La gente debería tener más cuidado con lo que dice, especialmente si trabaja en el ámbito sanitario. No todo el mundo tiene por qué tener la misma actitud ante la vida, la muerte, la enfermedad o la vejez. Un profesional no se debería permitir la licencia de compartir su pesimismo, de quitar la esperanza a quien aún tiene derecho a conservarla con datos en la mano a su favor. No quiero que me engañen, pero tampoco que me aplasten cuando no hay en absoluto necesidad. Que me dejen respirar y pensar que seguiré pudiendo hacerlo mucho tiempo más hasta que no haya indicios de lo contrario. Que no minen mi moral con comentarios inoportunos y prescindibles que sólo dejan ver que quien los hace es la clase de persona que se rinde con facilidad.
Porque no todos somos de esa forma. Porque no todos somos pesimistas. Porque no tenemos por qué serlo ni nos tienen que tratar de arrebatar nuestro optimismo sólo porque ellos haga tiempo que lo perdieron. Porque tenemos derecho a aspirar a una vida llena de años y a un montón de años llenos de vida. Porque estamos vivos, y por tanto podemos seguir luchando.