viernes, 30 de enero de 2009

Aprendizaje

De todo se puede aprender. Cualquier situación, cualquier problema... incluso cualquier persona es susceptible de convertirse en un improvisado maestro de alguna -o más de una- lección de la vida de alguien.

El problema radica en que hay personas que no se dan cuenta. Da igual cuantas veces pongas la misma piedra en su camino: todas se tropiezan con ella. Y vale que somos seres humanos... pero tampoco hay por qué serlo "tanto". Incluso los demás animales, con un par de caídas con sus respectivas incorporaciones, aprenden. Eso a lo que muchos humanos parecen resistirse.

Ni que decir tiene que de lo malo también se aprende. De hecho puede que sea de eso de lo que más partido se puede sacar. Pero he conocido gente que, en una de esas veces en que todo se ha torcido, se ha limitado a cerrar los ojos hasta ser avisados de que ya se enderezó. Pobres... porque además de un par de lecciones, se pierden el placer de llegar a disfrutar sufriendo. Y no es masoquismo, señores, es aprender que ésa es una de las mejores formas de hacerlo. Es, pues, sentir placer aprendiendo.