Cada vez que vas de compras y no llevas dinero encima o no necesitas comprar nada, ves un montón de cosas, y encima muchas de ellas interesantes. Al tiempo, cuando por fin pillas algo de efectivo o te hace falta comprar algo, vas en busca de todo aquello que tanto te gustó la vez anterior, pero... voilà! Ya no está.
Tiene su gracia, porque hasta la cosa más básica se quita del mercado cuando a ti se te antoja comprarla. No importa si es una camiseta interior blanca y lisa: si la buscas desesperadamente te costará Dios y ayuda encontrarla.
Es una cosa absurda pero a la vez increíble, porque me pasa continuamente y, del mismo modo, me cuentan otros que les ocurrió a ellos también. No sé si Murphy, además de su problema aquél con las tostadas y la mantequilla, también tendría éste...