mejor, y de hecho creo que ya lo hice un poco. De todos modos, aquí mi experiencia personal es lo de menos. Lo que importa es que de cualquier cosa que nos pase podremos sacar alguna cosa, tanto si lo pensamos como si no. Hasta de cosas aparentemente estúpidas, o de otras que duelen o hacen daño. De cualquier cosa se puede aprender algo, así que, aunque la adultez nos permita esquivar muchas cosas, tal vez deba la madurez obligarnos a enfrentarnos a ellas.
Corriendo de algo no se aprende a superarlo. Por eso detesto cuando la gente elige el camino más cómodo y decide sortear cada pequeña dificultad que se encuentra o le gira la cara. Prefiero a los que miran a todo a los ojos, aunque pierdan los suyos en el intento.