Es muy típico oír decir a un niño o a un chico que su profesor le tiene manía. Si bien es cierto que es una excusa bastante desgastada para justificar las malas notas y los suspensos, también lo es que en ocasiones esto sucede de verdad.
A veces parece que los profesores tengan fijación por un alumno o por varios de ellos, y es como si aquello fuese una película con unos cuantos protagonistas y un montón de secundarios, que siempre están ahí pero sobre los cuales nunca recae especialmente la atención.
También ocurre que, al menos en mis tiempos, cuando uno se pasaba varios años con el mismo profesor en el colegio, si un niño se porta mal un tiempo, se queda etiquetado como el malo de la clase y sólo se le hace caso cuando hace trastadas. De esta manera lo único que se consigue es reforzar con atenciones su conducta disruptiva y castigar con indiferencia las veces que el chico da en portarse mal. Hablo en masculino porque el caso que tengo en mente era un niño, y porque los malos de la clase suelen ser varones, pero sin duda las chicas también son susceptibles de pasar lo mismo.
En el otro lado, hay alumnos que se portan bien normalmente y que se ganan el cariño del profesorado. De ese modo, con ellos tampoco son imparciales. Les discriminan de algún modo también, aunque sea positivamente, y en ciertos niños eso puede tener repercusiones. A los demás no les suele gustar que el profesor alabe continuamente a un niño de la clase distinto de ellos, y según cómo sea el crío puede llegar a suponerle un problema.
No sé si serán paranoias mías o qué...