domingo, 31 de enero de 2010

Imposiciones culturales y no tan culturales

Me hace gracia la ilusión con que algunas mujeres miran las típicas fotos de famosas sin maquillar. No sé si es que acaso pensaban que eran perfectas, o es que no alcanzaban a imaginar los milagros del photoshop y creían que no podía llegar a tanto.

En cierto modo entiendo que muchas se queden más tranquilas al ver que aquellas por las que suspiran sus novios, sus maridos, o los chicos que les gustan, son tan de verdad como ellas mismas. Que no son raras por no tener los pechos en la garganta, la piel completamente limpia de impurezas, todo el cuerpo siempre perfectamente depilado, o una cintura que desafía a la propia anatomía. Pero no sé por qué las critican por ponerse guapas, o por intentarlo, cuando es lo que todas intentamos hacer en mayor o menor medida.

Una famosa sin maquillaje tiene peor aspecto que con él. Y cualquiera, salvo ciertas excepciones afortunadas. En lugar de reírse de ella o de alegrarse de que en realidad no sea tan guapa, las mujeres deberían aplaudirla cada vez que sale con la cara lavada. Con su cara. Y no castigarla por hacer lo que ellas, las que la critican, no hacen más por falta de medios o de gracia que de ganas.

No sé a quién se le ocurrió que una mujer para ser guapa tenía que dejar de ser ella. Pinturas, peluquería, depilación, hasta cirujía. ¿Hasta dónde se supone que tenemos que llegar? ¿Por qué a mí la cultura me obliga a torturarme y a hacerme esclava de unas pinzas, sólo por ser mujer? ¿Por qué las demás mujeres no sólo no se avergüenzan de agachar la cabeza ante esas imposiciones, sino que se burlan de quienes lo hacen y tratan de ignorarlas? No lo entiendo. Luego no me extraña que vayan por ahí diciendo que entre nosotras nos sacamos los ojos, si a veces muchas parece que se los fuesen a sacar a ellas mismas si se viesen por la calle sin sus kilos de maquillaje.