La ley de violación de la abstinencia viene a ser como eso que se suele decir de "de perdidos al río". Según esta ley, cuando uno tiene unas determinadas reglas que cumplir y se las salta, se las sigue saltando hasta hartarse, porque, total, ya no importa. Aunque lo cierto es que sí que importa.
Por ejemplo, si alguien está a dieta y se come un helado, no es poco probable que piense que una vez saltado el régimen ya da igual si se atiborra, cuando en realidad no es lo mismo un helado que éste más varios dulces, unos batidos y, en fin, un cóctel de calorías. Pero no sólo a dietas se aplica esta ley: jugadores patológicos que se saltan el tratamiento y una vez van al casino ya no salen hasta estar en bancarrota, alcohólicos que pasan de tomar una copa a emborracharse por completo, bulímicas que empiezan con un pastel y terminan con todo lo que había en la nevera...
De todas formas esto ocurre también con cosas menos problemáticas o más cotidianas, si se prefiere. Gente que falta a un par de clases y ya acaba dejando colgado el curso. O los que empiezan hurgándose una herida y no paran hasta que se la destrozan. También los que gastan más de lo que habían previsto y ya se terminan de fundir el dinero. Casos del estilo hay a patadas, pero esa ley no es como otras: ésa no hay por qué cumplirla.
Por muy mal que se sienta uno al saltarse las normas que a veces uno mismo se ha impuesto, no pasa nada. Es humano caer y también recaer, pero eso no implica hundirse por completo. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero con fuerza de voluntad debe ser más o menos sencillo. La putada es no tenerla... pero supongo que con otro tipo de fuerza, ésta se debe poder conseguir.