Envidio a la gente que es capaz de vivir de lo que escribe. No tanto por el sueldo, o porque se ganan la vida con algo que les gusta, porque eso más o menos puede conseguirse por otras vías, sino porque pueden decidir cuándo van a escribir, y encima les sale bien.
Yo no puedo hacer eso. Con la presión del tiempo o unos ojos en la nuca no me sale nada, o lo que me sale es una basura. Es como en ese anuncio que sale ahora por la tele, donde dicen algo así como que la inspiración es caprichosa: viene y se va cuando le da la gana.
Para alguna gente no es así. A mí me visita una o dos veces al año, y eso el año que está de buenas, y supongo que debe ser porque se pasa el resto de días con esos otros de los que parece que no se despega.
Así pues, yo no sirvo para preparar nada... Pero tal vez a la inspiración se la pueda domar. Quizás entrenándola se quede más rato, y más... Y cada vez más hasta que ya no se vaya, o al menos hasta que esté más tiempo conmigo que por ahí.