jueves, 21 de mayo de 2009

Despedidas

No me gusta que la gente ponga caras largas cuando toca despedirse, porque cuando la gente se separa no se muere, sólo se separa... y si no mantiene el contacto con los otros después de que sus caminos tomen senderos diferentes es, simple y llanamente, porque no quiere. ¿A qué viene, pues, tanta tristeza? ¿Y esas lágrimas que no alcanzo a comprender? Si tanto les duele decir adiós que no lo hagan. No tienen por qué hacerlo... Así que si se van, que no monten espectáculos circenses cuya credibilidad se tambalea con cada timbrazo que el teléfono no da.

Yo odio decir adiós, pero lo odio cuando los demás me importan. Lo odio cuando no tengo más remedio, o cuando me lo imponen y a mí me hace daño... pero no cuando es algo que yo he escogido. La vida -la de una relación- no se acaba con una despedida: se acaba cuando se terminan las ganas de volverse a encontrar.