jueves, 22 de julio de 2010

El verdadero atractivo

Aún hay gente que no se ha dado cuenta de que una forma de ser puede ser mucho más atractiva que un cuerpo o una cara bonitos. Y muchos de ellos sólo pierden el tiempo entre gimnasios y espejos que les devuelven un tipo espléndido que no sirve de nada si no se corresponde con lo que llevan dentro.

Pero en un mundo tan superficial cuesta explicar que algo que no se puede ver te atraiga más que lo evidente. Es más, que, de vez en cuando, sea más fuerte la atracción que ejerce la insinuación de una actitud que la exhibición explícita de los encantos de cualquiera.

En el fondo me da pena esa gente. Me dan pena porque, cuando el paso de los años arrastre su belleza, no les va a quedar nada debajo. Habrán pasado media vida dedicados a algo efímero que nuestro enemigo invisible, el tiempo, les acabaría robando tarde o temprano (y, además, para desgracia de algunos, más temprano que tarde). Sin embargo, los que cultivan antes la mente que el cuerpo, los que se preocupan por los detalles que no se pueden tocar, esos gozarán de un atractivo con fecha de caducidad también, pero que se acabará con sus propias vidas, con el tiempo justo para que nunca lleguen a echarlo de menos.