Poco a poco se irán espaciando los momentos en que te viene a la mente sin tú quererlo, y esos en los que lo evocas a propósito llegarán a su fin tarde o temprano. Su olor dejará de ser su olor y será otra esencia más que se mezcle con el viento. Dejarás de buscar que tus ojos se encuentren con su cara, y cuando esto inevitablemente suceda, su visión no te clavará puñales en el pecho de dolor. Ni siquiera tu mirada se apartará de él nerviosa y precipitada, sino que lo mirarás como quien no ve nada y, distraída, cualquier otra cosa captará tu atención.
Te levantarás y empezarás a andar, y tu mano ya no buscará la suya. Pensarás en el futuro y ya no lo verás a él, y cuando éste se convierta en pasado y recuerdes cuando era presente, te darás cuenta de que faltaba y no por ello recuerdas ese tiempo con tristeza. Al final pasará todo eso. Al final le habrás olvidado.