sábado, 4 de julio de 2009

Insensible

¿Cuántas veces ocurrió? ¿Cuántas veces acabó llorando? Hace tanto tiempo que apenas recuerdo un par, pero estoy segura de que fueron muchas más. Lo sé, porque sé que aún siente la vergüenza de ponerse a llorar delante de toda la clase. Las miradas de los otros chicos. Todavía les oye preguntar "¿qué le ha pasado?". No olvida los interrogatorios de las profesoras sobre el motivo de su llanto, ni sus vagas explicaciones tratando de olvidar el porqué cuanto antes.

Pero tampoco ha olvidado las razones. Acababa llorando porque no soportaba la presión. La acorralaban y se burlaban de ella por tener gustos distintos de los suyos. Hacían comentarios sobre ella lo suficientemente alto como para estar seguros de que los podía oír. A veces la perseguían riéndose de ella hasta que estallaba... Y no soportaba ser tan débil. ¿Qué importaba lo que pensasen ellos sobre qué le gustaba? ¿Qué más daría si se reían de ella o la dejaban en paz? Todo eso tenía que darle igual, pero no era así. ¿Por qué? Justo por eso. Supongo que justamente porque no entendía por qué la trataban así, y precisamente a ella.

Con el tiempo no olvidó, no, pero dejaron poco a poco de importarle los porqués. Ya no dolía, ya no lloraba. Y suerte, porque odia llorar. Imagino que se acostumbró a aquello, porque siguió pasando aun en otros lugares y con otros protagonistas. Así fue, al menos en parte, como construyó los muros que ahora la rodean. Los que llevan tanto tiempo protegiéndola.

También recuerdo cuando se ponía enferma. De eso me acuerdo mejor, porque le sigue sucediendo. Un shock. Una decepción. La traición de alguien en quien confiaba... Era eso y no los virus y bacterias comunes lo que afectaba a su salud. Lo sentía todo tan dentro que al final acababa invadiéndolo todo. También su cuerpo.

Quizás por eso ahora la llaman insensible. Es paradójico. Siente tan intensamente que trata de ignorarlo, y los demás lo interpretan como que en realidad no siente nada. ¿Y qué más da? Esos muros tienen una puerta. Y para abrirla uno sólo tiene que querer entrar... Fuera están todos los que no han querido pasar dentro a explorar su pequeña fortaleza. Qué insensibles, ¿verdad?