Normalmente las cosas son mucho más de lo que parecen. Otras, rezamos por que sea así, por que eso que estamos viendo y que no nos gusta un pelo sea sólo un mal menor que está justificado por cualquier otra cosa lo suficientemente importante.
Pues no. Es una mierda pero no suele ser así. Cuando deseas que haya algo más, no lo hay. Lo que ves es todo lo que hay, y es tan triste como lo pensabas. Y, sin embargo, cuando decides cabrearte por lo que otros hacen, porque ves tan claro que han actuado mal, te encuentras sin querer con lo que motivó aquello que a ti te dolió. Entonces sólo puedes tragarte tus palabras o lo que pensabas y ver las cosas desde otra perspectiva.
Aun con todo, no es tan fácil. A pesar de que en la primera situación estás loca porque te suceda lo de la segunda, cuando llega, es más complicado aceptarlo de lo que pensabas. Es cierto que encuentras el porqué de aquello que a ti te molestó de otro, pero que tenga una razón de ser no siempre hace que a ti te duela menos. Entiendes que esa persona se viese entre la espada y la pared, pero también te entiendes a ti y lo mal que te supo ver cómo actuó al final.
En fin... Nadie dijo que nada fuese fácil. De hecho, mejor que todo se complique: si no, menuda vida más aburrida...