En un mundo de papel, el fuego lo destruye todo. Por eso es el enemigo. Da igual si te dibujaste una sonrisa o te hiciste una bola para que nadie leyese lo que había escrito en tu cara, pues él acaba con todo eso y sólo deja de ti cenizas.
Ahí estás desnudo, y él lo sabe. Era a donde te quería llevar y tú, aunque hayas tratado de darle esquinazo, has acabado consumido por el fuego. Tal vez hasta te sintieses atraído por el calor y acabase ésa por ser tu perdición.
Tú mundo no es el suyo. Eso piensa él, y por eso quiere verlo desaparecer. Pero vive en él aunque lo deteste, y seguro se consumirá antes que su mundo, aunque antes de hacerlo lo dejará plagado de cenizas, y mientras su llama se extinga, no podrá evitar contemplarlas con una ligera o amplia sonrisa de satisfacción.