martes, 12 de mayo de 2009

No te entiendo

¿Por qué? ¿Por qué se lo dices continuamente?

¿Por qué, si el calor de sus mejillas podría derretir el hielo hasta que el agua se mezclase con sus lágrimas? ¿Por qué, si siente, como todo el mundo, y sólo trata de padecer lo menos posible? ¿Por qué, si se siente impotente cada vez que estira el brazo para alcanzar una mano y no consigue estrecharla? ¿Por qué, si aún le cuesta respirar cuando se acuerda de ti?

No te entiendo... Tal vez por eso os llevaseis tan bien: porque, en realidad, nunca había acabado de entenderte... y cuando lo hizo descubrió que, a veces, es mejor no enterarse de nada.