Mucha gente mitifica a otros por haber desaparecido, ya sea voluntariamente o porque hayan muerto. Es más frecuente de lo que parece ver fantasmas del pasado que son justa y precisamente eso, fantasmas, y no sé por qué pero hay a quien le da por colocar a esas personas en un pedestal sólo por eso. Da igual cómo fuesen o qué hubieran hecho, porque se olvidan de todo, los suben allí y, con ellos, magnifican cualquier cosa o cualidad que tuviesen (cuando no se las inventan).
El problema es que para unos es muy complicado seguir adelante cargando el peso de ese altar, y para quienes les rodean, se hace prácticamente imposible competir con los que están encima de él. Cualquier cosa que digan o hagan las comparan con las que habrían dicho o hecho los que ya no están, o mejor dicho, con lo que el paso del tiempo y los recuerdos sesgados que conservan les hace convencerse de que dirían o harían. Evidentemente, siempre salen perdiendo los de abajo.
Así no se puede llegar a alguien, y supongo que en el fondo quienes viven de un recuerdo y se protegen con él lo saben. También deben saber que, la mayoría de las veces, lo que dicen que recuerdan es mentira. Que esa gente no era perfecta, y que tampoco se volvió excelente cuando desapareció, y que el resto del mundo no tiene la culpa de su pérdida y merece igualmente una oportunidad.
Lamentablemente, hay muchas personas que nunca se cansan de vivir adorando a un recuerdo de alguien que nunca existió, y tantas otras que se cansan de luchar contra ese alguien, cuando saben que tienen la batalla perdida de antemano.