miércoles, 28 de abril de 2010

Hablar por hablar

En nuestra cultura es muy común hablar por hablar. La gente habla de planes que luego no tiene intención de cumplir, pero eso no se entiende como un engaño, una mentira o una promesa incumplida. Es una especie de norma que todos conocemos, y que permite esas licencias sin que nunca el otro se haga ilusiones.

El problema es que, dejando a un lado a los que no están de acuerdo con ese modo de hacer, porque esos al menos lo conocen, hay personas que bien por pertenecer a otra cultura o bien por padecer algún tipo de trastorno, no entienden esa costumbre. A ellos les dices "a ver si vienes en vacaciones" y en vacaciones se plantan allí.

Pero la confusión en sí no tiene importancia. Lo malo es que, por culpa de ella, los demás pueden entender que les hemos engañado. Que les hemos mentido. O que hemos faltado a una promesa, explícia o implícita.

Yo soy de quienes no están de acuerdo con eso de hablar por hablar. No entiendo qué finalidad tiene, y si es la que imagino tampoco me gusta más. Eso sí, los que lo hacen deberían tener en cuenta con quién están hablando antes de empezar la conversación.