Hay que ser realista, pero sin olvidar que la realidad es diferente para cada uno. No todo el mundo es de la misma manera, y por tanto, lo que nos rodea, aun si es igual para todos, nos afecta en distinta medida.
No es raro ver a algunos poner a los demás los límites que ellos mismos tienen. Te hablan de dónde te puedes equivocar cuando en realidad te están señalando en qué lugar se equivocaron ellos, con la firme convicción de que si no les haces caso cometerás sus mismos errores. Muchas veces te tratan como si fueses lo que ellos serían de estar en tu lugar, y no de acuerdo a como realmente eres. Hacen como si pudiesen ver tu futuro mirando en su pasado, como si tus defectos fuesen una exageración de los suyos y tus virtudes las suyas venidas a menos.
Es una de las formas del egocentrismo, la de pensar que todos han de ser como es uno, e incluso siempre un poco peor, cuando se mezcla con la megalomanía. Y no: el universo tiene más posibilidades que elementos contiene. En ocasiones la gente o la realidad de cada uno no es mejor ni peor que otra gente o que su realidad, pues es simplemente diferente.