sábado, 13 de marzo de 2010

Está delante de ti

Me pregunto cuántas veces la explicación más sencilla es la correcta. También la cantidad de tiempo que solemos perder en pensar la más complicada.

Es como ansiar ver una foto y empezar a hacer un rompecabezas de un millón de piezas, todas minúsculas y desordenadas, revueltas por la mesa de trabajo sin orden ni concierto. Y tratar de encajarlas con poco o nulo éxito. Luego ya de un buen rato, agotados y con una parte mínima de las piezas en su lugar, o haciendo ver que están donde deberían, dar la vuelta a la tapa de la caja y ver lo que queríamos. La foto, sin pedazos y sin caos. Delante de nosotros durante todo ese tiempo, y nosotros buscándola en un millón de partes sin sentido.

Más o menos suele ser así. Las explicaciones que buscamos suelen estar delante de nuestras narices, pero, o bien no sabemos darnos cuenta, o no queremos conformarnos con algo tan evidente. Como si por más rebuscada valiese más una explicación que otra.